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viernes, 13 de mayo de 2016

Por qué que India otorgue la patente del sofosbuvir a Gilead Sciences es una mala noticia para los que viven con hepatitis C en países en vías de desarrollo

MSF,  12 de mayo de 2016

A partir de ahora millones de personas no tendrán un acceso asequible al medicamento.

La patente recientemente concedida por la oficina de patentes de la India fue rechazada inicialmente en enero de 2015, justo antes de la visita del presidente Obama a la India, hecho que fue visto con molestia por los EE.UU. Gilead apeló el rechazo y la patente ha sido ahora concedida.
  • La patente para el sofosbuvir ha sido rechazada en Egipto, China y Ucrania, y otras oposiciones de patentes se han presentado en Argentina, Brasil, Rusia, Tailandia y la Unión Europea.
  • A pesar de que Gilead ha firmado licencias con múltiples fabricantes de genéricos de la India para producir el fármaco y venderlo en los países más pobres del mundo, estos productores están impedidos de vender versiones más asequibles del sofosbuvir a muchos países de ingresos medios, donde viven aproximadamente 50 millones de personas con hepatitis C. Esto esto deja a los pacientes en estos países vulnerables a los altos precios que Gilead elige cobrar.
  • Gilead ha fijado el precio sofosbuvir en $ 1.000 dólares por píldora o $ 84.000 por tratamiento en EE.UU. Ganó más de $ 15.5 millones de dólares por las ventas del medicamento solamente durante 2014 y 2015 .
Leena Menghaney, Jefe Regional del Sur de Asia, Campaña de Acceso a Medicamentos de Médicos Sin Fronteras: 
"Esta decisión sobre la patente es una mala noticia para las personas que viven con hepatitis C en muchos países en vías de desarrollo; MSF trata actualmente a personas que viven con hepatitis C en la India, Pakistán y Myanmar, pero sabemos que hay millones de personas en otros países que a partir de ahora no tendrán un acceso asequible al medicamento a causa de esta decisión. Organizaciones médico-humanitarias y grupos de pacientes han manifestado su preocupación de que el gobierno indio ceda a la presión de los Estados Unidos para diluir el funcionamiento independiente de la oficina de patentes de la India, de forma que las reivindicaciones de patentes se concedan con mucha más facilidad a las empresas estadounidenses.
Esta decisión impedirá ahora que las empresas genéricas indias -que estaban planeando entrar en el mercado de forma independiente- puedan proveer no únicamente a los pacientes en la India, sino también a los pacientes en los países de ingresos medios,
que tienen un gran número de personas viviendo con hepatitis C, y los cuales actualmente no pueden acceder al sofosbuvir debido a la prohibición establecida por Gilead en virtud del acuerdo de licencia con los productores".
Tahir Amin, Co-fundador y Director de Propiedad Intelectual, Iniciativa de Medicamentos, Acceso y Conocimiento (I-MAK)
"El sofosbuvir no es merecedor de una patente - fue desarrollado utilizando técnicas publicadas previamente y que se han utilizado en varias ocasiones en otros fármacos antivirales.
De hecho, las patentes injustificadas de Gilead sobre el sofosbuvir ya han sido rechazadas por China, Ucrania y Egipto. Por desgracia, la decisión de la oficina de patentes de la India es errónea, ignora los hechos científicos y
no se atiene a las normas de la ley de patentes de la India para garantizar que sólo sean patentadas nuevas invenciones.
I-MAK y la Red de Personas Positivas de Delhi (DNP +) van a apelar la decisión para asegurar que el sistema de patentes de la India se mantenga acorde con la integridad de la ley y con la salud pública".

jueves, 12 de mayo de 2016

India otorga a Gilead la patente sobre el compuesto básico de sofosbuvir para la hepatitis C

HepC_India_SofHearingProtest_Feb2016-MSF

El Mundo (España) 11 de mayo de 2016
 
La India otorga a Gilead Sciencies la patente sobre el compuesto básico de sofosbuvir para la hepatitis C, según ha informado Médicos Sin Fronteras (MSF), quien ha calificado esta decisión de “mala noticia” para las personas que viven con hepatitis C en muchos países en vías de desarrollo.


“MSF trata actualmente a personas que viven con hepatitis C en la India, Pakistán y Myanmar, pero sabemos que hay millones de personas en otros países que a partir de ahora no tendrán un acceso asequible al medicamento a causa de esta decisión“, ha señalado la organización.
Además, ha recordado que asociaciones médico-humanitarias y grupos de pacientes han manifestado su preocupación ante la posibilidad de que el Gobierno indio ceda a la “presión” de Estados Unidos para diluir el funcionamiento independiente de la oficina de patentes de la India, de forma que las reivindicaciones de patentes se concedan con mucha más facilidad a las empresas estadounidenses.
“Esta decisión impedirá ahora que las empresas genéricas indias puedan proveer no únicamente a los pacientes en la India, sino también a los pacientes en los países de ingresos medios, que tienen un gran número de personas viviendo con hepatitis C, y los cuales actualmente no pueden acceder al sofosbuvir debido a la prohibición establecida por Gilead en virtud del acuerdo de licencia con los productores”, ha argumentado MSF.
En este sentido, la responsable en el Sur de Asia de la Campaña de Acceso a Medicamentos de MSF, Leena Menghaney, ha avisado de que sofosbuvir “no es merecedor de una patente”, ya que fue desarrollado utilizando técnicas publicadas previamente y se han utilizado en varias ocasiones en otros fármacos antivirales.
De hecho, prosigue, las patentes “injustificadas” de Gilead sobre el sofosbuvir ya han sido rechazadas por China, Ucrania y Egipto. “Por desgracia, la decisión de la oficina de patentes de la India es errónea, ignora los hechos científicos y no se atiene a las normas de la ley de patentes de la India para garantizar que sólo sean patentadas nuevas invenciones. I-MAK y la Red de Personas Positivas de Delhi (DNP +) van a apelar la decisión para asegurar que el sistema de patentes de la India se mantenga acorde con la integridad de la ley y con la salud pública”, ha zanjado el cofundador y director de propiedad intelectual, iniciativa de medicamentos, acceso y conocimiento (I-MAK), Tahir Amin.
“Esta decisión subraya la innovación científica implicada en el desarrollo de este innovador tratamiento para la hepatitis C crónica. El reconocimiento de la propiedad intelectual es fundamental para la inversión en la industria farmacéutica”, ha señalado Nick Francis, un portavoz de Gilead, en un comunicado recogido en difer
entes webs del sector farmacéutico. El Mundo ha intentado contactar con representantes de la compañía pero no quieren hacer declaraciones al respecto. Gilead ha fijado el precio sofosbuvir en EEUU en 1.000 dólares por píldora (unos 84.000 dólares por lo que dura un tratamiento de 12 semanas). Solamente entre 2014 y 2015, la compañía farmacéutica ganó más de 15.5 millones de dólares por las ventas del medicamento.
Se estima que en todo el mundo unos 150 millones de personas están infectadas con hepatitis C y 700.000 mueren a causa de la enfermedad cada año. Si no se trata, puede causar cirrosis y cáncer hepático. Los tratamientos previos solo lograban un ratio de curación de un 50% y podían causar efectos secundarios insoportables. El sofosbuvir y otros antivirales de acción directa curan en un periodo de 12 a 24 semanas.
 
 

martes, 29 de marzo de 2016

MSF pide a la India que no acuerde con la UE restricciones en producción de genéricos

Europa Press , 29 de marzo de 2016

Médicos sin Fronteras (MSF) reclama al primer ministro de La India, Narendra Modi, que no firme ningún acuerdo con la Unión Europea que restrinja la producción y exportación de medicamentos genéricos a precios asequibles, como parte de las negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio.
Este miércoles se celebrará una cumbre entre la UE e India en Bruselas (Bélgica) para reanudar las conversaciones iniciadas hace nueve años, que incluyen diferentes cuestiones polémicas como las relativas a los temas de propiedad intelectual, que podrían tener un impacto negativo en el acceso a los medicamentos.

“India es una fuente vital de medicamentos genéricos asequibles de los que dependen millones de personas en todo el mundo. Cualquier golpe a la farmacia del mundo en desarrollo tendría consecuencias desastrosas”, ha destacado Joanne Liu, presidenta internacional de MSF.

Esta organización asegura que este país es proveedor de atención médica a pacientes en más de 60 países y, de hecho, dos de cada tres fármacos que adquieren para tratar el VIH, la tuberculosis y la malaria son genéricos producidos en este país asiático.

Pero según lo propuesto por la UE, avisa MSF en un comunicado, “se podría bloquear la salida de India de medicamentos legítimos en su camino hacia los pacientes en vías de desarrollo si una empresa multinacional afirma que se están infringiendo sus derechos de propiedad intelectual”.
“Con las negociaciones comerciales UE-India a punto de reanudarse, todavía hay mucho en juego en materia de acceso a los medicamentos”, recalca Leena Menghaney, responsable de la Campaña de acceso en el sur de Asia, que anima a Modi a “mantenerse firme” y negarse a “cerrar la farmacia del mundo en desarrollo”.

