sábado, 21 de junio de 2014
Virus MERS: polémica solicitud de patente
Edward Hammond
20 de junio de 2014 -
Red del tercer Mundo No. 168 - Año 2014
La Universidad Erasmus de Rotterdam ha solicitado la patente internacional del virus MERS y su uso en diagnósticos y vacunas. Pero se ha visto envuelta en una polémica sobre cómo obtuvo el virus, enviado a Holanda sin el permiso del gobierno de Arabia Saudita, el país de origen de las muestras.
La Universidad Erasmus había presentado su primera solicitud de patente sobre el virus MERS (síndrome respiratorio por coronavirus de Medio Oriente) en setiembre de 2012, pocas semanas después de haber recibido las muestras saudíes. Luego demoró el envío del virus a otros laboratorios, mientras preparaba la solicitud, hasta que finalmente lo envió pero solo en el marco de un polémico acuerdo de transferencia de material en el que se reservaba los derechos de propiedad intelectual.
Esto fue motivo de preocupación y, en mayo del año pasado, bajo presión, la Universidad Erasmus manifestó que “cambiaría” su solicitud de patente, sin especificar exactamente cómo. Varios entendieron que reduciría el alcance de su solicitud, pero no fue así.
El contenido exacto de la solicitud de patente fue secreta hasta su reciente publicación.
Las críticas apuntan a que la solicitud de patente puede impedir los esfuerzos por controlar el virus MERS, desalentando así la investigación, y puede dar lugar a que la Universidad Erasmus especule con esta amenaza para la salud pública.
El virus MERS se ha diseminado más allá de la Península Arábiga, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ve con creciente preocupación.
Los primeros casos afectados por el virus MERS se observaron en Arabia Saudita en 2012. Un médico egipcio que trabaja en un hospital de Jeddah aisló el virus a partir de una muestra humana, pero no pudo identificarlo, y envió muestras a la Universidad Erasmus para ver si allí sí podían hacerlo. Pero ni el médico ni la institución académica holandesa habían obtenido permiso de las autoridades saudíes, quienes tienen soberanía sobre la muestra del virus en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas.
Los científicos holandeses identificaron el virus como uno nuevo y luego prepararon una solicitud de patente sobre el mismo.
La Universidad Erasmus está a la vanguardia de la investigación de nuevas enfermedades virales, pero en varias ocasiones ha sido objeto de críticas por cuestiones de políticas de salud y relativas a la ciencia, tanto por sus agresivas reivindicaciones en materia de propiedad intelectual como por los peligrosos experimentos realizados por sus investigadores.
A mediados de la década de 2000, la Universidad Erasmus intentó patentar el virus del SARS (síndrome respiratorio agudo severo), lo cual se detuvo en parte por la intervención de la OMS. Más recientemente, ha defendido sus polémicos estudios sobre la “ganancia de función”, un eufemismo estratégico para definir un tecnicismo genético que implica crear deliberadamente nuevas cepas peligrosas de la gripe pandémica. La iniciativa ha sido fuertemente criticada por científicos influyentes por considerar que entraña un riesgo demasiado grande para el público.
Otras empresas derivadas de la Universidad Erasmus, entre ellas Vironovative (www.vironovative.com), controlan la propiedad intelectual obtenida por la Universidad sobre otros virus, como el metapneumovirus humano (hMPV). Vironovative fuerza a otras empresas a firmar acuerdos de licencia y pagar regalías para comercializar pruebas de diagnóstico de infección por hMPV.
La solicitud de patente internacional sobre el virus MERS, WO2014045254, fue publicada el 27 de marzo, pero pasó desapercibida hasta hace poco.
Las reivindicaciones de la solicitud de patente son sumamente agresivas. Reclaman el virus en su conjunto, así como su material genético, en particular las variaciones únicas que diferencian al MERS de otros virus relacionados y parecería que lo hacen infeccioso para los seres humanos.
Las solicitudes de patente de la Universidad Erasmus reivindican, además, cualquier diagnóstico de infección por MERS, así como el uso del virus en vacunas.
La controversia pública en torno al MERS, la Universidad Erasmus y sus reivindicaciones es compleja. Connotados periodistas y comentaristas del Norte que cubren la información sobre los virus emergentes han publicado comentarios críticos acerca de la respuesta del gobierno saudí al virus MERS, que algunos funcionarios de salud de países desarrollados consideran insuficiente.
Por otra parte, esos mismos comentaristas no están bien versados en el Convenio sobre la Diversidad Biológica y no han hablado de la compleja interacción entre la salud pública y las patentes, que se manifiesta más notoriamente en áreas como el cáncer y los medicamentos contra el VIH.
Después de prestar brevemente atención al tema a principios de 2013, los medios no han informado sobre propiedad intelectual ni el acceso y distribución de los beneficios. La discusión pública sobre el MERS no le ha dado la suficiente importancia a los temas de acceso y distribución de los beneficios ni, de hecho, a la legitimidad y oportunidad de presentar la reivindicación de la propiedad intelectual sobre el virus y sus partes, en primer lugar.
En algunos aspectos, el debate actual sobre el virus MERS recuerda la situación que enfrentó Indonesia a mediados de la década de 2000, cuando fue criticada por su respuesta a la gripe pandémica H5N1. Mientras los medios de comunicación criticaban duramente la respuesta del gobierno, en los países desarrollados se concedían patentes sobre los virus de la gripe de Indonesia (y de otros países). Estos tratamientos patentados eran escasos en los países ricos y, en general, no están disponibles en los países en desarrollo.
