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viernes, 19 de agosto de 2016

El alto costo de los nuevos medicamentos


Por qué el gobierno debe negociar un mejor trato para la investigación financiada con fondos públicos

Mazzucato Mariana
BMJ 2016; 354 doi: http://dx.doi.org/10.1136/bmj.i4136 (publicado el 27 de julio de 2016) 


La investigación realizada por el British Medical Journal y las universidades de Cambridge y Bath sobre la disponibilidad de medicamentos de vanguardia para la hepatitis C plantea cuestiones importantes para el NHS Inglaterra sobre el acceso a medicamentos que salvan vidas.1 Sin embargo, la cuestión principal es por qué los medicamentos son tan caros en primer lugar. La estrategia de precios del  sofosbuvir (Sovaldi) y ledipasvir-sofosbuvir (Harvoni) de Gilead plantea cuestiones que van mucho más allá del Reino Unido.

La investigación del BMJ es sólo un ejemplo de un problema más general. ¿Cuál es el precio justo a pagar por un medicamento en particular, y cómo se debe determinar?


La innovación farmacéutica debería estructurarse de manera que se centre en las necesidades insatisfechas de salud a nivel mundial y ofrezca avances terapéuticos que sean asequibles y accesibles para todos,2 no sólo rentables para los fabricantes. Esto requiere un enfoque que dirija el esfuerzo hacia las innovaciones terapéuticas en lugar de fármacos "yo también", y una estructura de financiación y fijación de precios que sea transparente, centrada en el acceso, y refleje la inversión colectiva y la asunción de riesgos involucrados.

Las compañías farmacéuticas han ignorado a menudo el elemento colectivo de la innovación, argumentando que su inversión en investigación y desarrollo justifica los precios extraordinariamente altos de algunos medicamentos, a pesar de que se niegan a dar transparencia a sus costos. La Iniciativa de Fármacos para Enfermedades Olvidadas ha documentado costos de desarrollo de fármacos mucho más bajos,3,4 y varios autores han demostrado el grado en que las inversiones financiadas por los contribuyentes subsidian esos costes.5 Sólo en los EE.UU., los contribuyentes financian US$ 32 mil millones anuales de gastos de investigación y desarrollo canalizados a través de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).6

Sofosbuvir y ledipasvir, los dos fármacos en los que se basa la investigación del BMJ, se apoyaron en investigaciones previas financiadas por los NIH y la Administración de Veteranos.7 Las ventas de los dos fármacos representaron alrededor de US$ 12 mil millones en el 2014,8 muy por encima de los US$ 880,3 millones que Gilead informó por los ensayos clínicos relacionados con sofosbuvir entre 2012 y 2014,7 mostrando una completa desconexión entre el precio y los costos de desarrollo.

En la medida en que los precios altos son difíciles de justificar sobre la base de los costos de investigación y desarrollo, las compañías farmacéuticas han acudido a una línea diferente de defensa: argumentan que sus precios son proporcionales al valor intrínseco de las drogas, es decir, los costes para la sociedad si la enfermedad no fuera tratada, o si se tratara con el segundo mejor tratamiento disponible. "El precio es el debate equivocado", declaró el vicepresidente ejecutivo de Gilead, Gregg Alton, respondiendo a las críticas sobre el precio de sofosbuvir, "el tema debe ser el valor ".9

Sin embargo, no existe una relación consistente entre el precio de un medicamento y el beneficio médico asociado.10 Un estudio publicado en 2015 en el Journal of Economic Perspectives que examina una muestra de 58 medicamentos contra el cáncer aprobados en los EE.UU. entre 1995 y 2013, muestra que la tendencia al aumento del precio de estos medicamentos no se explica por los beneficios de supervivencia que brindan a los pacientes. Más de dos tercios de los nuevos medicamentos que llegan al mercado no representan ningún avance terapéutico para los pacientes, con muchas patentes basadas en volver a barajar viejas combinaciones o en usos adicionales para las ya existentes.11

Un sistema de fijación de precios eficaz debe garantizar la accesibilidad, pero también reflejar la contribución pública para que los contribuyentes no paguen dos veces, por la investigación financiada con fondos públicos y por medicamentos con alto precio. En un sistema de este tipo, el precio de los medicamentos no necesita ser mucho más altos que los costos de fabricación. Podríamos, por ejemplo, limitar las patentes de nuevos medicamentos (la fuente actual de beneficios de las empresas) y en su lugar establecer un sistema de premios competitivo que premie la innovación farmacéutica con objetivos bien definidos. Esto permitiría el acceso generalizado a los medicamentos a precios competitivos a través de los genéricos, mientras empuja a las compañías farmacéuticas para que enfoquen su energía en el hallazgo de innovaciones que atiendan a la necesidad médica real. En cualquier caso, el patentamiento no debe ser tan “corriente arriba” como para afectar la investigación científica, y deben seguir siendo relativamente estrecho a fin de no clausurar los descubrimientos futuros en torno a un área terapéutica.12 En otras palabras, deben fomentar la innovación, no sofocarla.

Es importante destacar que la fijación de precios de medicamentos debe ser totalmente transparente, por lo que los gobiernos puedan negociar para obtener un mejor valor en nombre de sus poblaciones. Los proveedores de fondos públicos podrían, por ejemplo, retener la parte del león de los derechos de propiedad intelectual (patentes) producidos por investigación pública para que los efectos indirectos a través de licencias se pueden gestionar mejor para fomentar la difusión, y los gobiernos podrían asegurar que los precios de los nuevos medicamentos reflejen la carga de riesgo financiero pagado por el contribuyente. En los EE.UU., la Ley Bayh-Dole de 1980 que permite que la investigación financiada con fondos públicos pueda ser patentada incluye una cláusula que permite al gobierno limitar los precios de los medicamentos que son financiados en gran parte con fondos públicos. El gobierno de Estados Unidos nunca ha ejercido este derecho, a pesar de peticiones repetidas.13
El debate internacional sobre precios de los medicamentos no sostenibles, incluidos los de los fármacos para la hepatitis C, nos presenta una oportunidad para repensar el ecosistema de la innovación terapéutica- la dirección y la accesibilidad de los medicamentos que resulta. Al darse cuenta de que el gobierno tiene poder para dar forma activa y crear mercados, y no sólo permanecer al margen, arreglando los están quebrados, especialmente en el área de la salud que está fuertemente subvencionado por el público, es el primer paso importante para alcanzar un mejor trato.14,15