Original EuropaPress http://bit.ly/1SmItdp
MSF pide a la India que no acuerde con la UE restricciones en producción de genéricos

DENTRO DEL ACUERDO DE LIBRE COMERCIO MSF pide a la India que no acuerde con la UE restricciones en producción de genéricos Menéalo Pastillas, drogas, píldoras PIXABAY Publicado 29/03/2016 19:01:11CET MADRID, 29 Mar. (EUROPA PRESS) - Médicos sin Fronteras (MSF) reclama al primer ministro de La India, Narendra Modi, que no firme ningún acuerdo con la Unión Europea que restrinja la producción y exportación de medicamentos genéricos a precios asequibles, como parte de las negociaci ...

Leer mas: http://www.infosalus.com/farmacia/noticia-msf-pide-india-no-acuerde-ue-restricciones-produccion-genericos-20160329190111.html

(c) 2015 Europa Press. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.
MSF pide a la India que no acuerde con la UE restricciones en producción de genéricos

DENTRO DEL ACUERDO DE LIBRE COMERCIO MSF pide a la India que no acuerde con la UE restricciones en producción de genéricos Menéalo Pastillas, drogas, píldoras PIXABAY Publicado 29/03/2016 19:01:11CET MADRID, 29 Mar. (EUROPA PRESS) - Médicos sin Fronteras (MSF) reclama al primer ministro de La India, Narendra Modi, que no firme ningún acuerdo con la Unión Europea que restrinja la producción y exportación de medicamentos genéricos a precios asequibles, como parte de las negociaci ...

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(c) 2015 Europa Press. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.

lunes, 20 de julio de 2015

Gollán se comparó con Oñativia, pero señaló que Cristina no es Ilia

Pharmabaires, julio de 2015

"Yo puedo ser como Oñativia y ustedes me pueden rajar pero la presidenta no es Illia y si ustedes apuestan contra la presidenta, la presidenta les va a subir la apuesta diez veces". La revelación le pertenece al ministro de Salud Daniel Gollán y estuvo dirigida a sus interlocutores de la industria farmacéutica.
Gollán explicó que se comparó con Arturo Oñativia, ministro de Salud del presidente Arturo Illia, durante una de las discusiones con los laboratorios que cotizaron con sensibles aumentos (de hasta 1.790 por ciento, aseguró) en las recientes licitaciones del ministerio de Salud para sus bancos de drogas oncológicas, contra el sida y otras patologías.

La comparación, que hizo pública durante una jornada en el Colegio Público de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, tiene una lectura política, ya que Oñativia fue el autor de la Ley de Medicamentos que, para los historiadores y ensayistas, fue una de las causas del golpe militar de 1966, pues su modelo estatista molestó a los laboratorios instalados en el país y en especial a las multinacionales suizas, acusadas de alentar el derrocamiento de Illia.

También deja abierta a la interpretación política la frase que “la presidenta no es Illia”, admitiendo que el ex presidente radical tenía una supuesta blandura sobre la que avanzó el poder económico y militar.

Gollán precisó que en ese grupo de laboratorios que escucharon su comparación con Oñativia, había multinacionales y “algunos nacionales también”.

Al margen de las comparaciones políticas e históricas, Gollán anunció que la ANMAT no aprobará ningun nuevo medicamento si antes “no hay un acuerdo de precios” con el laboratorio que solicita su comercialización.

Y en esa negociación, participará la Secretaria de Comercio, además del Ministerio de Salud. Experiencia que ya compartieron con la aplicación de la Ley de Abastecimiento ante “los abusos de mercado” durante las recientes licitaciones.

Estas medidas “no son las únicas ni las últimas”, aseguró Gollán, subrayando que “hay que regular aún más fuerte el mercado y de modo sistémico”, aclarando que las medidas que se adopten hasta diciembre de 2015  tendran un efecto "en el mediano y largo plazo".

Sobre la industria y en tono crítico, afirmó que "no entienden otro idioma que vender  mas caro y abusar de su posición dominante", aunque aclaró que “no son todos” y que con “algunos pude negociar”.

Gollán aseguró que el medicamento Sovaldi de Gilead no será aprobado en el país porque “es muy caro” aunque el laboratorio "vino a negociar con nosotros" y ofrecio una sensible rebaja.

Concretamente explicó que Gilead comenzó pidiendo 1000 dólares la píldora como en Estados Unidos y lo terminó ofreciendo por 100.  Pero en la India se consigue la versión genérica por 11 dólares “y nos dijeron que aún así ganan fortunas”, aseguró. 

“Ellos se equivocaron cuando pensaron que ibamos a pagar 54 mil millones de dólares para curar a los 600 mil enfermos de hepatitis C que supuestamente hay en Argentina. Luego bajaron a 100 dólares. Pero tampoco se puede, porque sería el equivalente a dos veces el presupuesto de salud”. afirmó.

Sobre los inspectores de la Anmat, Gollán resaltó que "le estamos metiendo criterios politicos y no solo técnicos” para que clausuren un laboratorio cuando no queda otra alternativa, pero que antes evaluen el aporte de ese laboratorio “a la economía familiar”. 

“La calidad no se negocia pero hay que dejar una vía de escape antes de clausurar porque hay familias que viven de ese trabajo. entonces hay que clausurar solo cuando es una causa justa", subrayó.

También propuso que “hay que avanzar en la Anmat para que el registro sea para todos por igual y hay que medir a todos con la misma vara".

“Hay médicos coimeros, pasa todo el tiempo. Llevan a los médicos a hoteles de cinco estrellas que nosotros nunca podríamos pagar”,  comentó con ironía Gollán, al defender el proyecto que prohíbe la publicidad de medicamentos presentado el año pasado por diputados de La Cámpora.

También afirmó  que se insistirá con la modificación del artículo 2 de la Ley de Genéricos que elimina la opción de la marca comercial, aunque aclaró que “los laboratorios trabajan muy bien sobre los medios”, al sugerir que algunas iniciativas confrontan con posiciones dominantes en la comunicación y el periodismo.

El ministro anunció que pidió una audiencia a la Corte Suprema de Justicia para abordar la”judicialización” contra las obras sociales, las privadas y el propio Ministerio de Salud, por parte de pacientes y sus familiares, que demandan medicamentos y tratamientos de alto costo.

Gollán admitió que a los laboratorios públicos “les cuesta entender que esta es una industria de relojería y no siempre andan bárbaro”.

Previamente, Jorge Rachid, asesor de la Comisión de Salud y coordinador de salud del Ministerio de Defensa, coincidió que “hay que decirlo con todas las letras: los médicos reciben incentivos”.

Rachid aseguró que “somos rehenes de droguerías traen medicamentos caros e importados y funcionan como taxis”.


nota original http://bit.ly/1UCLSbi

lunes, 16 de marzo de 2015

India comercializará por un dólar la vacuna contra rotavirus

El Confidencial, 10 de marzo de 2015

El Gobierno indio empezará este mes a comercializar por 1 dólar su propia vacuna contra el rotavirus, la causa más común de diarrea infantil y que anualmente mata a 500 mil niños menores de 5 años, informó este martes a Efe una fuente oficial.
La vacuna, que será comercializada bajo el nombre de Rotavac, está siendo distribuida en toda la India y estará a la venta “en un mínimo de 10 días, antes de final de mes”, según un portavoz de Bharat Biotech, la compañía india que desarrolló el medicamento y se ocupa de su producción.

El primer ministro de la India, Narendra Modi, presentó oficialmente ayer la vacuna en un acto en el que remarcó el logro que supone para el país asiático haber completado, tras 25 años, su ciclo de producción, desde la investigación hasta su fabricación, de acuerdo con un comunicado del Gobierno indio.

Modi destacó que unos 80.000 niños mueren al año en la India, donde se registran anualmente un millón de hospitalizaciones por diarrea infantil causada por el rotavirus, lo que supone además un fuerte gasto para las arcas del Estado.

En la actualidad, compañías extranjeras venden vacunas contra el rotavirus en la India a 1.100 rupias (17 dólares), frente a las 63 rupias (1 dólar) que costará Rotavac, un precio que mantendrán también cuando sea exportado, recoge el canal indio NDTV.

La compañía Bharat Biotech ha registrado además en 20 países cuatro patentes relacionadas con la fabricación de Rotavac.

