domingo, 31 de julio de 2016

Del laboratorio al show. Incoherencias y errores de la ciencia mediática


LA NACION,  31 de julio de 2016
 
En una época fascinada por las certezas rápidas, las investigaciones científicas ganan impacto social, mientras persiste el desconocimiento sobre un campo cruzado por intereses y necesidades de publicación
Ilustración: Decur
Ilustración: Decur.
Un día, la noticia es que un vaso de vino cotidiano puede ayudar a combatir las grasas; otro, que el mismo vaso oculta calorías. Un día, el chocolate es una panacea contra el cáncer. El otro, cuidado que si no es amargo puede más bien provocar cáncer. La pizza es la comida más adictiva, los perros se estresan con abrazos humanos, los lectores de Harry Potter no votan a Donald Trump.

Y otras mil contradicciones e irrelevancias vendidas en tamaño título, que resultaría ocioso repetir (basta apelar a la memoria o a Google). Pero son "verdad" porque lo dice la ciencia. O algo así: como se aclara -siempre más abajo- se trata de un estudio de la Universidad de? (complete los puntos suspensivos con el nombre de cualquier ciudad del medio oeste de Estados Unidos). Tanto se ha extendido la fórmula que hasta es parte de chascarrillos, chistes menores de ambientes académicos o comunicativos, filonerds.
¿Es que la ciencia se ha vuelto tan incoherente, tan volátil, que sus descubrimientos se suceden y se solapan y se contradicen cada vez que se publican? ¿Hay algo que funciona mal en el uso que dan los medios de comunicación a los insumos científicos? ¿O son los científicos los responsables? ¿O tal vez es el sistema que los impulsa a "publicar o perecer" y que genera ciertos niveles de incoherencia? ¿Acaso es la era de la comunicación instantánea, donde las noticias se tapan unas a otras, que está afectando también una de las actividades humanas por las que vale sentir orgullo?

El cómico inglés John Oliver hace poco mostró minuciosamente estas dificultades en su show nocturno Last Week Tonight (emitido por HBO en el original y con más de siete millones de visitas en YouTube), d
e las que se rio y culpó más a los medios, sobre todo a la TV estadounidense.
Pero ese medio no es el único responsable. Bien visto, el problema es mundial y atañe a cada persona que trabaja en el campo científico, o en la Ciencia con mayúsculas, que aún estructura tanto los mayores miedos (terrores nucleares, virus de laboratorio) como esperanzas (vivir en otros planetas, curar enfermedades) de la especie autodenominada Homo sapiens. Es posible que los daños colaterales de no hacer bien su divulgación se paguen en desviaciones, seudociencias y mitologías varias.
Para Melina Furman, bióloga y magíster en Educación de las Ciencias por la Universidad de Columbia, el asunto pasa por la discordancia entre lo que el periodismo hace y el contenido real de la ciencia, que no siempre resulta tan sexy (sobre todo para los contenidos periodísticos que hoy buscan el entretenimiento). "Los resultados que produce una investigación científica son casi siempre mucho menos rimbombantes que lo que necesita un buen titular periodístico para ser atractivo. Así, un titular correcto pero aburridísimo como ?Un extracto de vino tinto hace que células cancerosas se reproduzcan más lento en una cápsula de Petri' para ser publicado termina transformándose en ?Media copa de vino ayuda a curar el cáncer'."

