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lunes, 16 de marzo de 2015

Manejo de la agitación en el paciente anciano


Infac Volumen 22, No 10, 2014
Información farmacoterapéutica de la comarca

16 de marzo de 2015

Introducción
La agitación en un paciente anciano se puede desencadenar ante diversas situaciones clínicas, principalmente asociadas a la demencia y al delirium1.
Aunque el deterioro cognitivo es el rasgo clínico fundamental de la demencia, los síntomas no cognitivos o síntomas conductuales y psicológicos de la demencia son prácticamente universales en estos pacientes en algún momento de la evolución de la enfermedad y, con frecuencia,
dominan el cuadro clínico. Entre estos síntomas se incluyen: agitación, agresividad, alucinaciones, ideas delirantes, vagabundeo, humor deprimido, ansiedad, insomnio, conductas intrusivas o inapropiadas, etc.2,3.
Por otra parte, el delirium es un síndrome agudo que puede ocurrir en el contexto de una función cognitiva premórbida o bien complicar una demencia. Se caracteriza por un cuadro confusional, con alteración del nivel de conciencia, la atención y la función cognitiva, que se desarrolla habitualmente en horas o días, y se desencadena típicamente por causas médicas (metabólicas, infecciosas, deshidratación, enfermedad orgánica, fármacos, etc.) o por cambios del entorno habitual del paciente1. Su presentación es variable en forma de delirium hiperactivo, hipoactivo o mixto4. Los trastornos en la conducta psicomotora y en el ritmo sueño-vigilia, con insomnio nocturno, evocan la llamada agitación, pero existen también formas de delirium hipoactivas, que se
caracterizan por el enlentecimiento, el aletargamiento y la hipersomnia.
Si bien en ocasiones el diagnóstico diferencial entre la demencia y el delirium no es sencillo, el inicio agudo, el curso fluctuante, la disminución de la atención, el pensamiento desorganizado y el nivel de conciencia alterado orientan al diagnóstico de delirium, que es un cuadro potencialmente reversible5.
La agitación conlleva una pérdida importante de la calidad de vida del paciente, debido no sólo al propio proceso, sino también al conjunto de estrategias para tratarlo, pues por una parte, se tiende a aislar y sobremedicalizar al paciente y, por otra, la sobrecarga del cuidador puede influir en la calidad de la atención que el paciente reciba. Por todo ello, es una situación que con frecuencia lleva a la claudicación familiar, siendo motivo de institucionalización 6,7.
El objetivo de este boletín es revisar el manejo de este problema, destacando las medidas preventivas y las intervenciones no farmacológicas, así como las ventajas e inconvenientes del tratamiento farmacológico.



El número completo disponible en: http://bit.ly/1BMg7oD

miércoles, 5 de noviembre de 2014

No utilice antipsicóticos de rutina para el tratamiento de la agitación y agresión en pacientes con demencia



BMJ, 3 noviembre de 2014


Transfondo
  • A pesar del uso continuado de antipsicóticos para el tratamiento de la agitación y la agresividad en las personas con demencia, hay pruebas limitadas de que produzcan un beneficio clínicamente significativo
  • Los daños potenciales del uso de antipsicóticos (incluyendo aumento de la mortalidad y eventos cerebrovasculares) son mayores que los beneficios.
  • La risperidona es el único antipsicótico recomendado, y deberia ser utilizado sólo en las personas con demencia que tenían trastornos psicóticos o agresión grave preexistentes. No deberia ser prescripto por más de 12 semanas.
  • La mejor práctica alternativa es la supervisión estricta, con evidenicas de que tratamientos alternativos, incluyendo la analgesia y enfoques no farmacológicos, proporcionar opciones eficaces

el trabajo
Corbett Anne, Burns Alistair, Ballard Clive. Don’t use antipsychotics routinely to treat agitation and aggression in people with dementia BMJ 2014; 349:g6420

disponible en http://bit.ly/1qtINdq