La India dejó de conceder patentes a medicamentos en 1970, lo que ayudó al florecimiento de la industria de medicinas baratas, y hoy en día es el segundo país productor de genéricos, por detrás de China, y primer exportador mundial.
Cuando ingresó en la OMC en 2005 volvió a establecer la normativa de la propiedad intelectual y a conceder patentes, pero incluyó en la ley la denominada “cláusula 3d”, que especifica que sólo se concederán patentes a las innovaciones médicas, a las nuevas moléculas y a nuevas formas de sustancias ya conocidas solo en caso de que mejoren sustancialmente su eficacia.
Organizaciones como Unicef o Médicos Sin Fronteras dependen en los países en desarrollo de medicamentos de la India.
Según estas fuentes, el 80 % de los medicamentos para el sida utilizados en el mundo pobre y el 90 % de los antirretrovirales con los que se trata a los niños en todo el planeta tienen origen en el país asiático.

original  en 
bit.ly/1MJIYxz

martes, 10 de marzo de 2015

Patentes de medicamentos: negociación de EE.UU. con India derribaría éxito del 'Obamacare'


Costos farmacéuticos representan un componente cada vez mayor del gasto en atención de la salud.

Dean Baker, Arjun Jayadev y Joseph E. Stiglitz, 
El tiempo (Colombia)  9 de marzo de 2015



La Ley de Atención Médica Asequible y Protección a los Pacientes, de Estados Unidos –la reforma de la atención de la salud, conocida como ‘Obamacare’ y marca distintiva del presidente Barack Obama–, ha logrado ampliar la cobertura del seguro médico a millones de estadounidenses que no habrían podido tenerlo. 
Y, en contra de las advertencias de sus críticos, no ha provocado que aumenten los precios de la atención en la salud.
De hecho, hay esperanzas de que la curva de los precios por fin esté comenzando a disminuir.
No obstante, no es seguro que el ‘Obamacare’ vaya a poder limitar los costos excesivamente altos de la atención médica.
Eso dependerá de las demás políticas de la administración Obama, sobre todo en una esfera que puede parecer ajena a este tema: las discusiones en curso con India sobre propiedad intelectual.
Aquí parece que Obama está decidido a socavar su propia reforma, que es su marca distintiva, debido a la presión del poderoso lobby farmacéutico.
Los costos farmacéuticos representan un componente cada vez mayor del gasto en atención de la salud de Estados Unidos.
En efecto, la proporción de gastos en medicamentos en el PIB casi se ha triplicado en apenas 20 años. Así, pues, reducir los costos de la atención a la salud requiere mayor competencia en la industria farmacéutica, y eso significa permitir la fabricación y distribución de medicamentos genéricos.
En cambio, la administración Obama está buscando un acuerdo con India que debilitaría la competencia que representan los genéricos y, de este modo, haría que los medicamentos que pueden salvar vidas fueran inasequibles para miles de millones de personas en India y en otros lugares.
Esto no es una consecuencia involuntaria de una política que, por lo demás, tuviera buenas intenciones; es el objetivo explícito de la política comercial de Estados Unidos.
Las grandes compañías farmacéuticas multinacionales han estado trabajando desde hace mucho para bloquear la competencia de los genéricos. Sin embargo, el enfoque multilateral, a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ha resultado menos efectivo de lo que esperaban, así que ahora están tratando de conseguir ese objetivo mediante acuerdos bilaterales y regionales.
Las recientes negociaciones con India – la principal fuente de genéricos para los países en desarrollo– son parte esencial de esta estrategia. En los años setenta, India abolió las patentes farmacéuticas y creó una industria de genéricos avanzada y eficiente, capaz de facilitar medicamentos baratos a todo el mundo en desarrollo.
Eso cambió en el 2005, cuando el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los Adpic), de la OMC, obligó a India a permitir las patentes.


Plan B de farmacéuticas
El acuerdo que el presidente Barack Obama busca con India debilitaría la competencia de los genéricos, según los autores. Foto: Archivo / EL TIEMPO.
Sin embargo, en opinión de la industria farmacéutica, el Acuerdo sobre los Adpic no fue suficiente.
Por lo tanto, el deseo del Gobierno de India de mejorar sus relaciones comerciales con Estados Unidos da a la industria una oportunidad ideal para complementar lo que los Adpic no cubrieron y obligar a India a facilitar la obtención de patentes y a reducir la disponibilidad de los genéricos de bajo costo.
Parece que el plan está funcionando hasta ahora.
En otoño, durante su visita a Estados Unidos, el primer ministro indio, Narendra Modi, estuvo de acuerdo en que se estableciera un grupo de trabajo para revaluar la política de patentes del país.
Los participantes estadounidenses en el grupo estarán dirigidos por la Oficina del Representante de Estados Unidos para las Cuestiones Comerciales, que promueve los intereses de las compañías farmacéuticas y no, por ejemplo, por la Academia Nacional de Ciencias (National Academy of Sciences), la Fundación Nacional de Ciencias (National Science Foundation) o la Agencia Nacional de Investigación Médica (National Institutes of Health).
¿Cómo puede India hacer reforzar su sistema de patentes? Para empezar, podría flexibilizar la definición de lo que es un producto ‘novedoso’ y que, por lo tanto, merece protección en materia de propiedad intelectual. Actualmente, India establece condiciones muy estrictas, y como resultado niega patentes para combinaciones nuevas de compuestos que ya existen.
India también podría dejar de emitir licencias obligatorias –un país puede forzar a un inventor a dar licencia de producción sobre su innovación a otro u otros fabricantes– para permitir que otras empresas produzcan el medicamento de un titular de patente a cambio de un derecho –práctica permitida en el marco del Acuerdo sobre los Adpic, pero que es un anatema para la industria farmacéutica–.
La política actual de India permite que los medicamentos se vendan a una fracción del precio monopólico fijado por los titulares de las patentes.
Por ejemplo, un tratamiento con el medicamento Sovaldi, que se utiliza contra la hepatitis C, se vende en Estados Unidos por 84.000 dólares.
Los fabricantes indios pueden vender la versión genérica (profitably) por menos de 1.000 dólares por tratamiento.
El precio genérico significa, de cualquier modo, un gasto enorme para quienes ganan apenas unos dólares al día, pero, a diferencia del precio en Estados Unidos, es algo que muchos gobiernos y organizaciones de ayuda pueden pagar.
Este no es, en absoluto, un ejemplo aislado. Los medicamentos genéricos de bajo costo han hecho posible dar tratamiento a decenas de millones de pacientes infectados de VIH/sida en el mundo en desarrollo.
De hecho, la decisión de las principales compañías farmacéuticas de poner algunos medicamentos a disposición de los pobres a precios bajos se debe en parte a la amenaza de la competencia de los genéricos de India.
Si Estados Unidos obliga a India a reforzar sus reglas sobre patentes hasta que se asemejen más a las normas estadounidenses, la meta de las empresas farmacéuticas se pondría en riesgo.
Naturalmente, si el estricto régimen de patentes de Estados Unidos fuera la mejor forma de promover la innovación en la industria farmacéutica, como sostienen sus defensores, la política de la administración Obama hacia India tal vez podría justificarse. Pero eso no es así.
Puesto que las patentes son básicamente monopolios concedidos por los gobiernos, estas generan las mismas ineficiencias y conducta interesada en ganancias que cualquier otra distorsión del mercado.
Una patente que aumenta el precio de un medicamento cien veces tiene el mismo efecto en el mercado que un arancel del 10.000 por ciento.
En casos así, las empresas farmacéuticas tienen incentivos poderosos para desinformar a los médicos y al público sobre la seguridad y eficacia de sus productos e, incluso, promover sus medicamentos para usos inapropiados mediante pagos complementarios, y con ello persuadir a los doctores a recetarlos.
Asimismo, la investigación promovida por una patente impulsa la opacidad de información, pues las compañías solo revelan la información necesaria para adquirir la patente.
Sin embargo, la transparencia es crucial para que haya un avance científico efectivo.
Muchos economistas, incluidos los autores, han sugerido una variedad de alternativas a la I+D promovida con las patentes que eviten estos problemas.
Si la administración Obama logra obligar a India a fortalecer sus reglamentación de patentes, el cambio no solo dañaría a ese y a otros países en desarrollo, sino que también consagraría un sistema de patentes manifiestamente corrupto e ineficiente en Estados Unidos, donde las compañías aumentan sus ganancias eliminando a la competencia –dentro y fuera del país–.
Después de todo, los genéricos de India a menudo se convierten en la opción más asequible en el mercado estadounidense una vez han vencido las patentes.
Obama hizo bien en impulsar una reforma de los servicios de salud que resultaría en mayor acceso y eficiencia del sector.
En sus negociaciones con India, la administración Obama está emprendiendo una política que desafía estos objetivos, y que tiene consecuencias no solo para India y Estados Unidos, sino también para el mundo.