Referencias

1.    Gornall J, Hoey A, Ozieranski P. Can the NHS swallow high cost cures for hepatitis C?BMJ2016;354:i4117. FREE Full Text
2.    Toreele E. US Open Society Foundation ssubmission to UN access to medicines hearing. 2016. http://www.unsgaccessmeds.org/inbox/2016/2/28/els-torreele
3.    DiMasi JA, Grabowski HGR. D costs and returns to new drug development: a review of the evidence. In: Danzon PM, Nicholson S, eds. Oxford handbook of the economics of the biopharmaceutical industry. Oxford University Press, 2012: 21-46 doi:10.1093/oxfordhb/9780199742998.013.0002.
4.    Drugs for Neglected Diseases Initiative. An Innovative Approach to R&D for neglected patients ten years of experience & lessons learned by DNDi. 2014. http://www.dndi.org/images/stories/pdf_aboutDNDi/DNDiModel/DNDi_Modelpaper_2013.pdf.
5.    Kantarjian H, Rajkumar SV. Why are cáncer drugs so expensive in the United States, and what are the solutions? Mayo Clin Proc2015;90:500-4. doi:10.1016/j.mayocp.2015.01.014pmid:25792242. CrossRefMedline
6.    National Institutes of Health. History of congressional appropriations, fiscal years 2000-2016. https://officeofbudget.od.nih.gov/pdfs/FY16/Approp%20History%20by%20IC%20FY%202000%20-%20FY%202016.pdf
7.    Roy V, King L. Betting on hepatitis C: how financial speculation in drug development influences access to medicines. BMJ 2016;354:i3718. FREE Full Text
8.    Gilead Sciences. Fourth quarter and full year results for 2014. Press release, Feb 2015. http://www.gilead.com/news/press-releases/2015/2/gilead-sciences-announces-fourth-quarter-and-full-year-2014-financial-results
9.    Barrett P, LangrethR. Pharma execs don’t know why anyone is upset by a $94,500 miracle cure. Bloomberg Business week 2015 Jun 3.
10.Hilner BE, Smith TJ. Efficacy does not necessarily translate to costeffectiveness: a case study in the challenges associated with 21st-century cáncer drug prices. J Clin Oncol 2009;27:2111-3.
11.Angell M. The truth about drug companies. Random House, 2004.
12.Mazzoleni R, Nelson RR. The benefits and costs of strong patent protection: a contribution to th ecurrent debate. Res Policy1998;27:273-84doi:10.1016/S0048-7333(98)00048-1. CrossRef
13.Knowledge Ecology International. 2016 Xtandipetition.http://keionline.org/xtandi
14.Mazzucato M. From market fixing to market-creating: a new framework for innovation policy. Ind Innov2016;23doi:10.1080/13662716.2016.1146124.
15.Mazzucato M. The entrepreneurial state: debunking public vs. private sector myths. Anthem Press, 2015.

lunes, 8 de agosto de 2016

Identifican una molécula eficaz en ratones contra el Chagas, la leishmaniasis y la enfermedad del sueño

Un solo compuesto contra tres enfermedades olvidadas

Clara Marín, El Mundo (España)@claramarin, 8 de agosto de 2016

Niño centroafricano afectado por la enfermedad del sueño. RAQUEL VILLAÉCIJA / EL MUNDO


Por el momento sólo se ha probado en ratones


El Chagas, laleishmaniasis y laenfermedad del sueño son tres de las conocidas como enfermedades de los pobres. A pesar de que afectan a más de 20 millones de personas en el mundo y causan más de 50.000 muertes cada año, quienes las sufren viven en los países más desfavorecidos del planeta -principalmente en Latinoamérica, África y Asia-, por lo que no son precisamente unas dolencias rentables para las grandes compañías farmacéuticas.
Así las cosas, los tratamientos que existen, si es que los hay, están obsoletos, no son lo suficientemente eficaces o tienen demasiados efectos secundarios. Muchas veces, ni siquiera llegan a los pacientes. Las cifras del Chagas, por ejemplo, son impresionantes, y reflejan la marginalidad a la que se ven abocados quienes sufren esta enfermedad causada por el parásito Trypanosoma cruzi: en la actualidad, sólo el 1% de los infectados recibe la medicación que necesita. A este ritmo, se tardarían unos 300 años en tratar a todos los afectados.
La leishmaniasis, por su parte, es otra de las patologías más asociadas a la pobreza, ya que suele darse en personas malnutridas, con malas condiciones de vida y un sistema inmunitario débil. La leishmaniasis visceral, su forma más grave -también conocida como kala azar- es mortal si no se trata. En cuanto a la enfermedad del sueño, su diagnóstico y tratamiento son complejos, y los medicamentos que se usan "son tóxicos y difíciles de administrar", en palabras de la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, hoy podría decirse, aunque con cautela, que los golpeados por estas tres enfermedades están de enhorabuena, ya que el hallazgo presentado en Nature contra estas dolencias, aunque es preliminar, también es prometedor. La revista recoge en sus páginas un nuevo compuesto identificado por un grupo de científicos estadounidenses que ha conseguido matar al parásito responsable de las tres dolencias. Por el momento, sólo lo han probado en ratones, y aunque todavía es demasiado pronto para aventurar si funcionaría en humanos, se trata, sin duda, de una buena noticia para unas enfermedades sobre las que la investigación es más bien escasa.

Más de tres millones de compuestos

El Chagas, la leishmaniasis y la enfermedad del sueño están causados, respectivamente, por el Trypanosoma cruzi, la Leishmania spp. y el Trypanosoma brucei spp. Los tres tienen en común que son kinetoplástidos, unos organismos unicelulares con una secuenciación genómica y biológica similar.
Aprovechando esta circunstancia, un equipo de investigadores del Instituto de Genómica de la Fundación de Investigación Novartis (San Diego, California) probaron más de tres millones de compuestos hasta dar con el que han venido a llamar GNF6702. Éste demostró ser efectivo contra los tres parásitos, al tiempo que no dañaba las células humanas.
"Es la primera vez que se ha logrado identificar un fármaco preclínico que puede curar las tres infecciones en modelos con ratones", explica a EL MUNDO Frantisek Supek, autor del trabajo. "GNF6702 es una pequeña molécula orgánica que tiene propiedades curativas y que, potencialmente, podría ser administrada en forma de píldora, aunque hace falta más investigación para comprobar si esto es posible", continúa.
"Lo interesante de este trabajo es ver cómo se pueden inhibir de la misma manera estos tres parásitos, que están muy relacionados evolutivamente", explica a EL MUNDO Luis Izquierdo, investigador de ISGlobal, al hablar sobre el compuesto descrito en Nature, que ha logrado bloquear la actividad de la proteasoma (una estructura encargada de la degradación de proteínas) de los parásitos con los que se había infectado a los ratones.