Sin embargo, Furman no cree que eso mine la ciencia como institución: "Hay cierta fascinación de los medios y de la población en general con la ciencia como vehículo que da certezas rápidas para temas que nos preocupan (de salud, especialmente) o nos dan intriga (el amor, la felicidad, el comportamiento humano en general). Pero, al mismo tiempo, esa fascinación y confianza van acompañadas de un desconocimiento total acerca de cómo funciona la ciencia". Lo que queda, entonces, es cierta esperanza abstracta que no entiende las razones de su funcionamiento; como otra manera de la fe (vade retro).
Luis Quesada Allué, investigador principal del Conicet y jefe del Laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular del Desarrollo de la Fundación Instituto Leloir, acuerda en que "las comunicaciones serias de hechos y datos concretos llegan generalmente distorsionadas o exageradas al gran público". Señala que son tres los problemas e incorpora una autocrítica. "Uno, el teléfono descompuesto en cuanto al significado de un descubrimiento. Dos, la sobrevaloración/proyección de resultados que hacen algunos científicos (presionados para que les acepten el paper). Y, tres, la exageración de periodistas que aceptan todo lo que les dicen y lo potencian."
Desde luego, en su programa Oliver retomó temas ya señalados y discutidos, aunque cada vez más exagerados. El epidemiólogo y divulgador británico Ben Goldacre tiene una hipótesis, expuesta en su libro Mala ciencia (2008): "Las personas que dirigen los medios de comunicación son titulados en áreas de humanidades con escasos conocimientos sobre ciencia que además se enorgullecen de su ignorancia en la materia", dice, y agrega que de alguna manera se vengan de no estar al tanto de lo más importante que genera la humanidad. Quizás exagere. Pero agrega algo de la situación laboral de los periodistas a los que les falta tiempo para estudiar los temas y colegas con quienes compartir el trabajo en las redacciones, entonces deben escribir más? y terminan haciendo la más fácil. Quizás exagere. En todo caso, la aparición de la especialización y profesionalización progresiva del periodismo científico (en el país existe una Red Argentina de Periodismo Científico que trabaja en tal sentido), así como de científicos que sienten como un deber comunicar bien y tratan de mejorar el modo en que lo hacen (libros exitosos, programas de TV y hasta shows de teatro) son modos de entibiar una situación por momentos gélida.

Temas fashion

Diego Golombek, investigador del Conicet y director de la colección Ciencia que Ladra (Siglo XXI), coincide en que "en el camino desde la investigación científica hasta su difusión en medios masivos hay una clara sobresimplificación del mensaje y, peor aún, en muchos casos, una tergiversación del mismo". Y agrega que los temas noticiables no son del todo representativos del total de las investigaciones. "El porcentaje de temas fashion de la ciencia (perros que se abrazan, chocolate para las embarazadas, y demás) es mínimo pero, claro, suelen ser los más atractivos para difundir. El problema muchas veces radica en el trayecto entre una historia científica -usualmente larga y con pocos puntos rutilantes- y su versión noticiada, en que por cuestiones de espacio y de visibilidad se deben dejar afuera muchos aspectos centrales de la investigación y, en el peor de los casos, lo que queda afuera es, sencillamente, la ciencia."
Pero alguna responsabilidad tiene la organización actual del trabajo científico. Eso señala al menos el sociólogo de la ciencia Pablo Kreimer, doctorado en Francia. "La dinámica de la ciencia contemporánea hace que los investigadores, sobre todo en los países más avanzados como Estados Unidos, tengan que inventarse temas donde no trabaje todo el mundo (y donde no pueden competir con los más ?grosos', porque en la ciencia están las élites, las clases medias y los sectores populares, como en cualquier sociedad). Entonces, muchos terminan eligiendo temas absurdos o marginales."
Jorge Aliaga, físico y ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, acuerda con el diagnóstico y remarca otros dos errores de funcionamiento de la ciencia actual: "Ha aumentado mucho la cantidad de artículos retractados y también hay una proliferación de revistas malas, muy malas, donde se paga para publicar cualquier cosa, y donde es poco creíble lo que salga de allí".
Mico Tatalovic, editor de la revista inglesa New Scientist, sostiene que existen algunas conductas equívocas de parte de los científicos. "Hay mucha presión para publicar cada vez más papers, baja calidad e incluso revistas con revisores paupérrimos, además de un escaso nivel de incentivos para reproducir estudios y determinar si son de fiar o no. Todo esto lleva a una situación en la cual incluso la investigación publicada puede ser cuestionable."

Fuentes y fuentes

En general, a los medios no les importa de dónde salió la información, sino que sea de "un científico o investigador", que parece bastar como apelación de autoridad. Luisa Massarani, investigadora en Fundación Oswaldo Cruz (Brasil) sobre temas de comunicación de la ciencia y coordinadora para América Latina del portal SciDev.Net, es consciente de la limitación que tiene el periodista para contextualizar. "Por ejemplo, para decir que hay estudios sobre el café (o el vino, el huevo, la marihuana) que tienen resultados distintos pero por cuestiones de metodología empleada o de objetivos o vinculadas a quién financia la investigación." Es algo que el periodista debe saber, remarca, aunque luego no pueda publicarlo.
Según Tatalovic, "el problema es que muchos medios tradicionales carecen de periodistas especializados en ciencia, que rápidamente puedan dar cuenta de la calidad de los resúmenes de prensa y los artículos originales en los que se basan. Esto hace que periodistas generalistas escriban y emitan informes con poca investigación, o sin poner los nuevos descubrimientos en su contexto apropiado".
Tatalovic, nacido en Croacia y con varios años de residencia en Londres, sostiene que otro problema tiene que ver con el lugar en que los editores de medios colocan a los temas científicos. "Aquellos productores y editores que no tienen una formación en ciencia o no aprecian cómo la ciencia funciona, y por qué es tan importante, incluyen las noticias de ciencia como relleno, un pequeño espacio de diversión, más para entretener que para informar o como materia de análisis", añadió.