DEAN BAKER, ARJUN JAYADEV Y JOSEPH E. STIGLITZ*
* Dean Baker es codirector del Centro de Investigación Económica y de Política en Washington, D. C. 
Arjun Jayadev es profesor de Economía en la Universidad de Massachusetts (Boston) y coeditor de ‘Journal of Globalization and Development’. 
Joseph E. Stiglitz es premio nobel de Economía, profesor de la Universidad de Columbia y exvicepresidente del Banco Mundial. 
Traducción de Kena Nequiz. © Project Syndicate 2015.
Nueva York.

nota original:   http://bit.ly/19ec75M

sábado, 17 de enero de 2015

India rechaza la patente del Sofosbuvir para el tratamiento de la hepatitis C

Médicos Sin Fronteras 16 de enero 2015

La Oficina de Patentes india rechazó ayer la petición de Gilead para patentar el medicamento sofosbuvir usado para el tratamiento de hepatitis C.
© Siddharth Singh

El fármaco oral, que recibió la aprobación en Estados Unidos en noviembre de 2013 y tiene un precio fijado en Estados Unidos de 84.000 dólares (más de 71.000 euros) para un tratamiento completo (1.000 dólares, 848 euros, por píldora) ha provocado un debate mundial sobre la fijación de precios de medicamentos con patente. Un estudio de la Universidad de Liverpool mostró que el Sofosbuvir podría ser producido por 101 dólares (85 euros) para un tratamiento de tres meses.
Las recusaciones (una oposición a la patente, una fórmula de revisión ciudadana permitida en muchos países) para algunas de las solicitudes de patente del sofosbuvir fueron presentadas en India por la Iniciativa de Medicamentos, Acceso y Conocimiento (I-MAK) y la Red de Delhi de Personas Positivas (DNP +), en noviembre de 2013 y marzo de 2014.
Gilead ha firmado acuerdos voluntarios de licencia con varios productores de genéricos en India, pero estos acuerdos imponen muchas restricciones, incluyendo qué países pueden tener acceso a los medicamentos producidos bajo estas licencias, así como restricciones agresivas para los proveedores de servicios médicos y pacientes con respecto a la distribución y el uso de los medicamentos. Con el rechazo a la patente, otras empresas que no han firmado la licencia ahora son libres de producir el fármaco. La entrada de nuevos fabricantes de genéricos debería acrecentar la competencia necesaria para reducir drásticamente los precios sobre todo en aquellos países que han sido excluidos del acuerdo de licencia voluntaria y, por lo tanto, aumentar el acceso al medicamento. Aquellos países en los que el fármaco es inasequible, y que fueron excluidos de las licencias, deben hacer todo lo posible para importar versiones genéricas más asequibles procedentes de productores que no firmaron una licencia en India.
Médicos Sin Fronteras (MSF) está trabajando para extender el tratamiento para las personas con hepatitis C en nueve países y se encuentra en negociaciones para acceder al fármaco del que se espera sea la columna vertebral de cualquier régimen para el tratamiento del virus de la hepatitis C (VHC) en los próximos años.


Reacciones a la denegación de la patente por parte de Médicos Sin Fronteras, la Iniciativa de Medicamentos, Acceso y Conocimiento, la Red de Delhi de Personas Positivas y el Dr. Andrew Hill, investigador en la Universidad de Liverpool:

"Sofosbuvir ha demostrado ser un medicamento superventas y esperamos que la decisión de del regulador de patentes indio abra las puertas para una competencia más abierta que podría reducir rápidamente el precio del fármaco. Este medicamento hace que el tratamiento de la hepatitis C sea más efectivo y fácil para los pacientes y los médicos, por lo que un amplio acceso a versiones asequibles permitiría ampliar el tratamiento de forma espectacular. El programa de acceso al medicamento de Gilead para los países en desarrollo ya está mostrando sus limitaciones, con el plan de la empresa de imponer condiciones para el suministro y distribución del fármaco a los pacientes y los proveedores de tratamiento en los países en desarrollo, con el fin de proteger su capacidad para cobrar precios prohibitivos en países ricos. Acceder al Sofosbuvir fuera del bastión del monopolio de Gilead será crucial para ampliar el tratamiento para las personas con hepatitis C a nivel mundial.
El estatus de la India como la ‘farmacia del mundo en desarrollo’ está, una vez más, en el punto de mira y esta es una buena oportunidad para que los productores de genéricos indios para aumentar la producción a los niveles necesarios para tratar a los 185 millones de personas infectadas con hepatitis C en todo el mundo."
Dr. Manica Balasegaram, director ejecutivo de la Campaña de Acceso de Médicos Sin Fronteras.

"La decisión de rechazar la solicitud de patente de Gilead abre el campo de juego, por lo que ahora esperamos ver muchas otras compañías de genéricos comenzar a producir versiones más asequibles de este medicamento. El trasfondo aquí es que la ley de patentes de India no proporciona monopolios para formulaciones viejas, para compuestos que ya son de dominio público. La estrategia de Gilead de cobrar hasta 84.000 dólares (71.300 euros) por tratamiento por un medicamento que se prevé sea sencillo y barato de producir, y ahora no patentable  en la India, ha sido mostrada como lo que es: un intento de conseguir el máximo beneficio de los enfermos al precio que sea”.
Tahir Amin, abogado y director de la Iniciativa de Medicamentos, Acceso y Conocimiento (I-MAK).

"Este es un día feliz para los millones de personas en el mundo que necesitan urgentemente tratamiento contra la hepatitis C. Los pacientes con hepatitis C deben poder tener acceso a este tratamiento, pero millones de nuestros amigos en los países de ingreso medio han sido abandonados por Gilead. Esta decisión ofrece esperanza a la gente enferma en los países que han sido excluidos de los acuerdos de licencia de Gilead para poder acceder a las versiones genéricas y baratas del Sofosbuvir".
Vikas Ahuja, Red de Delhi de Personas Positivas (DNP +).

"Sabemos de varios fabricantes de India que podrían producir este fármaco por 101 dólares (85 euros) para un tratamiento completo de tres meses. Eso es, más o menos, un dólar (0,85 euros) por pastilla,  lo que supone una gran mejora con respecto a los 1.000 dólares por píldora que Gilead está cobrando en algunos países. Con los precios actuales, Sofosbuvir es inasequible para su uso generalizado en la mayoría de los países del mundo".
Dr. Andrew Hill, investigador senior del Departamento de Farmacología y Terapéutica de la Universidad de Liverpool.


Original 
http://www.msf.es/noticia/2015/india-rechaza-patente-del-sofosbuvir-para-tratamiento-hepatitis-c

miércoles, 7 de enero de 2015

Sovaldi: India produce la cura contra la hepatitis C 40 veces más barato

  • El laboratorio dueño de la patente de Sovaldi permitió a siete plantas producir el fármaco a bajo coste pero sólo para venderlo en países de rentas bajas: el tratamiento de 12 semanas costará unos 700 euros
  • Gilead compró la empresa que desarrollaba la molécula del sofosbuvir por 8.800 millones en 2011 y tiene hasta 2029 para rentabilizar esta medicina


 PSI-7977. Ese era hasta 2011 el nombre en código del sofosbuvir, la cura para la hepatitis C que terminó por convertirse en Sovaldi. La investigación la hacía la empresa Pharmasset. Ese año, Gilead Science, el ya famoso laboratorio que posee ahora la patente, compró Pharmasset por 8.800 millones de euros cuando los estudios del PSI-7977 llegaban a sus fases finales con prometedores resultados. Una apuesta de altos vuelos para el líder mundial en la producción de medicinas contra el VIH. La molécula pasó a llamarse GS-7977.

A comienzos de 2014, Gilead sacó al mercado Sovaldi a 60.000 euros el tratamiento de 24 semanas. "El precio refleja el valor" de la medicina, ha defendido el laboratorio. En septiembre, la empresa permitió a siete plantas de India producir sofosbuvir de manera genérica. La pastilla cuesta de esta manera casi 45 veces menos: 1.400 euros la cura completa (700 por el ciclo de 12 semanas). Sólo podrá venderse en unos 90 países de renta baja ( de Chad a Zimababue). 

Gilead se asegura el 7% de los ingresos netos de estas ventas. El laboratorio ha excluido expresamente países como Brasil, China, México, Colombia, Turquía, Marruecos o Ucrania entre otros, que suman más de 50 millones de pacientes potenciales.

Gilead ha ido negociando precios con sistemas sanitarios  "públicos y privados" para asegurar una expansión mundial. En España, el Ministerio de Sanidad acordó un precio de 25.000 euros por tratamiento de 12 semanas. Con un tope de gasto de 125 millones anuales. Eso da para, aproximadamente, financiar hasta 6.000 tratamientos con Sovaldi que deben sufragar las comunidades autónomas. A partir de ahí, Gilead debería reintegrar los ingresos por este fármaco, según aseguró el secretario general de Sanidad, Rubén Moreno. El Informe de Posicionamiento Terapéutico del Ministerio acotaba la indicación para usar Sovaldi como tratamiento de primera instancia y señalaba la posibilidad de usar curas "alternativas" para el grueso de enfermos.
A estos cálculos se les está añadiendo un segundo filtro antes de que la medicina llegue a los infectados. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid ha creado un comité específico para dar luz verde a las prescripciones que realizan los especialistas en los hospitales. Otras regiones tienen sistemas similares. Este visado es preciso para liberar las pastillas. Tanta traba económica y burocrática ha llevado a varios  grupos de pacientes de hepatitis C a encerrarse en hospitales de Madrid,  Cataluña y Andalucía para exigir el acceso a los tratamientos de última generación. Aseguran que no menos de 35.000 personas necesitan estos fármacos de manera perentoria.