'Un estudio impresionante'

Dolores Bargues, bióloga molecular de parásitos y vectores en la Universidad de Valencia, se muestra entusiasmada con la investigación: "Han hecho un estudio impresionante, es un trabajo muy muy serio, utilizando distintos tipos de ratones y analizando distintos tipos de cepas", dice.
Y es que en las tres dolencias se han obtenido resultados esperanzadores: en la leishmaniasis visceral, la terapia oral con GNF6702 produjo un efecto más pronunciado en la reducción de la carga parasitaria que la milfetosina, el único tratamiento disponible actualmente contra esta enfermedad. En la leishmaniasis cutánea, su forma más frecuente, que deja cicatrices de por vida y afecta a un millón de personas al año, la reducción fue todavía más pronunciada.
En cuanto a la enfermedad del sueño, a los ratones a los que se le administró el compuesto no se les detectó parásitos en el cerebro al terminar el experimento, mientras que éstos sí se detectaron en aquellos a los que se había tratado con la terapia estándar. En este caso, para que el fármaco penetrara en el cerebro, "tuvimos que usar una dosis más alta de GNF6702", cuenta Supek, que admite que es posible que, con la concentración que usaron -100 mg/kg-, el fármaco "podría ser tóxico para otro órgano del cuerpo". "Si éste fuera el caso, puede que necesitemos encontrar otra molécula que pueda entrar fácilmente en el cerebro y curar la infección sin ser tóxica para el resto de órganos", aclara.
El hecho de haber podido frenar el parásito en el cerebro, explica Bargues, es muy importante, "porque un medicamento que sea capaz de atravesar la barrera hematoencefálica es algo brutal".
Es en el Chagas donde estos investigadores han obtenido los resultados más modestos. Y no porque hayan sido malos, sino porque, en este caso, la administración de GNF6702 a los ratones se ha limitado a igualar el efecto del benznidazol, el medicamento más extendido contra el Chagas, que tiene, sin embargo, varios e importantes efectos secundarios en quienes lo reciben.

Evaluar su toxicidad para las pruebas en humanos

Así las cosas, y aunque por el momento los resultados sean sólo en ratones, se trata sin duda de un buen primer punto de partida contra tres de las enfermedades que afectan a las personas más pobres del planeta. El hecho de que un solo compuesto pudiera actuar como diana terapéutica de tres enfermedades distintas sería sin duda una excelente noticia. Pero todavía es pronto para saber si esto será posible.
"Ellos son muy conscientes de que de los ratones a los humanos hay un trecho, pero todo lo que sea un paso más en la investigación es una puerta abierta, una nueva esperanza", señala Bargues en conversación con EL MUNDO. Esta experta enfatiza la complejidad de encontrar una cura para este tipo de enfermedades parasitarias, ya que existen "muchísimas cepas y subespecies distintas".

El próximo paso es probar GNF6702 en humanos, aunque todavía no hay fecha para el comienzo de los ensayos clínicos. Por el momento, explican a este periódico los autores del estudio, "se está evaluando la toxicidad del compuesto", y en función de la información obtenida, se darán los siguientes pasos. "Es una apuesta nueva para un nuevo modelo de tratamiento que ojalá dé buenos resultados, porque algunas de las terapias que tenemos ahora para estas enfermedades tienen una efectividad muy reducida", señala Bargues.

Habrá que esperar, por tanto, para ver si los próximos datos siguen siendo positivos y se puede seguir adelante en este nuevo camino que requerirá, también, de una entidad que ponga sobre la mesa el dinero necesario para apostar por una terapia cuyo retorno económico no será tan evidente como con otras enfermedades.

http://www.elmundo.es/salud/2016/08/08/57a8a1b646163f166b8b45f9.html

lunes, 5 de mayo de 2014

La prevención y el control de enfermedades tropicales olvidadas



Una visión general de ensayos aleatorios, exámenes sistemáticos y metaanálisis. 
Boletín de la Organización Mundial de la Salud, 

 mayo 2014

Shanthi Kappagoda & John PA Ioannidis.

Objetivo

Analizar las evidencias procedentes de ensayos controlados aleatorios (RCT, por sus siglas en inglés) sobre la prevención y el control de enfermedades tropicales desatendidas e identificar las áreas en las que se carece de evidencias.

Métodos

Se buscaron RCT en el Registro Central Cochrane de Ensayos Controlados y en PubMed, así como metaanálisis y exámenes sistemáticos en la Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas y en PubMed, en ambos casos, desde sus comienzos hasta el 31 de diciembre de 2012.

Resultados

En total, se hallaron 258 RCT acerca de la infección por el parásito Trypanosoma cruzi, la úlcera de Buruli, el dengue, las infecciones por geohelmintiasis, la leishmaniasis, la lepra, la filariasis linfática, la oncocercosis, las rabias, la esquistosomiasis o el tracoma. No se encontraron RCT sobre la cisticercosis, la equinococosis, las nematodiasis transmitidas por los alimentos, la dracunculosis ni la tripanosomiasis africana humana. Las enfermedades más estudiadas fueron la infección por geohelmiantiasis (51 RCT) y la leishmaniasis (46 RCT). Las vacunas, quimioprofilaxis e intervenciones cuyo objetivo eran los insectos que actúan como vectores quedaron evaluadas en 113, 99 y 39 RCT, respectivamente. Unos pocos ensayos abordaron la mejor manera de administrar quimioterapia preventiva, como la elección del intervalo de dosificación (10) o la población objetivo (4), la cobertura de la población requerida para reducir la transmisión (2) o el método de distribución de medicamentos (1). Se encontraron 31 publicaciones que incluían 32 exámenes sistemáticos (16 con metaanálisis y 16 sin metaanálisis) sobre la infección por el parásito Trypanosoma cruzi, el dengue, los geohelmintos, la leishmaniasis, la lepra, la filariasis linfática, la oncocercosis, la esquistosomiasis y el tracoma. En su conjunto, solo incluyeron 79 de los 258 RCT publicados (30,6 %). De las 36 intervenciones evaluadas, 8 se consideraron eficaces en más de un examen.

Conclusión

Se hallaron pocos RCT sobre la prevención y el control de las principales enfermedades tropicales desatendidas. Los ensayos sobre la mejor manera de administrar quimioterapia preventiva fueron especialmente escasos.