Quesada-Allué también desliza otra instancia de error: periodistas que dan como un hecho algo que es apenas "posible", y equivocan correlaciones con casualidad. "Las correlaciones son peligrosas porque son estadística pura. Si alguien publicara que comer carne tres veces por semana disminuye las borracheras (datos argentinos comparados con los de Japón, donde comen poca carne) y muestra los números de 10.000 personas (muy significativo estadísticamente), sería un disparate porque lo que pasa es que los orientales son menos resistentes al alcohol. Esto es burdo, pero en otros casos no se ve tan fácil donde está mal la correlación." Hay un sitio web que reúne decenas de correlaciones falsas, que van desde la relación de la disminución de piratas con el cambio climático hasta el aumento de personas ahogadas cada vez que Nicolas Cage hace una película.
Gerry Garbulsky, organizador de las charlas TEDx RíodelaPlata, alerta que muchas veces lo que se saca fuera de contexto es el experimento. "En todo lo que tiene que ver con la salud, el comportamiento y los sistemas complejos, es incorrecto tomar el resultado de una publicación científica (por más que tenga referato y sea una publicación prestigiosa) y extrapolar resultados más allá de las condiciones en las que fueron hechos. Hasta que no haya muchos papers que lo reproduzcan y ratifiquen, es poco serio decir mucho, más allá de las condiciones del experimento original, que suele ser una versión muy simplificada de la realidad." Por eso, "si querés sostener (casi) lo que quieras vas a encontrar un experimento publicado que apoye tu argumento. Que exista ese experimento no quiere decir que tengas razón", añade.

¿Cómo cambiar un panorama tan equívoco? Guadalupe Nogués, bióloga que lleva adelante el sitio Cómo sabemos (comosabemos.com), tiene algunas propuestas. "Esto se podría solucionar un poco, creo, si el público general comprendiera mejor cómo se genera el conocimiento científico, y si esta generación del conocimiento estuviera incluida en el relato de la noticia comunicada. Porque, en general, lo que nos cuentan de ciencia los medios es sólo el resultado desprovisto de información esencial, como por ejemplo ¿cómo se averiguó?, ¿en ratones o en humanos?, ¿cuán grande era la muestra?, ¿qué se sabe ya de ese tema?, ¿el resultado es confiable?, ¿el descubrimiento es realmente novedoso?, ¿concuerda con lo que ya se venía sabiendo o no?, ¿la investigación la hizo un organismo público o privado?, ¿hay una empresa con intereses detrás?".
Claro que responder todo eso llevaría mucho más del tiempo o el espacio disponible porque en periodismo ambos son tiranos. Pero las preguntas podrían servir como ayuda para un periodista en apuros, e incluso para "alfabetizar" científicamente al público. Por lo menos, hasta que haya un estudio de la Universidad de Connectitut que sostenga lo contrario.

http://www.lanacion.com.ar/1922776-del-laboratorio-al-show-incoherencias-y-errores-de-la-ciencia-mediatica

La industria farmacéutica es la tercera mayor 'fábrica de millonarios'

RedacciónMédica, 31 de julio de 2016

Este sector es capaz de generar el 30,1 por ciento de la riqueza del mundo desde este año hasta 2025

El sector farmacéutico está en el 'top 3' mundial. 
 
 
La industria farmacéutica es la tercera mayor 'fábrica de millonarios'
 
La industria farmacéutica es una máquina de hacer millonarios. Tanto es así que este sector es el tercero que mayor número de riqueza genera en el mundo, según el informe anual de la consultora Capgemini publicado recientemente.

En concreto, el sector de la salud (principalmente las farmacéuticas) generará el 30,1 por ciento del patrimonio desde este año hasta 2025. Este porcentaje le sitúa en el ‘top 3’ mundial, solo por detrás de los servicios financieros, que lideran el ranking con un 35,7 por ciento de posibilidad de crear grandes fortunas y el sector tecnológico, con un 30,9 por ciento, que también moverá importantes cantidades de dinero.