Investigación y denuncia contra Gilead en EE UU

Más allá de las reivindicaciones españolas, el precio del Sovaldi se ha convertido en controversia internacional. Un estudio de la Universidad de Liverpool ha calculado los costes " mínimos de producción de los antivirales directos para la hepatitis C". Según la investigación, sofosbuvir no es ni el más caro de producir ni el más complejo de sintetizar (de hecho ese puesto lo tiene otro de los productos recién llegados al arsenal contra el virus: el simeprevir comercializado como Olysio). Sin embargo sí es el de precio más alto. Esto ha hecho que el Senado estadounidense haya pedido explicaciones a Gilead sobre esa compra de 8.800 millones que realizó para hacerse con la patente del fármaco contra la hepatitis y su repercusión sobre el precio final de comercialización. En diciembre pasado, el  laboratorio fue demandado por "precio exorbitante". Se trata de una demanda colectiva que defiende que los derechos de patente de Gilead no justifican el precio del fármaco.
El mismo estudio de la universidad británica concluyó que, en 15 años, una cura como el Sovaldi podría costar entre 68 y 125 dólares por 12 semanas. Sin embargo, el grupo Initiative for Medicines, Access, & Knowledge (IMAK) –un equipo de abogados y cientificos que promueven el acceso a las medicinas– entiende que ese precio está basado en la producción masiva con métodos óptimos y competencia entre proveedores. Sus propios cálculos, menos optimistas, dicen que sofosbuvir podría lanzarse de manera genérica a 400 dólares (338 euros).
Tanto los análisis de IMAK como la investigación senatorial y la demanda estadounidenses inciden en la manera en que Gilead está tratando de rentabilizar una inversión masiva de dinero por colocarse a la cabeza de la revolución en el tratamiento de la hepatitis C. Su adquisición del laboratorio que desarrollaba el Sovaldi pone a Gilead en posición de  explotar el monopolio sobre su molécula sofosbuvir hasta 2029. Ese año expira la patente que tan caro compraron.

original en 

viernes, 7 de marzo de 2014

El cáncer y el precio de los medicamentos



Martin Khor ,
7 de marzo de 2014 - 

No. 153 - Año 2014


Mi artículo de la semana pasada sobre los efectos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) en el acceso a los medicamentos para el tratamiento del cáncer se publicó casi al mismo tiempo que el informe de prensa sobre la declaración del ministro de Salud de Malasia, S. Subramaniam, reafirmando la posición oficial del gobierno de este país de excluir el tabaco del TPP.

En la apertura de la Conferencia sobre el Día Mundial contra el Cáncer, S. Subramaniam destacó que la posición de Malasia “no era negociable” en la medida que “el tabaquismo es una clara amenaza a la salud” que está relacionado con el veinte por ciento de los veintiún mil setecientos casos de muerte por cáncer ocurridos en este país en 2012.

Según un artículo publicado en el New York Times, durante 2012 hubo en todo el mundo 14.1 millones de casos nuevos de cáncer, 8.2 millones de muertes por cáncer y 6.3 millones de mujeres que viven con cáncer de mama.

En respuesta a mi artículo de la semana pasada recibí una carta por correo electrónico del doctor Lim Teck Onn, consultor en investigación clínica y exfuncionario del Ministerio de Salud de Malasia, en la que manifiesta que aprecia mucho mis esfuerzos “por llevar ante la atención pública el asunto crucial de la asequibilidad de los medicamentos que salvan vidas”.

“Mi propia investigación ha demostrado que la mayor parte de las muertes por cáncer son evitables en Malasia y de estos casos, la mitad es atribuible a la falta de acceso al tratamiento”, afirma Lim. “Usted mencionó que las empresas indias están liderando la lucha para hacer que los medicamentos sean más asequibles. También hay empresas malasias que participan en una batalla similar”, asegura el especialista.

En un artículo escrito por Lim con otros cuatro investigadores malasios se estimó el número de muertes por cáncer de mama que serían evitables si todos los pacientes de Malasia tuvieran acceso a la atención proporcionada por los principales centros de salud del país. Los autores encontraron que la mitad de las dos mil quinientas setenta y dos muertes por cáncer de mama reportadas eran evitables. De estas muertes evitables, el cincuenta por ciento se debió a que fueron tratadas en etapa tardía, mientras que el otro cincuenta por ciento se debió a la falta de acceso al tratamiento óptimo. Otras muertes evitables también fueron atribuibles a la falta de detección temprana y a la falta de acceso al tratamiento.

La conclusión que puede sacarse de este estudio es que una cuarta parte de las personas que murieron de cáncer de mama en Malasia podrían haber salvado sus vidas -o al menos prolongarlas- de haber tenido acceso a un mejor tratamiento.

Esto nos lleva de nuevo al alto precio de los medicamentos para el cáncer y las negociaciones del TPP. Hay un creciente número de denuncias de que varios de los nuevos medicamentos para el cáncer son demasiado caros. Se estima que el tratamiento tiene un costo de más de 100,000 dólares por paciente.

En abril del año pasado, más de cien especialistas en cáncer de quince países realizaron un comentario conjunto en la revista médica Blood denunciando los altos precios de los medicamentos para el cáncer y pidiendo a las compañías farmacéuticas que redujeran los precios, según se reseñó en otro artículo publicado en el New York Times.

Los médicos, especializados en la leucemia mieloide crónica, un tipo de cáncer de sangre mortal, expresan en el comentario publicado en Blood que los precios de los medicamentos utilizados para tratar esta enfermedad son astronómicos, insostenibles e incluso inmorales. Cobrar precios tan altos por medicamentos que son necesarios para mantener con vida a alguien es especulación, semejante a aumentar los precios de productos esenciales después de un desastre natural.

“Para salvar las vidas de los pacientes es necesario abogar para que bajen los precios de los medicamentos”, expresaron los especialistas y agregaron que los precios de los medicamentos para muchos otros tipos de cáncer son igualmente altos. Como ejemplo pusieron el del Gleevec, utilizado para tratar la leucemia mieloide crónica. El New York Times destacó que entre los críticos figura el doctor Brian Druker, quien fue el principal investigador académico del Gleevec.

Los especialistas describieron que el Gleevec entró en el mercado de Estados Unidos en 2001 a un precio de alrededor de 30,000 dólares al año. Desde entonces, su precio se ha triplicado, aun cuando se ha enfrentado a la competencia de cinco medicamentos más nuevos, que son incluso más caros. “Si usted está haciendo 3,000 millones de dólares al año con el Gleevec, ¿podría arreglarse con 2,000 millones? ¿Cuándo se cruza la línea entre ganar y especular con lo esencial?”, se interrogó Druker en una entrevista.

El Gleevec también se hizo muy conocido porque el gobierno de India decidió no concederle una patente debido a que no era lo suficientemente “nuevo”. La decisión, confirmada por el Tribunal Supremo indio, abrió el camino para la producción de medicamentos genéricos, cuyos precios son mucho más bajos que los de los productos originales de marca.

De hecho, en India hay actualmente varios medicamentos genéricos para el tratamiento de varios tipos de cáncer, ya sea porque no obtuvieron una patente o porque se emitió una licencia obligatoria en un medicamento patentado.

Martin Khor, fundador de TWN y director ejecutivo del Centro del Sur.

sábado, 1 de febrero de 2014

Las batallas de los medicamentos



El Mundo (Colombia) 1 de Febrero de 2014
La retractación no modifica la trascendental batalla que libran algunos gobiernos, académicos y ONG frente a poderosas multinacionales que pretenden convertir la justa retribución a sus investigaciones científicas en tributo impagable.
La petición de disculpas al pueblo indio presentada por Marijn Dekkers, presidente ejecutivo de la multinacional Bayer, luego de su muy publicitada frase “no producimos medicamentos para los indios sino para quienes puedan pagarlos”, no logró borrar la ofensa a los pacientes a los que impone pagar altísimos costos por medicamentos, a productores agrícolas sometidos a los precios de sus insumos, a los desarrolladores tecnológicos que deben someterse a sus tasas de cobro por materiales. Con su retractación tampoco modifica la trascendental batalla que libran algunos gobiernos, académicos y ONG frente a poderosas multinacionales que pretenden convertir la justa retribución a sus investigaciones científicas en tributo impagable.


Los escenarios de la batalla hoy son múltiples y complejos y van desde la discusión trasnacional, a los acuerdos comerciales que incluyen fuertes restricciones protectoras de la “propiedad intelectual” en general, hasta las guerras particulares que hoy libran gobiernos como los de India y Kenia, para restringir la concesión de patentes a aquellos desarrollos y productos que verdaderamente impliquen una innovación científica y deriven en un producto totalmente distinto a los que lo precedieron.