Trabajo original en inglés:

Kappagoda S, Ioannidis JPA. Prevention and control of neglected tropical diseases: overview of randomized trials, systematic reviews and meta-analyses.
Bull World Health Organ 2014;92:356–366

lunes, 6 de enero de 2014

Las enfermedades olvidadas empiezan a interesar a la industria'

ver también  sobre el artículo del Lancet
Sólo el 4% de los nuevos medicamentos es para las enfermedades de los más pobres








  • La acción de varias instituciones y gobiernos ha logrado reducir la incidencia de la malaria
  • Un informe constata que la elaboración de fármacos para estas enfermedades es rentable
  • Las empresas farmacéuticas empiezan a colaborar en el desarrollo de medicamentos
  •  Mohammed es un niño que vive en Somalia y tiene malaria
Mohammed es un niño que vive en Somalia y tiene malaria TOBIN JONES AFP

Entre 1974 y 1999, sólo el 1,1% de los nuevos fármacos aprobados lo fueron específicamente para enfermedades olvidadas a pesar de que estas patologías representaron en esos 25 años el 12% de la carga global

Aunque el panorama está cambiando lentamente -entre 2000 y 2011 los medicamentos para estos problemas supusieron el 4% del total-, un informe publicado por la Iniciativa Medicamentos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi, según sus siglas en inglés) muestra los primeros indicios para aumentar la esperanza de millones de personas: los más pobres de los pobres.
Se encuentran ubicadas en países pobres o en desarrollo, enfermedades como la malaria, el Chagas, la leishmaniasis o la enfermedad del sueño, son endémicas en aquellos lugares donde el dinero ha sido el gran ausente durante muchos años. Además, los más afectados por ellas son aquellos que, en esos países, no tienen nada para protegerse frente a mosquitos o insectos varios, ni siquiera una mosquitera o una bicicleta para acudir al hospital más cercano.
La investigación y los fondos procedentes de múltiples donantes han crecido en los últimos años aunque, como reconoce Bernard Pécoul, director ejecutivo de DNDi, todavía hay un largo camino por recorrer: "Después de 30 años en este asunto (estuve 20 años en Médicos Sin Fronteras y llevo 10 en DNDi), si se compara con los años 90, hay un gran cambio, pero todavía falta mucho. Porque antes no existía el Fondo Mundial, no estaba la Alianza para las Vacunas, no había esfuerzos de i+d para estas enfermedades... Ahora, al menos, hay proyectos en el portafolio, las empresas farmacéuticas que habían abandonado totalmente este terreno han regresado con proyectos específicos para estas enfermedades". 

Gracias a instituciones como la suya, que ha implementado seis tratamientos (dos para malaria, dos para leishmaniasis, uno para la enfermedad del sueño y otro para el Chagas), así como el Fondo Mundial, que financia programas de lucha contra la malaria, el sida y la tuberculosis en unos 150 países, o a contribuciones específicas para el desarrollo de estrategias terapéuticas, como la del ISGlobal, ahora se están produciendo cambios. Uno de ellos es la reducción, desde el año 2000, de las tasa de mortalidad por malaria un 45% globalmente y un 49% en África. El aumento de la concienciación política en la lucha de esta enfermedad ha generado también una reducción de la incidencia de esta enfermedad: un 29% en todo el mundo y un 31% en el continente africano. 

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El otro gran cambio es la apuesta de las compañías de medicamentos. "Las enfermedades olvidadas empiezan a interesar a las farmacéuticas por varias razones: Porque quieren mejorar su imagen pública (la responsabilidad social), pero también por un motivo económico. En el futuro, la posibilidad de desarrollar mercado no estará en los países antiguos sino en los emergentes, los de hoy y los de mañana. Brasil, la India, pero también puede ser África. Muchas empresas piensan hoy que el mercado africano va a crecer. Aunque sea por ese tipo de interés, bienvenido sea. Hoy día tenemos relaciones con 20 empresas. Y es el gran cambio. Ésa era la mayor duda cuando empezamos, es decir, si íbamos a ser capaces de firmar contratos con esas empresas. Y hoy podemos decir que sí", afirma Pécoul.

Inversión

Porque, según el informe que ha publicado DNDi, la inversión en este tipo de enfermedades es más barata que la que se hace para "otras del mundo desarrollado", como las cardiovasculares, y también es más rentable. "Con nuestro modelo colaborativo, hemos comprobado que para desarrollar un tratamiento modificado de uno ya existente [pero poco eficaz y con efectos secundarios], hacen falta entre 10 y 40 millones de euros y en el caso de una terapia totalmente nueva, nuestra estimación está entre 50 y 100 millones de euros, que no es el coste que dicen las farmacéuticas donde se habla de un billón de euros para desarrollar una medicina.
Hace falta una explicación, porque estamos hablando de enfermedades donde no hay nada o hay muy poco. Es mucho más fácil desarrollar un tratamiento nuevo para una enfermedad que no tiene una terapia que desarrollar un tratamiento un poquito mejor para disminuir la hipertensión o algo así", señala Pécoul.
La experiencia de estos 10 años, durante los que han establecido más de 350 colaboraciones en 43 países, incluyendo 20 empresas farmacéuticas y de biotecnología y más de 50 universidades e institutos de investigación, ha hecho que esta institución mejore la eficiencia del proceso de elaboración de nuevos tratamientos. "Invertir en estas enfermedades es más barato y es una buena inversión, sobre todo si miramos las vidas que se pueden salvar, el coste-beneficio para la población", declara el director ejecutivo de DNDi. 

"MSF fue el impulsor del modelo innovador de DNDi y, hoy en día, los resultados de este experimento ya son concretos y palpables para pacientes en el terreno que han podido salvar o mejorar sus vidas", señalaba en un comunicado tras la presentación del informe de esta iniciativa Joanne Liu, presidente de MSF Internacional. "MSF está orgulloso de renovar su compromiso con la iniciativa, tanto en términos de financiación como de colaboración en el campo en los próximos años".

Desde su creación, DNDi ha conseguido recaudar, a partir de donantes públicos y privados, 277 millones de euros de los 400 millones que serán necesarios para entregar de 11 hasta 13 nuevos tratamientos para 2018. 

En este logro económico, Pecóul destaca el apoyo del gobierno de Reino Unido -"ha sido un gran líder y muy práctico"-, y de España, que "en los últimos 10 años ha ayudado de una forma importante", aunque en los dos últimos años haya frenado su apoyo.
"En general, los gobiernos de Europa han jugado un papel importante. Lo que hace falta en esto es la sostenibilidad de esa inversión y también involucrar a otros, los países emergentes. Estos últimos tienen muchos motivos para invertir porque, de un lado, tienen los problemas y del otro, las soluciones. Se habla de Brasil, de la India... hay un montón de enfermos en esos países y tienen capacidades financieras y técnicas para responder ante estas enfermedades. De momento, en 2013 hemos recibido el apoyo de Brasil, es sólo el principio de una colaboración más sostenible. Con la India hay un plan, que todavía no se ha traducido en recursos porque su administración es muy lenta, pero hay un plan".

original en   http://mun.do/1gC0ynq


viernes, 25 de octubre de 2013

Sólo el 4% de los nuevos medicamentos es para las enfermedades de los más pobres


Manuel Ansede , EsMateria 24/10/2013

Un estudio constata que la industria farmacéutica y los gobiernos de todo el mundo siguen preocupándose más por la salud de los habitantes de los países más ricos


La industria farmacéutica y los gobiernos de todo el mundo siguen preocupándose más por la salud de los ricos. Según un nuevo estudio, sólo el 4% de los nuevos fármacos y vacunas aprobados entre 2000 y 2011 en todo el planeta es para tratar las llamadas
enfermedades olvidadas, que azotan a los países más pobres. Son males como la malaria, la tuberculosis, las 17 enfermedades tropicales desatendidas (que afectan a 1.000 millones de personas), 11 enfermedades diarreicas (que matan anualmente a unos 760.000 niños menores de cinco años) y otras 19 patologías ligadas a la pobreza.