Tras ellos se sitúa la Fabricación, que, a pesar de  verse muy afectado por la desaceleración económica de China en 2016, tendrá un impulso del 22,3 por ciento. También Inmobiliaria y Construcción (20,3 por ciento); las Telecomunicaciones (20,2 por ciento); la Educación (19,8 por ciento); la Agricultura y la Minería (18,9 por ciento); la Aeronáutica y el Transporte Aéreo (18 por ciento); la Energía Renovable (17 por ciento) o el sector del entretenimiento, con un 15,2 por ciento, tienen gran potencial de general millonarios.

Al final del ranking quedan el Comercio al por menor y al por mayor (14 por ciento, porque depende prácticamente de la confianza y del poder adquisitivo del consumidor para generar riqueza); el Transporte (13,9 por ciento, si se beneficia de la bajada del precio del petróleo); los Recursos Naturales (13,5 por ciento); el Sector Energético (6,6 por ciento); y, por último, el Alojamiento y los Servicios Alimenticios (4 por ciento).

Para elaborar esta clasificación, los expertos de la consultora Capgemini analizan cuáles son y serán los sectores más punteros en creación de riqueza en el mundo en la próxima década, teniendo en cuenta una serie de factores como la innovación, la inversión y el desarrollo.



informe de la consultora Capgemini

original  http://www.redaccionmedica.com/secciones/industria/la-industria-farmaceutica-es-la-tercera-mayor-fabrica-de-millonarios--4450

sábado, 30 de julio de 2016

Medicamentos: La lucha de los pueblos contra el Goliat de las multinacionales

Bajar el precio de los medicamentos

Laia Altarriba, Viento Sur, 30 de julio de 2016




Un tercio de la población mundial no tiene acceso regular a medicamentos esenciales ni a vacunas de calidad. El dato es de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Y algunas de las causas son ampliamente conocidas: la falta de innovación para una serie de enfermedades que afectan a una parte muy importante de la población mundial y el hecho de que existen medicamentos muy efectivos, pero a los que la mayoría de la población no puede acceder, por el precio tan elevado que tienen.

Y ¿qué es lo que provoca estos precios elevados de determinados medicamentos? Pues el sistema de patentes, que la OMC (Organización Mundial del Comercio) incluye en los tratados de obligatorio cumplimiento para los países adheridos a este organismo. Y lo hace a través del llamado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionado con el Comercio (ADPIC), que fuerza a reconocer las patentes de los productos químicos y farmacéuticos.

El sistema de patentes se justifica como instrumento jurídico que sirve de estímulo económico para la innovación, aunque hay una gran opacidad sobre los costes reales de la producción de nuevos medicamentos. Pero más allá del debate /1 sobre lo que vale realmente hacer una medicina y si efectivamente es un acicate para la búsqueda (por saber más, lea esta entrevista a Xavier Seuba /2, experto en propiedad intelectual), lo que generan las patentes sobre productos farmacéuticos es el monopolio sobre un medicamento por parte de una multinacional y el consecuente encarecimiento del precio ante la inexistencia de competencia y de la imposibilidad de producir genéricos, excepto por motivos de emergencia que son necesario justificar.

De los elevados precios no quedan exentos ni siquiera los medicamentos esenciales (aquellos seleccionados para satisfacer las necesidades prioritarias de salud de la población), que la OMS establece que deben estar “disponibles en todo momento, en cantidades suficientes, en las formas farmacéuticas apropiadas, con una calidad garantizada y a un precio asequible para las personas y para la comunidad“. Y esto no sólo afecta a los países empobrecidos, sino que también repercute negativamente sobre los presupuestos de los países del Norte (a menudo el elevado precio se sufraga con las arcas públicas) y a veces llega hasta el bolsillo de los pacientes, como ha sucedido en el estado español con el Sovaldi®, un fármaco para tratar la hepatitis C.

Las patentes para los productos farmacéuticos son habitualmente por veinte años. Y esto significa que durante este periodo ningún otro laboratorio puede producir un medicamento con la misma composición. Por si veinte años fuera poco, las grandes empresas han ideado un sistema complejo de superposición de patentes muy similares que consiguen alargar aún más la duración de la patente. Básicamente se trata de cambios en el producto que generan una nueva patente, pero que muchos expertos cuestionan que sea realmente relevantes.