La batalla de Bayer y el gobierno indio tiene origen en la determinación de liberar la patente para la producción y comercialización de la molécula Nexavar, usada medicinalmente contra el cáncer de riñón e hígado, y que Bayer comercializaba con el nombre de sorafenib. La decisión de la Oficina de Patentes hizo que el precio mensual de un tratamiento con el medicamento pasara de US $5.400 a US $180 y que Bayer perdiera un rentable monopolio. En abril de 2013, el Estado de la India había ganado una batalla similar contra la suiza Novartis. En este debate, el Tribunal Supremo concedió la razón al Gobierno, que había declarado que la molécula básica de su medicamento anticancerígeno llamado Gleevec o Glivec no era original, sino que se trataba de una modificación parcial de una molécula que existía con anterioridad.


Uno de los más interesantes debates en los países que se han decidido a fortalecer la producción de medicamentos genéricos, más baratos, es sobre el carácter original o no de las moléculas que patentan las productoras, en decisiones razonables en tanto representan el pago justo a inversiones considerables que hacen esas compañías o las universidades a ellas asociadas para el descubrimiento, ensayo y consolidación de las moléculas que sí transforman la acción curativa, paliativa o preventiva. Un ejemplo de nuevo producto, entre los medicamentos sencillos, fue la aspirina: un desarrollo de Bayer que hoy es propiedad de la humanidad. 


Pero no todos los nuevos productos farmacológicos, o en el terreno de la producción agrícola los insumos del campo, son resultado de investigaciones desarrolladas por compañías médicas. Algunas de ellas, y esta es la razón del conflicto de Novartis y Bayer con India, son moléculas perfeccionadas, que exigen algunas pequeñas inversiones pero que no imponen modificaciones a los efectos del producto original. En otros casos, el conflicto surge porque los laboratorios proponen nuevos usos para las moléculas que ya tienen en el mercado y por las cuales ya han obtenido las patentes como compensación. En estos casos, gobiernos como el de Kenia y el de India libran duras batallas para establecer legislaciones que ofrezcan tratamientos diferenciados a productos originales en todos sus componentes y a productos derivados de moléculas ya desarrolladas. En su esfuerzo han perdido la ayuda que en décadas anteriores recibieron de la OMS. 


Colombia hoy libra una batalla igualmente importante en la defensa de la salud frente al excesivo afán de rentabilidad sobre los medicamentos. En ella confluyen el Ministerio de Salud y la Superintendencia de Industria y Comercio, que han avanzado en un esquema de regulación de precios que limita especialmente a los distribuidores y comercializadores finales, razón por la cual no ha generado aun serias discusiones con los productores farmacéuticos. Este empeño nacional va quedando por ahora en hombros del ministro de salud, Alejandro Gaviria, y del superintendente, Luis Guillermo Vélez, pues el Congreso no ha avanzado en la definición de una norma que garantice precios justos para los medicamentos. Pero al menos se ha dado un paso hacia la regulación de costos que hacen, como lo demuestra el ejemplo indio, cada vez más gravoso el acceso a la salud.

miércoles, 29 de enero de 2014

Los medicamentos no deberían ser un lujo


Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras España | 28 de enero de 2014
 

Bayer-declaracion



¿Deben estar los beneficios económicos por delante de la salud pública?, o dicho de otra manera: ¿dónde debe situarse el límite entre los márgenes de beneficios y las cuentas de resultados de la poderosa industria farmacéutica cuando sus intereses entran en colisión con la salud de millones de pacientes sin recursos en países de renta media y baja de todo el mundo?

El debate no es nuevo y cada tanto sale a la luz con toda su crudeza. Por ejemplo, si echamos la vista atrás un año, recordaremos cómo el Tribunal Supremo de la India puso fin a un largo litigio emprendido por la multinacional farmacéutica Novartis contra su Ley de Patentes. Pero en realidad no hace falta mirar tan atrás. Basta con repasar el reciente ejercicio de franqueza que hizo Marijn Dekkers, consejero delegado de Bayer, hace pocos días y en medio de una discusión con las autoridades sanitarias de la India sobre la patente de un medicamento contra el cáncer: “No creamos este medicamento para los indios, sino para los occidentales que pueden pagarlo”.

¿Por qué ambos casos tienen a India como campo de hostilidades? Pues la respuesta es sencilla: la Ley India de Patentes pone límites a una práctica habitual entre las farmacéuticas multinacionales y que consiste en obtener patentes adicionales por mejoras banales en medicamentos que ya existen, alargando así el monopolio sobre los mismos, los elevados precios que le acompañan y en definitiva el enorme beneficio económico que todo ello conlleva.

La cuestión es que, a costa de extender el periodo de vida de la patente sobre un medicamento, las farmacéuticas impiden su producción en versión genérica y en definitiva el acceso al mismo, por una mera cuestión de precio, a pacientes que cuentan con escasos recursos económicos.

La diferencia de precio entre un medicamento patentado y ese mismo medicamento comercializado como genérico es abismal. En el caso de la India, la competencia entre productores de medicamentos genéricos ha permitido reducir el precio del tratamiento anual para un enfermo de VIH de 10.000 dólares por paciente y año en el año 2000, a menos de 100 dólares en la actualidad. En este caso, y sirva como ejemplo, la colisión entre salud pública y beneficios económicos tiene una enorme trascendencia, pues hablamos de una pandemia que provoca la muerte de más de un millón y medio de personas cada año por falta de tratamiento.

La propia compañía Bayer ya tuvo otro sonado encontronazo el año pasado con el Gobierno indio. Hace apenas 10 meses, la Junta de Apelación de la Propiedad Intelectual de este país le denegó la extensión de la patente del Nexavar y dictó la primera emisión de una licencia obligatoria para la fabricación del genérico equivalente. Curiosamente, se trata del mismo medicamento que ahora confiesan fue concebido para que las personas ricas y “occidentales que pudieran permitírselo” luchasen contra el cáncer. Pensándolo bien, la frase tiene todo el sentido, pues el coste del tratamiento con Nexavar es de unos 5.500 dólares por paciente y mes.

Pero centrémonos ahora en otro caso que ha tenido gran repercusión mediática a lo largo de la última semana.

Actualmente, el Gobierno surafricano busca reformar sus leyes de propiedad intelectual para introducir salvaguardas de salud pública de las que hasta ahora carecía. Estos cambios persiguen facilitar el acceso de su población a medicamentos para el tratamiento de graves enfermedades como la tuberculosis resistente o determinados tipos de cáncer.

Vemos por tanto que lo que está sobre la mesa es, una vez más, una cuestión de salud pública.

Y es que la reforma que pretende hacer el Gobierno surafricano supondrá, entre otras cosas, impedir a las compañías farmacéuticas extender los monopolios mediante el registro de nuevas patentes para medicamentos aunque estos no supongan una innovación... tal y como en su día hizo el Gobierno de la India.

Y he aquí, de nuevo la jugada de la industria farmacéutica: el pasado 17 de enero se filtraron una serie de documentos en la prensa surafricana que revelaron la existencia de un plan para iniciar una campaña, encubierta y a gran escala, financiada por el lobby farmacéutico con base en EE.UU. ¿Su objetivo? Desestabilizar los planes del Gobierno surafricano e impedir que lleven a cabo los cambios en su Ley de Patentes. ¿Qué farmacéuticas están detrás? Pues otra vez algunas de las grandes: Merck, Sanofi, Pfizer... y otra vez Novartis y Bayer.

Los casos Novartis, Bayer y este último que mencionamos y que en Sudáfrica ya ha pasado a llamarse el ‘Pharmagate’ suponen un reflejo de la manera perversa en la que se desarrollan hoy en día los medicamentos. Las compañías farmacéuticas están claramente enfocadas en multiplicar las ganancias y para ello presionan de una manera enormemente agresiva con el objetivo de extender la vida de las patentes y elevar los precios de los medicamentos. Las enfermedades que no reportan beneficios no entran en sus planes, y los pacientes que no tienen dinero para pagar los medicamentos patentados sufren una y otra vez las consecuencias.

Y es que a pesar de que en 2001 los Estados miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) firmaron la Declaración de Doha sobre los acuerdos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC) y la Salud Pública, estableciendo que dichos acuerdos “pueden y deberán ser interpretados de forma que apoyen el derecho de los miembros de la OMC a proteger la salud pública y, en particular, a promover el acceso a los medicamentos para todos”, la industria farmacéutica no ha parecido darse por aludida y no duda en presionar, por todos los medios a su alcance, a aquellos países que deciden legislar a favor de la salud pública de sus poblaciones, en aplicación de dicha Declaración.

Mientras tanto, y a pesar de que los hechos demuestran lo contrario, las grandes compañías farmacéuticas insisten en que se preocupan por las necesidades sanitarias mundiales. Las organizaciones humanitarias que trabajamos sobre el terreno y que somos testigos de los devastadores efectos que produce sobre la población la falta de acceso a los medicamentos esenciales, obviamente no estamos de acuerdo con estas afirmaciones y estamos convencidos de que las palabras de Dekkers son en realidad una muestra de sus actuaciones. Podría haberlo dicho más alto, pero no más claro... por mucho que ahora esté tratando de matizarlo.



enlace original http://bit.ly/1gtHJWK
 

jueves, 23 de enero de 2014

MSF critica duramente la declaración de Marijn Dekkers, Director Ejecutivo de Bayer


El doctor Manica Balasegaram, director de la Campaña de Acceso a los Medicamentos (CAME) de MSF responde a la declaración del directivo de esta farmacéutica internacional.