El estudio, elaborado por la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas, Médicos Sin Fronteras y la Organización Mundial de la Salud, denuncia que de los 850 nuevos fármacos y vacunas aprobados para todas las enfermedades, sólo 37 sirven para las enfermedades olvidadas, que representan casi el 11% de la pérdida de salud de los habitantes del planeta. Sin medicamentos adecuados, estas dolencias de los más pobres son tratadas con viejos fármacos que
en muchos casos son puro veneno.

“Aunque se ha avanzado en la última década, todavía vemos deficiencias mortales en nuevas medicinas para algunos de los pacientes menos visibles del planeta”, ha criticado hoy
en un comunicado Nathalie Strub-Wourgaft, directora médica de la iniciativa. “Nuestros pacientes están a la espera de verdaderos avances médicos”, ha lamentado un coautor del estudio, Jean-Hervé Bradol, de Médicos Sin Fronteras. “La gente sigue sufriendo y muriendo por estas enfermedades y los responsables sanitarios deben ser capaces de ofrecer a todos los pacientes, independientemente de su capacidad para pagar, el mejor tratamiento posible. Sólo entonces podremos decir que hemos progresado”, remacha en el mismo comunicado.
Antes era peor


El análisis,
publicado en la revista The Lancet Global Health, muestra que de los 336 nuevos fármacos aprobados entre 2000 y 2011, sólo cuatro (el 1,2%) sirven para tratar enfermedades olvidadas. Tres son para la malaria y uno para enfermedades diarreicas. Ninguno, en toda una década, está destinado a una de las 17 enfermedades tropicales desatendidas, como el horroroso gusano de Guinea, el pian que borra rostros de niños o la oncocercosis, provocada por un parásito que ha dejado ciegas a 500.000 personas en el mundo.


Sólo el 1,4% de los casi 150.000 ensayos clínicos registrados en 2011 estaba relacionado con enfermedades olvidadas

En la misma línea de absoluta indiferencia hacia estos enfermos, en diciembre de 2011 sólo el 1,4% de los casi 150.000 ensayos clínicos registrados para probar nuevos productos terapéuticos estaba relacionado con las enfermedades olvidadas.

Aun así, el estudio constata una tendencia mínimamente positiva. Entre 1975 y 1999, cada año se aprobaba un nuevo producto de media contra las enfermedades olvidadas. Entre 2000 y 2011, la media es de 2,4 novedades al año. Los autores predicen que hacia 2018 se alcanzará un ritmo de casi cinco productos anuales.

La industria farmacéutica, que como toda empresa busca beneficios, deja de lado estas enfermedades, según recalca el trabajo. Sólo el 23% de los ensayos clínicos está financiado por el sector privado, frente al 54% que cuenta con dinero público. Otro 15% de los ensayos está respaldado por financiación de fundaciones u organizaciones sin ánimo de lucro. El 8% restante es mixto.


REFERENCIA

'The drug and vaccine landscape for neglected diseases (2000-11): a systematic assessment' DOI: 10.1016/S2214-109X(13)70078-0

Manuel Ansede

Manuel Ansede
Periodista y veterinario. Ha cubierto las tres últimas cumbres del clima de la ONU e informado sobre ciencia y medio ambiente desde Asia, África, América y Europa.
 
 
enlace original http://bit.ly/1e3Nc4q

lunes, 15 de julio de 2013

Lista de la OMS: 3 inclusiones para enfermedades olvidadas en niños

La OMS incorpora tres tratamientos para enfermedades olvidadas a su listado de medicamentos esenciales en niños
PARA TRATAR LA MALARIA, EL CHAGAS Y LA ENFERMEDAD DEL SUEÑO


12 Jul. (EUROPA PRESS) -

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado a conocer esta semana una nueva actualización de su Listado Modelo de Medicamentos Esenciales de Uso Pediátrico, para incorporar tres tratamientos para enfermedades olvidadas en determinados países, como son la malaria, el Chagas y la enfermedad del sueño.

Uno de los fármacos incorporados es la combinación de dosis fija de artesunato-mefloquina (ASMQ FDC) para el tratamiento de la malaria en niños y adultos. Esta terapia fue desarrollada por las compañías brasileñas Farmanguinhos/Fiocruz y se comercializó por primera vez en el país sudamericano en 2008. Tras llegar a un acuerdo Cipla comenzó a registrarse en 2012-2013 en otros países como La India, Malasia y Myanmar.

También se ha añadido la terapia combinada nifurtimox-eflornitina (Connect) para el tratamiento de la enfermedad del sueño en etapa tardía (tripanosomiasis africana humana) en niños.

Desarrollado en colaboración con Médicos Sin Fronteras, Epicentro y el Instituto Suizo de Salud Pública y Tropical, se utiliza en adultos desde 2009, se trata de la primera alternativa terapéutica novedosa contra esta enfermedad en los últimos 25 años.

De hecho, ya se comenzado a usar y distribuir por la OMS --con el apoyo de donaciones de Sanofi y Bayer-- a través de programas de control nacionales en 12 países del África subsahariana, donde se producen el 98 por ciento de los casos de enfermedad del sueño en fase tardía.

El otro fármaco incluido es la versión pediátrica del benzidazol para el tratamiento de la enfermedad de Chagas, desarrollada en colaboración con Lafepe (Brasil) como un comprimido oral de fácil administración en niños pequeños. El tratamiento se registró en Brasil en 2011.

"Los niños son a menudo las primeras víctimas de las enfermedades parasitarias en los países en desarrollo, por lo que estamos muy contentos de estos tres fármacos incorporados", según ha defendido el doctor Bernard Pecoul, director ejecutivo de la iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, en sus siglas en inglés).

De hecho, este experto confía en que su inclusión "facilite el acceso, su rápida utilización en los países endémicos para asegurarse de que se benefician los pacientes jóvenes que más lo necesitan
".
 

jueves, 20 de junio de 2013

Las enfermedades olvidadas suponen el 90% de la morbilidad y solo el 10% del I+D


La organización DNDi desarrolla fármacos para la malaria o el VIH pediátrico que afectan a millones de personas en países subdesarrollados 
D. Valera, Hoy.es 19/06/13 


La malaria afecta a 200 millones de personas cada año. Más de 7.000 pacientes al día son tratados de la enfermedad del sueño (tripanosomiasis africana) y 350.000 niños nacen con VIH anualmente, el 90% de ellos en África. Sin embargo, pese a su enorme repercusión cuantitativa, estas enfermedades -hasta un total de 17- se engloban bajo la denominación de olvidadas. Afectan a cientos de millones de personas de países subdesarrollados y emergentes incapaces de formar un mercado atractivo para la industria farmacéutica. Como ejemplo, a las enfermedades que representan el 90% de la morbilidad solo se dedica el 10% de la investigación mundial.