Pero ante este privilegio que la OMC garantiza a los laboratorios farmacéuticos para negociar precios, dominar el mercado de los medicamentos y engrosar la cuenta de ganancias, tanto pacientes como sociedad civil, e incluso gobiernos, se han organizado para romper los monopolios y conseguir unos precios asequibles para poder salvar vidas y garantizar el derecho a la protección de la salud de los pacientes.


La movilización popular en Colombia reduce el precio del Kaletra®


Actualmente 36,7 millones de personas viven con el VIH en todo el mundo. Este virus causa el Sida, una enfermedad que se calcula que ha provocado la muerte de unos 35 millones de personas a nivel mundial desde que estalló como epidemia. Pero hoy en día tener el Sida no es una fatalidad sino que hay medicinas (los llamados antirretrovirales) que permiten disfrutar de una vida plena. Eso sí, es necesario que los afectados puedan acceder a estos medicamentos con garantías. Y esto no sucedía en Colombia.

Este país de América del Sur tenía en 2008 unas 23 000 personas infectadas que necesitaban antirretrovirales para poder vivir. El Estado asumía el coste del tratamiento y esto significaba que el Kaletra® (antirretroviral de la multinacional Abbott) estaba incluido dentro del paquete de medicamentos de la sanidad pública. Pero había dos problemas: las personas que no estaban incluidas dentro del sistema de salud y las que sí podían disfrutar del medicamento, pero que tenían muchos problemas para conseguirlo. Y ¿qué problemas tenían? Retrasos a la hora de entregarlo, difícil que llegara a zonas alejadas de los núcleos urbanos o desabastecimiento en muchas farmacias. Además, organizaciones sociales denunciaban malas prácticas por parte de algunos médicos del sistema público.

La Fundación Ifarma /3 hizo un estudio en 2006 sobre el precio del Kaletra® en el área andina, y se dio cuenta de la enorme desigualdad de precios entre países, básicamente, entre Colombia y el resto: mientras que en Colombia este antirretroviral tenía un precio anual de 3.630 euros, en Brasil y en Ecuador sólo costaba 1 270 y en Perú bajaba hasta 1 089. Además, en algunos de estos estados se vendían otros medicamentos con la misma composición, mismos efectos terapéuticos y mismos estándares de calidad que costaban unos 800 euros, o 270 en Perú. La razón de las diferencias de precios: en Colombia la patente la tenía sólo un único laboratorio.

Ante el precio tan elevado por una medicina esencial y las dificultades para acceder a él, organizaciones sociales colombianas solicitaron en 2009 lo que se conoce como licencia obligatoria, que significa que, por motivos de interés público, el gobierno puede otorgar a otras empresas la explotación de la misma patente sin el consentimiento del titular. Pero el gobierno nacional colombiano tenía una política de beneficiar la presencia de empresas extranjeras en el país y se negó a molestar a Abbott con una licencia obligatoria. De todos modos, lo que sí hizo fue utilizar la legislación sobre precios y obligó a rebajar el precio del Kaletra® hasta los 907 euros por persona y año. Esto significó un ahorro por el gobierno de 10 millones de euros anuales. El documental “El medicamento, un derecho secuestrado” /4, recoge esta lucha.

Las organizaciones populares y los pacientes celebraron la reducción, pero seguían insistiendo en la licencia obligatoria, porque consideraban que sería la manera de acabar con el monopolio de Abbott y podrían entrar genéricos, y de esta manera superar las dificultades que seguían teniendo de acceso regular al medicamento. Así que recurrieron a los juzgados. En 2012 un tribunal les volvió a denegar lo que pedían, pero sí reconoció el abuso de la farmacéutica en el precio y obligó al gobierno a reducir aún más el precio. Desde entonces, se vende a 593 euros anuales y Abbott ha tenido que pagar una multa de 2 795 millones de euros.

El gobierno y la sociedad civil de la India tumban el gigante Novartis

La India ha sido uno de los principales focos mundiales de la lucha de los pacientes contra las patentes farmacéuticas. En este caso, además, con el apoyo del gobierno en defensa de la soberanía nacional. Dicen que la India es la farmacia del mundo. Y es que este estado produce la mayor parte de medicinas que se consumen en los países en vías de desarrollo y se ha convertido en el líder mundial de los genéricos. En cuanto a los antirretrovirales, por ejemplo, el 80% de los que se toman en los países empobrecidos están fabricados en la India.