MSF, 23/01/2014



"Las declaraciones del consejero delegado de Bayer Marijn Dekkers acerca de que la compañía para la que trabaja no desarrolló un medicamento contra el cáncer para los indios, sino para los pacientes occidentales que puedan permitírselo" resume las verdaderas intenciones de la industria farmacéutica multinacional. Bayer está admitiendo a las claras que los fármacos que desarrollan van a ser deliberadamente repartidos
entre sus pacientes más ricos”.

Esto es un reflejo de la manera perversa en la que se desarrollan hoy en día los medicamentos. Las compañías farmacéuticas están claramente enfocadas en multiplicar las
ganancias y para ello presionan de una manera enormemente agresiva con el objetivo de lograr patentes y elevar los precios. Las enfermedades que no les reportan beneficios no entran en sus planes, y los pacientes que no tienen dinero para pagar los medicamentos se quedan una y otra vez fuera de la foto. Las grandes compañías farmacéuticas afirman que se preocupan por las necesidades sanitarias mundiales, pero tienen un largo historial a sus espaldas que demuestra lo contrario.

Las cosas no tienen por qué ser así. La innovación médica puede ser incentivada de una manera diferente, y la inversión en investigación puede ser recuperada siempre que se pongan los fármacos a disposición de todo el mundo, y que esto se haga a unos precios que no excluyan a millones de personas de la posibilidad de acceder a un tratamiento. En
lugar de seguir siendo una parte del problema, las grandes compañías deberían trabajar para ser una parte de la solución y cambiar así el rumbo de la I+D farmacéutica".

Doctor Manica Balasegaram, director de la Campaña de Acceso a los Medicamentos (CAME) de Médicos Sin Fronteras.

https://www.msf.es/noticia/2014/msf-critica-duramente-declaracion-marijn-dekkers-director-ejecutivo-bayer

“No creamos medicamentos para indios, sino para los que pueden pagarlo”



Emilio De Benito, El País , 23 enero 2014

El consejero delegado de Bayer pierde los nervios en una discusión sobre patentes
Dekkers se disculpa y afirma que su objetivo es tratar a todo tipo de personas

La discusión con las autoridades indias consiguió sacar de sus casillas al consejero delegado de Bayer. En juego estaba la patente de su anticanceroso Nexavar, un fármaco de última generación para tratar cánceres de hígado y riñón. “No creamos este medicamento para los indios, sino para los occidentales que pueden pagarlo”, saltó el consejero delegado de Bayer, Marijn Dekkers. Y varios medios lo han recogido después.


Un excolega de Dekkers, John LaMattina, le dio ocasión de disculparse después. En un artículo publicado en Forbes, el exdirectivo de Pfizer le recrimina sus palabras. Y así dio pie a que Dekkers se explicara. Bayer remite a esas declaraciones.

“Lamento que lo que una rápida respuesta en el marco de una discusión haya salido a la luz de una manera que yo no pretendía. No puede ser más contrario a lo que yo quiero y lo que hacemos en Bayer”, dice Dekkers. Como compañía “queremos mejorar la salud y calidad de vida de la personas, independientemente de su origen o ingresos”. “En cualquier caso, estaba especialmente frustrado por la decisión del Gobierno indio de no proteger la patente del Nexavar que nos había concedido la autoridad en patentes del país. Estoy convencido de nuestra capacidad para innovar y en una abierta discusión en la reunión, mientras expresaba mi frustración fundamental, tenía que haber aclarado esto”.


“En cualquier caso, me reafirmo en que hay ningún motivo para que un país debilite la protección de la propiedad intelectual. Sin nuevos medicamentos, tanto las personas de los países en desarrollo como las de otros más prósperos sufrirán”, añade. Y concluye con una mención a que si bien los fabricantes de genéricos tienen “un papel crucial que desempeñar”, “no invierten en investigación y no producen nuevas curas o tratamientos, ni para los mercados en desarrollo ni los desarrollados”.

El enfrentamiento con India es uno más de un gran laboratorio con un país que aplica rigurosamente una ley de patentes que les lleva a rechazar la protección de algunos productos punteros (la mayoría de los casos porque no permiten modificaciones en la patente original según avanzan las investigaciones en los medicamentos, por ejemplo buscando sales diferentes). Fue lo que llevó al conflicto con Novartis por otro anticancerígeno (el Glívec). Con esa política, el Gobierno indio no solo consigue que la patente dure menos (lo que obliga a los laboratorios a bajar sus precios para competir), sino que protege a su pujante industria de genéricos.


nota original
http://bit.ly/1d0Bxhd

jueves, 15 de agosto de 2013

La guerra de las patentes de medicamentos estalla de nuevo en India



hace un par de días compartíamos la reflexión de Germán Velásquez y Carlos Correa en
El triunfo de la salud pública contra Novartis

ahora Angela Bernardo comenta un articulo de Nature que avanza un poco más en el futuro cercano 


Para la discusión sobre el costo de investigación y desarrollo ( aquí se menciona el análisis de Forbes) ver 



La guerra de las patentes de medicamentos estalla de nuevo en India

Por Angela Bernardo
alt1040, 15 DE AGOSTO DE 2013


La guerra por las patentes de medicamentos parece haber estallado de nuevo en la India. Tras el caso Glivec, la pelea de los próximos años se centrará en los tratamientos contra el cáncer.

Tarde o temprano tendría que volver a suceder. La falta de una legislación internacional clara que regule el sistema de la propiedad industrial, en particular los aspectos relacionados con las patentes de medicamentos, iban a provocar un serio problema de salud a medio plazo.

En la eterna pelea entre las multinacionales productoras de los conocidos como fármacos de marca y las compañías que fabrican los medicamentos genéricos, las administraciones públicas siguen barriendo cada una para su lado. La Organización Mundial de la Salud sigue sin dar una respuesta contundente. Y entre esas luchas, al final los que siguen perdiendo son los pacientes, que ven imposible acceder a determinados fármacos debido a su elevado precio.


Los antecedentes: Glivec, Novartis y la India

En abril os contamos la sentencia del conocido como caso Glivec, en el que el Tribunal Supremo de India consideró que Novartis no había desarrollado la suficiente actividad inventiva para que le fuera concedida la patente de este fármaco.

Vale la pena recordar que actualmente no existe un consenso internacional sobre las patentes. Cada país realiza su regulación a nivel nacional. Solo dos iniciativas, conocidas como el Acuerdo sobre los ADPIC y la Declaración de Doha, conforman el incipiente marco jurídico sobre patentes de medicamentos que hay a nivel internacional. Pero no es suficiente.

Entre los requisitos para que una invención sea patentable, existen tres condiciones fundamentales:
1. Que la invención sea novedosa
2. Que sea producto de la actividad inventiva (es decir, que su desarrollo no sea obtenido fácilmente a partir del estado de la técnica actual)
3. Que presente aplicación industrial

En el caso de las patentes de medicamentos, existe una gran confusión, motivada por los intereses de las diferentes compañías productoras de fármacos de marca y genéricos, sobre qué debería y qué no ser patentable. Por un lado, la legislación occidental favorece las patentes de medicamentos, ya que gran parte de la industria está situada en estos países. El coste de producir un nuevo fármaco, según estudios como este análisis de Forbes, puede ir desde los 1.400 millones a los 11.000 millones de dólares.

Pero los intereses no son menores del otro lado. Las compañías asentadas en la India ven favorecida su posición. De hecho, India es conocida como la fábrica de los pobres, ya que su legislación promueve los objetivos de las compañías de medicamentos genéricos, que casualmente, también son las más importantes de allí. Como vemos, las administraciones públicas, en lugar de favorecer en último caso a los pacientes, tienden a apoyar estratégicamente a sus empresas nacionales.

Pero en este cruce de intereses económicos, no todo es tan sencillo como parece. También las propias compañías farmacéuticas, defensoras a ultranza de las patentes de medicamentos, tienen filiales productoras de genéricos. Este es el ejemplo de la propia Novartis, que en 2003 unificó todas las operaciones de medicamentos genéricos de la compañía bajo la marca Sandoz.

¿Quién es quién en este juego de máscaras? Imposible saberlo, pero lo que conocemos hasta el momento, es que por un lado, producir un medicamento de novo resulta carísimo (en parte por los altos costes en I+D), y que los sistemas públicos no están trabajando en un modelo de innovación que favorezca a las personas más necesitadas.


La guerra ha estallado de nuevo

Cuando parecía que las peleas por las patentes de medicamentos había llegado a su fin con la sentencia del caso Glivec, todo parece indicar que en realidad quedan muchos años de batallas jurídicas e intereses económicos de un lado y de otro.