Indonesia adoptó medidas en materia de Acceso y Distribución de los Beneficios y de patentes sobre la gripe H5N1, deteniendo temporalmente sus actividades de intercambio de virus. La iniciativa desembocó en el Marco de Preparación para la Influenza Pandémica, de la OMS, un acuerdo internacional que regula el acceso a los virus de la gripe y una distribución más equitativa de los tratamientos desarrollados a partir de ellos.
En el caso del virus MERS, algunos países de la Península Arábiga tienen los medios económicos para comprar diagnósticos y tratamientos en el mercado, si están disponibles, aunque es posible que deban pagar regalías a la Universidad Erasmus. Lo mismo no puede decirse, sin embargo, de todos los países de la región y las zonas colindantes de África y Asia. Dado el potencial del MERS de esparcirse, en realidad, ningún país puede considerarse a salvo.
La Universidad Erasmus ha enviado señales ambiguas sobre su intención. Después de mayo de 2013, cuando dijo que reduciría el alcance de sus reivindicaciones, presentó una segunda y una tercera solicitud de patente en Estados Unidos. Estas dos últimas no reivindican el virus en su conjunto, y se dirigen más específicamente a los derechos sobre las características genéticas únicas del MERS.
La Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos no ha publicado ninguna de las tres solicitudes de patentes de la Universidad Erasmus en ese país, pero fueron publicadas como parte del expediente de la solicitud de patente internacional. Por lo tanto, aún no está claro cuál será la forma final de las reivindicaciones de la patente en Estados Unidos.
La solicitud de patente internacional de la Universidad Erasmus enturbia aún más las aguas. La demanda fue presentada en setiembre de 2013, casi cuatro meses después de que sugiriera que reduciría el alcance de sus reivindicaciones. Pero, en cambio, la solicitud reivindica todo, y es tan agresiva como la primera solicitud de patente presentada en Estados Unidos, la que dijo que recortaría.
Es posible que la Universidad Erasmus tenga una estrategia ambigua, con la esperanza de mantener a las empresas y a los equipos de investigación sin conocer bien el alcance de la propiedad intelectual sobre el MERS, reservándose la iniciativa para sí.
¿Pero es posible patentar los agentes patógenos? Las reivindicaciones de la Universidad Erasmus, incluso en su forma más limitada, no son para una vacuna o un diagnóstico específico. Más bien, su objetivo es controlar la variación genética esencial del tipo de virus MERS con más probabilidades de ser blanco de diagnóstico o posibles tratamientos.
En este caso, las preguntas son más incisivas por el hecho de que la Universidad Erasmus adquirió el virus MERS sin cumplir con el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y sin haber obtenido permiso del gobierno saudí, que podría haberle exigido que no reclamara la propiedad sobre el virus, como condición de proporcionárselo al laboratorio holandés.
Arabia Saudita podría plantear la cuestión directamente al gobierno holandés y a foros internacionales para informar que la Universidad Erasmus no accedió al virus MERS, de conformidad con los requisitos del Convenio sobre la Diversidad Biológica -del que ambos países son firmantes- y que está tratando de hacer valer la propiedad intelectual sobre el material del que se apropió indebidamente.
Los países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que se reunirán en Corea del Sur en octubre, podrían examinar esta cuestión. En la negociación del Protocolo de Nagoya, concluido en 2010, afirmaron la aplicabilidad del Convenio a los patógenos.
La obtención del virus MERS por parte de la Universidad Erasmus y las posteriores reivindicaciones de patente contravienen el Convenio sobre la Diversidad Biológica. El caso MERS también es informativo para los gobiernos que aplican el Protocolo de Nagoya, que están estableciendo puestos de control legales para asegurar que se cumplan los requisitos para el acceso y la participación en los beneficios. En particular, este caso pone de relieve una vez más la necesidad de incluir oficinas de patentes como un puesto de control.
Desde una perspectiva de salud pública, todos los países tienen razones para prestar atención. En el caso del virus MERS, las reivindicaciones de la Universidad Erasmus pueden desalentar la investigación y el desarrollo de diagnósticos y tratamientos, o encarecerlos, o ambas cosas. Esto puede retrasar o limitar la capacidad de cualquier gobierno para responder a un brote de virus MERS, en particular los países con menos recursos.
En la visión más amplia de la salud pública, el intento de la Universidad Erasmus de patentar el virus MERS es el último de una serie de casos problemáticos de las instituciones de investigación que tratan de patentar los agentes patógenos recién descubiertos como una forma de controlar y beneficiarse de la utilización de estos agentes por otros. Es decir, para beneficiarse no solo de diagnósticos y tratamientos que los propios solicitantes de patentes desarrollen, sino también de los desarrollados por otros, a través de patentes que reivindican las partes esenciales de los agentes de las enfermedades.
Sería bueno que los gobiernos consideraran si deben autorizarse las reivindicaciones de patente sobre los patógenos humanos, incluso sus secuencias. Edward Hammond es Director de la consultora Prickly Research (www.pricklyresearch.com) con sede en Austin, Texas, y asesor de TWN en temas de biodiversidad, bioseguridad y propiedad intelectua
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