Para tratar de corregir este desequilibrio, en 2003 surgió la Iniciativa Medicamentos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi, en inglés), una organización con colaboración pública y privada cuyo objetivo es desarrollar nuevos fármacos para estas patologías menos tratadas por la industria. «Trabajamos con enfermedades olvidadas y con población olvidada», explicó ayer el doctor Bernard Pécoul, director ejecutivo de DNDi, que se encuentra en Madrid para recoger el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo. Y es que uno de los principales problemas para tratar a estos pacientes no radica tanto en la enfermedad -que también- sino en las dificultades de acceso a la población remota, cuyas pésimas condiciones de vida contribuyen a la aparición de estas enfermedades.

El nacimiento de DNDi es resultado de la iniciativa conjunta de Médicos sin Fronteras, Consejo Indio de Investigación Médica, Instituto de Investigación Médica de Kenya, Ministerio de Salud de Malasia, Instituto Pasteur de Francia, Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) de Brasil, y el Programa Especial para la Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Olvidadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La organización trabaja en nuevos tratamientos orales, que son «mucho más fáciles de administrar en zonas donde los recursos son escasos». Así, y mediante estos métodos, «ya ha mejorado el tratamiento contra estas enfermedades combinando terapias que existían previamente», asegura Pécoul .

Desde 1975 a 1999 solo 16 de los 1.393 nuevos fármacos estaban dirigidos a las enfermedades tropicales, malaria y tuberculosis. «En las últimas décadas ha habido avances, pero el desequilibrio fatal continúa», aseguró Pécoul. En concreto, únicamente el 3,8% de los productos desarrollados entre 2000 y 2011 eran para enfermedades olvidadas.

Sin embargo, en diez años de trabajo, DNDi ya ha desarrollado seis tratamientos. Dos antimaláricos, una terapia combinada para enfermedad del sueño avanzada, otra combinada para leishmaniasis visceral en África, un conjunto de terapias para esta patología en Asia, y una formulación pediátrica de benznidazole para el mal de Chagas.

España retira su aportación

«No podemos hacerlo solos. Necesitamos el apoyo de nuestros socios», recordó Pécoul. El objetivo es lograr 400 millones de euros hasta 2018, de los que ya se han recaudado 223. Hasta ahora España era uno de los principales contribuyentes al programa con una aportación de 12 millones de euros en los últimos siete años a través de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (Aecid). Sin embargo, la crisis económica ha hecho mella en esta colaboración y Pécoul confirmó que España retirará su contribución este año. El responsable de la organización aseguró que seguirán manteniendo una estrecha colaboración con la cooperación española con la intención de que en los próximos años se reanude la ayuda económica: «Nuestro proyecto no es a corto plazo. Si queremos cambiar algo necesitamos apoyo a largo plazo».


lunes, 17 de junio de 2013

El acceso a la ciencia y sus beneficios, un derecho humano ignorado



Javier Salas , Materia.es 15/06/2013


Un artículo en ‘Science’ reivindica que se consolide el derecho humano al acceso a la ciencia y sus innovaciones, recogido por la ONU desde 1966 pero ignorado por la sociedad y los gobiernos


¿Qué es la ciencia? 
La ciencia no es gente en bata blanca metida en laboratorios descubriendo cosas abstractas de confusa utilidad. La ciencia es medicamentos para las enfermedades tropicales olvidadas, es electricidad para rescatar nuestras vidas de las tinieblas, es agua potable y saneamientos adecuados para evitar la propagación de pandemias, es hacer el mundo más comprensible, es salvar especies en extinción, es alimentar dignamente a todos los humanos, es empatizar fácilmente con cualquier persona del planeta gracias a las nuevas tecnologías. Todo eso, y muchísimas cosas más. Tantas y tan importantes, que el acceso a la ciencia y sus logros es, sin lugar a dudas, un derecho humano de primer orden.

Así lo reconoce desde 1966 la Carta Internacional de los Derechos Humanos, en el artículo 15 del llamado Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que cuenta con la firma de 160 países. Todos ellos “reconocen el derecho de toda persona a gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones”. Además, los ciudadanos tienen derecho a “beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas”. Es más, los estados firmantes deben tomar las medidas “necesarias para la conservación, el desarrollo y la difusión de la ciencia” y se comprometen a respetar la indispensable libertad para la investigación científica”.

“Hay poca conciencia de este derecho. El mayor obstáculo es la actitud hacia la ciencia”, lamenta una experta

La ciencia, como vemos, es un derecho humano, pero está lejos de considerarse así por la sociedad y los estados que deberían velar por el cumplimiento de este pacto. “El artículo 15 recoge el derecho de toda persona a gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones. Sin embargo, hay poca conciencia de este derecho, en parte debido a la falta de entendimiento en cuanto a qué tipo de obligaciones legales impone a los estados y qué tipos de derechos debe proporcionar”, explica a Materia Audrey Chapman, que firma un artículo en el último número de Science reivindicando atención y protección sobre el derecho a la ciencia.

Parece evidente que se trata de un derecho demasiado abstracto y que alguien debe bajarlo a la tierra, darle forma, articularlo y sentar las bases para que los gobiernos se sientan obligados por ese texto. Le corresponde al Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que supervisa el pacto, “adoptar una declaración oficial sobre el significado y la aplicación del derecho que proporcione orientaciones claras sobre los pasos que deben dar los gobiernos para su aplicación”.


El acceso abierto y otras trabas

“Si el comité interpretara el artículo sobre el derecho a disfrutar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones proporcionaría al fin una interpretación oficial”, explica Chapman, profesora de Ética Médica y Humanidades de la Universidad de Connecticut. Ese tipo de declaraciones, como las que hizo en su día para el derecho al agua o a la comida, vinculan a los estados firmantes del Pacto y que están obligados a cumplirlo.



Pero el comité es reticente a dar una directriz debido a la complejidad de todos los aspectos que están en juego en torno a la ciencia y su aplicación. Por ejemplo, la conflictiva cuestión de la propiedad intelectual de los avances científicos. Se trata de una batalla mucho más que compleja, que enfrenta a gobiernos y multinacionales por patentes de medicamentos o que llevó al mártir de la causa del open access, Aaron Swartz, a verse acosado por las autoridades de EEUU tras descargar millones de artículos académicos.