Según informan en este artículo en la revista Nature, India ha rechazado conceder varias patentes de medicamentos, utilizados para tratar enfermedades no infecciosas tan importantes como el cáncer de mama. Y parece que la batalla jurídica sobre este tipo de fármacos puede complicarse más que la mantenida durante finales de los años noventa por los medicamentos antirretrovirales. Los medicamentos contra el cáncer cuestan 10 veces más que el sueldo anual de una persona en India

El tira y afloja de los diferentes intereses económicos y nacionales, además de dar con sonadas sentencias en los tribunales, consiguió que el precio de los fármacos contra el VIH (antirretrovirales) pasara de los 10.000 dólares por tratamiento anual, a algo menos de 100 dólares al año. Pero parece que en la lucha por las patentes de medicamentos, que tienen que ver con tratamientos antitumorales, las cosas no serán tan sencillas.

El rechazo de una patente por una versión modificada del lapatinib de GlaxoSmithKline y de otra por el trastuzumab (más conocido como Herceptin), fármaco producido por Roche, ha iniciado la batalla. Y es que a día de hoy, un tratamiento con trastuzumab, un anticuerpo monoclonal muy usado contra el cáncer de mama, puede llegar a costar unos 15.000 dólares al año, diez veces más que el sueldo anual de una persona en India.

¿Quién afrontará estos graves problemas sanitarios? En España ese tratamiento es costeado por la Seguridad Social, ¿pero qué ocurre en los países en los que no sucede esto? Y por otra parte, si restringimos las patentes de medicamentos, ¿quién se atreverá a afrontar los enormes gastos por fabricar un nuevo fármaco? La guerra de patentes de medicamentos ha estallado de nuevo, sin contar con una solución clara a corto plazo.

Lo que sí es cierto es que si las administraciones públicas actuaran en pro de los pacientes, muchos de estos problemas podrían haber sido superados en el pasado. Contar con una legislación internacional adecuada, con sistemas de salud garantistas, que protejan en último caso a los enfermos, y favorecer lo que se ha denominado como innovación abierta, podrían ser los pasos a seguir. Para que en último caso deje de ser una batalla de intereses económicos, y se transforme en una pelea para curar a estos pacientes, que debería ser lo más importante.

enlace original http://bit.ly/1dayTZJ


Angela Bernardo
Biotecnóloga, aprendiz de leyes. Curiosidad insaciable, cafeinómana, optimista y miope. Editora en ALT1040 y Think Big. 

martes, 13 de agosto de 2013

El triunfo de la salud pública contra Novartis

Por: 
Germán Velásquez, Consejero especial para la Salud y el Desarrollo. 
Carlos Correa, Consejero especial para la Propiedad Intelectual - Organización Centro Sur, Ginebra (Suiza) 

UN Periódico, 10 de agosto de 2013


La sentencia de la Corte Suprema de la India es un fuerte golpe contra las transnacionales farmacéuticas y un ejemplo para países como Colombia que aún padecen el peso de compañías globales, que en lo último que piensan es en la salud de los ciudadanos.

Un proverbio chino dice: “Cuando el sabio señala la Luna, el tonto mira al dedo”. Cuando la Corte Suprema de la India señalaba la salud pública, la transnacional farmacéutica suiza Novartis miraba su cuenta de beneficios.

Después de siete años de litigio en cuatro instancias judiciales, el gigante farmacéutico vio desmoronarse una estrategia legal destinada a controlar el mercado de medicamentos mediante el uso indebido de patentes sobre desarrollos técnicos triviales.

La India ha creado en las últimas dos décadas una fuerte industria farmacéutica, centrada en la producción de medicamentos genéricos a bajo costo. Es reconocida hoy como ‘la farmacia del Tercer Mundo’. También provee de medicamentos a numerosos países desarrollados, principalmente a los Estados Unidos.

Ese desarrollo fue en gran parte posible porque la India optó, en 1995, por no otorgar patentes sobre medicamentos por el período de ‘transición’ de diez años, permitido por el Acuerdo sobre propiedad intelectual de la Organización Mundial de Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC).

Sin embargo, la India debió aceptar solicitudes de patentes desde 1995, que quedarían en un mail box para ser examinadas y eventualmente concedidas a partir del 2005. Al abrirse ese buzón se encontraron unas diez mil solicitudes relativas a productos farmacéuticos, entre ellas la ahora denegada a Novartis sobre una forma del mesilato de imatinib, un producto para combatir ciertas manifestaciones del cáncer.

¿Cómo puede explicarse ese gran número de solicitudes de patentes en espera, teniendo en cuenta que entre los años 1995 y 2005 se habían aprobado solo cuatrocientos nuevos medicamentos, la mayoría de ellos los llamados me toos? (aquellos para los que ya existen otros tratamientos, que generalmente no conllevan ventajas terapéuticas con respecto a los ya disponibles).

Se explica por la práctica de los grandes laboratorios de patentar derivados o modificaciones menores de productos cuyas patentes van venciendo, con el fin de prolongar artificialmente el periodo de exclusividad. Esta práctica, conocida como evergreening ha sido posible en algunos países como resultado de la aplicación de laxos criterios de patentabilidad.

Naturalmente, la extensión del plazo de protección por patentes excluye la competencia de productos genéricos, en detrimento del acceso de los pacientes a fármacos, muchas veces vitales, a menores precios.

En defensa de la salud

Con el fin de combatir esto y evitar que se ahogara el desarrollo de la industria farmacéutica local, la India introdujo una enmienda a su ley de patentes en 2005. Esta condicionó su aceptación sobre medicamentos a la existencia de un genuino aporte inventivo, traducido en un aumento de la eficacia terapéutica de un medicamento si este ya fuera conocido.

La Corte Suprema de la India no ha hecho más que aplicar esta norma en el caso Novartis, con una impecable justificación técnica y jurídica. La patente solicitada por la empresa provee, en efecto, un ejemplo paradigmático de la estrategia de evergreening.

El proceso comienza con una patente sobre una fórmula del Imatinib, descrita de manera tal que cubría millones de moléculas portadoras del principio activo; continúa con una sal del imatinib (esto es, una de las diversas formas en que el principio activo se mezcla con un excipiente para administrar el medicamento en forma sólida) y culmina con la solicitud de patente (ahora denegada) sobre una forma cristalina (llamada también polimorfo) de dicha sal.

Dado que en la India no eran patentables los productos farmacéuticos antes de ponerse en vigencia el Acuerdo sobre la materia, Novartis procuró obtener allí la última patente, sobre la ‘forma cristalina’ de la sal del imatinib. Pero, finalmente, la Corte Suprema con su elaborada sentencia del 1 de abril del año 2013, desbarató el intento.

Su análisis demostró que no hay ninguna invención sobre la que Novartis puede reclamar válidamente una patente. De tener éxito, el laboratorio hubiera obtenido un monopolio sobre un medicamento ya conocido y en el dominio público, que comercializa a altos precios.

Negocio mezquino

Según Médicos Sin Fronteras, citado por el diario francés Le Monde del 1 de abril de 2013, el precio del fármaco Glivec en la India es de 4.000 dólares por persona al mes, cuando el de la versión genérica es de 73 dólares por persona al mes. (Glivec es globalmente el medicamento más vendido de Novartis, con ventas en el 2012 por 4.600 millones de dólares).

Ello en un país donde el 40% de la población vive con menos de 1,25 dólares al día. La repercusión del fallo de la Corte Suprema india en la prensa internacional y entre las organizaciones vinculadas con la salud pública ha sido notable y justificada. Desde que el caso entró en la Corte, dejó de ser un litigio de una empresa sobre un medicamento particular y se convirtió en un caso de la salud pública contra las estrategias de monopolización.

La resolución de este caso no solo es importante para la India; lo es para los muchos países que dependen del suministro de genéricos, especialmente antirretrovirales, desarrollados en este país. Su industria podrá seguir fabricando y exportando este y muchos otros medicamentos a precios asequibles para los pacientes y los sistemas de salud de muchos países.

La víspera del fallo, Paul Herling, director de investigación de Novartis, había declarado al Financial Times: “Si la situación actual continúa, es decir, que todas las mejoras a una molécula existente no serán patentables, estos ‘nuevos’ medicamentos no serían comercializados en la India”.

Sin embargo, la amenaza no es creíble. Por una parte, la India ofrece un mercado potencial de 1.200 millones de personas; si bien es solo el decimocuarto en valor en el mundo, viene creciendo a una tasa del 13% y 14% anual, ritmo hoy impensable en los países desarrollados. Por la otra, el caso de Novartis era extremadamente débil, y una decisión similar podría tomarse en otros países en los que han comenzado a aplicarse criterios más rigurosos para conceder patentes.

Este caso representa una victoria en un combate generalmente desigual, en la que la multinacional quería poner cerrojo a la industria de los genéricos. Es un fuerte golpe a las prácticas que distorsionan el sistema de patentes y hacen inaccesibles los medicamentos a quienes los necesitan. Es de esperar que en otros países se dé la misma prioridad a la salud pública.


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