“El tema de la propiedad intelectual es un tema importante”, aclara Chapman, “pero un mayor obstáculo potencial es la actitud hacia la ciencia”. “La ciencia casi nunca es abordada desde la perspectiva de los derechos humanos. Tradicionalmente, la ciencia es tan sólo un área de estudio y para la búsqueda de conocimiento. Más recientemente, la ciencia se ha identificado como un instrumento para estimular el crecimiento económico y mejorar la competitividad. Es necesario enfocar la ciencia desde la perspectiva de los derechos humanos para que sea vista principalmente como un medio para mejorar el bienestar humano”, resume la investigadora.
Movilización científica

En este momento, el mundo de la ciencia se está movilizando para proporcionar a ese comité de la ONU las herramientas legales, intelectuales y académicas que faciliten que otorgue ese poder vinculante a un derecho humano tan decisivo como el que recoge el artículo 15 del pacto. Por ejemplo, por medio de un congreso organizado a tal fin por la editora de la revista Science, la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.


“La ciencia debe ser vista como un medio para mejorar el bienestar humano”, asegura Chapman

La relatora especial de la ONU para los derechos culturales, Farida Shaheed, ya hizo una gran aportación hace justo un año, al presentar un informe ante la Asamblea General de la ONU titulado: “El derecho a disfrutar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones” (PDF).

Farida Shaheed señala en su informe que los gobiernos deberían garantizar a todas las personas el acceso sin discriminación a los beneficios proporcionados por la ciencia y la tecnología, la oportunidad de contribuir a su desarrollo, la participación en la toma de decisiones científicas por medio de la información y fomentar la conservación, desarrollo y difusión de la ciencia y la tecnología. En resumen, poner a disposición de cada ser humano las innovaciones esenciales que permitan vivir con dignidad. Ni más, ni menos.


REFERENCIA 
'A Human Right to Science' DOI: 10.1126/science.1233319

Javier Salas

Javier Salas
Periodista especializado en información científica, tecnológica y medioambiental. Antes estuvo dos años y medio en la web de Informativos Telecinco y cuatro años y medio en Público.

original disponible en : http://bit.ly/12h0m6Y

jueves, 24 de enero de 2013

El escándalo de los medicamentos veneno



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Manuel Ansede, Es Materia, 23/01/2013


Sólo el 1,4% de los 150.000 ensayos clínicos actuales se dedica a las enfermedades de los más pobres y, mientras, los médicos tienen que usar fármacos creados hace medio siglo con efectos secundarios brutales o que incluso matan a los pacientes.
Sólo cuatro de los 336 nuevos medicamentos diseñados entre 2000 y 2011 son para enfermedades olvidadas


Parece difícil sentir indignación porque una mujer tenga la opción de quitarse el bigote, pero depende de qué crema contra el vello facial use y de si se conoce la delirante historia de la eflornitina. El relato, como muchos buenos relatos, empieza en África. Hace 25 años, en concreto. Por entonces, en el continente se registraban cada año unos 350.000 casos de la enfermedad del sueño. El proceso era siempre el mismo: una mosca tsetsé picaba a los campesinos y les transmitía un parásito, que se multiplicaba en su sangre e invadía su cuerpo. Los bichos microscópicos infectaban el sistema nervioso central. Y el comportamiento de los enfermos se transformaba. Sentían confusión y eran incapaces de coordinar sus movimientos. Y si la enfermedad no se trataba, morían.

En aquella época, el único tratamiento era prácticamente un veneno: pinchazos en vena de melarsoprol, un derivado del arsénico que se empleaba desde 1949 y todavía hoy se sigue utilizando como alternativa. Los enfermos tratados sufrían diarreas con sangre, alergias e incluso un síndrome encefalopático letal. El propio tratamiento provocaba hasta el 10% de las muertes asociadas a la enfermedad. Los médicos mataban antes de que lo hiciera el parásito, porque la industria farmacéutica no ofrecía ninguna otra opción.


Entonces llegó la esperanza. En 1990, la Agencia Federal del Medicamento de EEUU aprobó un nuevo fármaco más seguro, la eflornitina, desarrollado en origen contra el cáncer. Cundió el entusiasmo. Uganda, uno de los países con los que se cebaba la enfermedad del sueño, lo registró en 1993 y en seguida hicieron lo mismo otros países. La enfermedad del sueño había llegado a ser la primera causa de muerte en algunas aldeas africanas, incluso por delante del sida, pero la batalla contra la enfermedad se podía ganar.

Inyecciones, no, cremas, sí

Y, entonces, el productor original de la eflornitina (la farmacéutica estadounidense Marion Merrel Dow, luego Hoechst Marion Roussel) decidió interrumpir la producción porque no era rentable. Los médicos africanos tuvieron que seguir envenenando a sus pacientes con el derivado del arsénico.

Y, para rematar, la producción de eflornitina se retomó sólo cuando se descubrió que impedía la aparición del vello facial. No había inyecciones para los enfermos, pero había cremas para las coquetas. Las mujeres europeas empezaron a ponerse en el bigote un fármaco cuya ausencia en África mataba a miles de personas.


La médico Nines Lima recuerda la historia de la eflornitina con indignación. Ha trabajado en hospitales de Somalia, Congo, Afganistán, India, Angola, Sudán, Níger. Y en todos los lugares la misma historia: personas muriendo por enfermedades propias del Medievo, tratadas con medicamentos desarrollados hace medio siglo y con efectos secundarios brutales. Algunos son, más que medicamentos, venenos.

“Debemos hacer presión política para denunciar que la I+D sigue intereses comerciales y no las necesidades de la salud mundial”, clama Lima. Los últimos datos que maneja su organización, Médicos Sin Fronteras (MSF), son escandalosos. Entre 2000 y 2011, la industria y las instituciones públicas diseñaron 336 medicamentos nuevos, pero sólo cuatro de ellos se pensaron para tratar enfermedades tropicales olvidadas. En otras palabras, sólo el 1,2% de los nuevos fármacos sirven para luchar contra enfermedades que representan el 10,5% de la pérdida de salud de los habitantes del planeta. Son datos de un estudio todavía sin publicar elaborado por MSF y la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas.



Fármacos que producen sordera

Mientras la tuberculosis y las 17 enfermedades tropicales consideradas desatendidas por la OMS mantienen a unos 1.400 millones de personas hundidas en la pobreza, las compañías farmacéuticas y los organismos públicos se centran en investigar las enfermedades de los ricos. A fecha de diciembre de 2011, sólo el 1,4% de los 150.000 ensayos clínicos registrados estaban dedicados a las enfermedades desatendidas, según el mismo estudio.


La tuberculosis multirresistente es un buen ejemplo de cómo funciona el sistema. Está causada por bacterias que se hacen resistentes a los dos medicamentos más poderosos que existen contra la enfermedad clásica. Así que para combatir a la bacteria es necesario un tratamiento salvaje: dos años tomando hasta 20 pastillas al día que producen depresión, dolores insoportables, náuseas, reacciones psicóticas e incluso sordera definitiva. Y aún así sólo se curan la mitad de los pacientes. Sólo en 2011 se registraron 310.000 nuevos casos de esta tuberculosis multirresistente y uno de cada cinco enfermos recibió este tratamiento horrible. El resto, directamente nada.

El pasado 31 de diciembre, sin embargo, ocurrió un hecho histórico. La Agencia Federal del Medicamento de EEUU aprobó el primer fármaco contra la tuberculosis desde 1963, la bedaquilina, producida por la multinacional estadounidense Johnson & Johnson. El director de la Campaña de Acceso de MSF, Manica Balasegaram, lo recibió como “un avance mayúsculo”. Y las ONG contra la pobreza luchan para que este éxito se repita.

Una batalla con final feliz

Nines Lima viajará dentro de un mes desde Barcelona hasta Batangafo, un pueblo del noroeste de la República Centroafricana, escenario de una crisis humanitaria totalmente invisible. En medio de un levantamiento armado contra el Gobierno, MSF ha puesto en marcha un ensayo clínico para probar un nuevo tratamiento contra la enfermedad del sueño. “Necesitamos mejores fármacos, con menos efectos secundarios y más eficaces”, expone Lima.


Científico del Instituto de Investigación Vall d’HebronLa presión política de MSF tras el escándalo de la crema contra el vello facial surtió efecto y entre 2000 y 2001 la OMS llegó a acuerdos con las farmacéuticas Aventis Pharma (que absorbió a Hoechst Marion Roussel, la empresa que detuvo la producción de eflornitina porque no era rentable, y hoy forma parte de la francesa Sanofi) y Bayer Health Care, que comenzaron a suministrar gratuitamente medicamentos para tratar la enfermedad del sueño. Es una batalla con final feliz, de momento. Hace una década había 30.000 casos anuales de enfermedad del sueño. En 2011 fueron unos 7.000.

“Con las enfermedades olvidadas algunas farmacéuticas sólo quieren limpiar su imagen, diciendo que tienen colaboraciones de este tipo”, sentencia el médico Israel Molina, del Instituto de Investigación Vall d’Hebron, un centro público situado en Barcelona. Molina coordina un macroproyecto internacional seleccionado por la Comisión Europea para conseguir un fármaco más eficaz, barato y benigno contra la enfermedad de Chagas, que afecta a unos ocho millones de personas en todo el mundo, sobre todo en América Latina. “El tratamiento actual contra el chagas, el benznidazol, es un veneno”, explica. Alrededor del 15% de los pacientes tienen que abandonar el tratamiento por su toxicidad. La supuesta cura muchas veces es peor que la enfermedad, que por su parte puede destruir las paredes del corazón hasta la muerte.


“No te donamos fármacos”

Hace cinco años, Molina y su equipo pensaron que un fármaco contra los hongos, el posaconazol, podría ser útil para tratar la enfermedad de Chagas, prima hermana americana de la enfermedad del sueño. Y Molina trató de investigar su hipótesis.

“Las industrias farmacéuticas no quisieron colaborar en los ensayos con estos productos porque no eran rentables”, denuncia. La empresa propietaria del posaconazol, Schering-Plough, rechazó donar fármacos para la investigación. “Llamamos y nos dijeron que no”, recuerda. Los científicos pidieron entonces una ayuda pública de 400.000 euros para comprar posaconazol a la farmacéutica y continuar por las bravas su investigación, que por otra parte no ha dado los resultados esperados. Por el camino, la estadounidense Merck ha comprado a Schering-Plough.


“El posaconazol es caro. El tratamiento de cada paciente hoy habría costado unos 7.500 euros. Si hubiéramos demostrado que el posaconazol es fantástico contra la enfermedad de Chagas, Schering-Plough habría estado obligada a reducir los costes de producción, lo que para ella supone no ganar todo lo que podía ganar. Y si no hubieran reducido los costes, habría sido un escándalo. Por eso no quisieron colaborar en los ensayos”, explica Molina. Que la industria no quiera donar fármacos para participar en este tipo de ensayos es relativamente común, aunque en su nuevo proyecto sí participan dos laboratorios farmacéuticos —Bio Praxis, de Francia, y Elea, de Argentina— que han firmado un documento en el que se comprometen a no enriquecerse con los resultados de la investigación. “Elea y Bio Praxis tienen en sus cartas fundacionales el compromiso con la investigación en enfermedades olvidadas. Sería injusto tildar a todas las farmacéuticas de interesadas”, subraya Molina. Tras absorber a Schering-Plough, Merck también ha comenzado un proyecto para estudiar el tratamiento de la enfermedad de Chagas con posaconazol.
“La situación ha cambiado con el chagas. Ahora está de moda entre las farmacéuticas”, señala Molina. “Los enfermos han salido de sus países, que son pobres, y han emigrado a países ricos. Ahora sí interesan a las farmacéuticas”, aclara. Bolivia es el país más afectado por el chagas, pero más de 200.000 bolivianos viven en España.


“Un escándalo absoluto”

El caso de la enfermedad de Chagas ha sido, sin embargo, un “escándalo absoluto”, en palabras del médico Rogelio López-Vélez, responsable de la Unidad de Medicina Tropical en el Hospital Ramon y Cajal de Madrid. La multinacional farmacéutica Roche tuvo el monopolio del único tratamiento contra el chagas, el benznidazol, durante más de 20 años. Es casi un veneno, pero es el único tratamiento contra la enfermedad.

En 2003, Roche donó la tecnología necesaria para fabricar el benznidazol al laboratorio público brasileño Lafepe, pero la incompetencia de esta instalación dejó al mundo sin pastillas contra el chagas entre 2011 y 2012. Una enfermedad que cada año mata a 10.000 personas se quedó sin tratamiento. Sólo en España, 24.000 bolivianos se quedaron sin los fármacos que necesitaban. “Ahora hay una recuperación tímida, gracias al laboratorio argentino Elea, que ha empezado a producir más benznidazol”, explica López-Vélez.

Hace un año, la Fundación Bill y Melinda Gates reunió en Londres a la Organización Mundial de la Salud, a 13 empresas farmacéuticas, al Banco Mundial y a países donantes, como EEUU y Reino Unido. De la conferencia salió una alianza para controlar o eliminar 10 enfermedades tropicales a lo largo de esta década. Médicos Sin Fronteras aplaudió, pero bajito. Uno de sus responsables, Daniel Berman, exigió en seguida “una mayor inversión [...] en nuevos y mejores tratamientos”.

Y el presidente de MSF, Unni Karunakara, estalló hace un mes en una conferencia en Nueva York. “La gente sigue muriendo de enfermedades arcaicas. Los profesionales sanitarios están todavía atados por las carencias de medicamentos disponibles, obligados a tratar a sus pacientes con medicamentos que tienen décadas de antigüedad y que suelen ser brutales”, bramó. “Nuestros pacientes están a la espera de avances científicos reales”.



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