Hay que remontarse a la independencia de la India (1947) para entender cómo ha llegado a ser una potencia farmacéutica. Cuando el país ganó la soberanía, resulta que no tenía soberanía farmacéutica, sino que este sector estaba bajo el control de las multinacionales y, en consecuencia, los medicamentos eran muy caros. Pero en 1970 aprobaron una ley que eliminó el régimen de patentes para los productos farmacéuticos y fitosanitarios. Esto permitió que la industria de los genéricos floreciera, y se convirtió en una de las principales industrias del país. Los precios se redujeron drásticamente, y actualmente siguen siendo muy bajos, así que el impacto sobre la salud de las personas ha sido muy positivo.

Pero el camino para mantener los precios bajos no ha sido sencillo. En 2005, y ante las presiones de la OMC (organización de la que la India forma parte), se aprobó una nueva Ley de Patentes que se ajustaba más a los requisitos de las multinacionales, pero que incluía la cláusula 3D, que establece que las nuevas formas de sustancias conocidas no se pueden patentar a no ser que sean significament más eficaces. Y con esta cláusula topó la farmacéutica Novartis, en lo que se conoce como Caso Novartis y que explica el documental “India, la farmacia del mundo”/5. Esta multinacional con sede en Suiza quería patentar en la India una forma cristalizada de una sustancia ya conocida (el mesilato de imatinib), que ya había patentado anteriormente. Pero el regulador se lo denegó en 2006, remitiéndose a la cláusula 3D.

Con esta sustancia Novartis fabrica el Glivec®, un medicamento que sirve para tratar la leucemia mieloide crónica. Se trata de un producto que se receta a los pacientes para toda la vida. En el momento en que comenzó la pugna, el genérico en India costaba 90 euros anuales, mientras que el Glivec® costaba 3 630.

Entonces, Novartis emprendió una lucha legal en contra de la normativa india con el objetivo no sólo de conseguir patentar el Glivec®, sino, sobre todo, de tumbar el obstáculo de la cláusula 3D y garantizar unos requisitos mucho más flexibles para registrar patentes. Los diversos estamentos judiciales a quien Novartis ha recurrido le han denegado una y otra vez su petición de patentar el producto, argumentando que no era una innovación significativa. La sentencia definitiva llegó el 1 de abril de 2013, cuando la Corte Suprema de la India dictaminó en contra de Novartis.

Las organizaciones de pacientes de la India celebran la derrota de la multinacional, especialmente porque alertan que si Novartis hubiera ganado se habrían recortado los criterios para conceder patentes, y esto hubiera significado el fin de algunos genéricos y el encarecimiento de muchos medicamentos. Y animan a otros países en vías de desarrollo a aplicar legislaciones similares.

Sovaldi®, o como el gobierno español da la espalda a los afectados

“¿Es lo mismo patentar un fármaco que evita el cáncer de hígado que patentar un bolígrafo que se convierte en paraguas? Y, más aún, es lo mismo patentar un medicamento que salva vidas que otro para la disfunción eréctil? Creemos que no. Es por eso que los legisladores deben hacer un enfoque social en realción con esta ley que permita un tratamiento diferenciado a productos, como los medicamentos, que pueden salvar vidas“. Esta es la reflexión que Farmacéuticos Mundi dirigió a los partidos políticos durante el proceso de tramitación de la Ley de Patentes en la primavera de 2015. Y lo hizo en el contexto de discusión sobre el elevado coste del Sovaldi® para los pacientes /6, el medicamento de la empresa Gilead para tratar a los enfermos de hepatitis C y que tiene una tasa de curación de alrededor del 90%, y prácticamente ningún efecto secundario.

Sovaldi® es el nombre comercial del sofosbuvir, un producto que la multinacional Gilead puso a la venta en 2013 de manera muy exitosa: sólo el primer semestre de 2014 la compañía facturó 5 263 millones de euros con este medicamento /7. Pero su corta y meteórica historia está también asociada con el escándalo que ha generado su precio de venta, que asciende a 74 405 euros en EEUU para un tratamiento de tres meses, en el estado español cuesta 13 000, pero en cambio en Egipto baja hasta 797 euros.

Aunque hay mucha opacidad sobre el coste de producción, como habitualmente sucede con los fármacos, un estudio de la Universidad de Liverpool ha demostrado que los gastos de fabricación del sofosbuvir para un tratamiento de tres meses podría ser de 91 euros. Las oscilaciones tan grandes de precios responden al monopolio que Gilead ha conseguido con la patente y en las negociaciones que la compañía hace con cada gobierno.

Farmacéuticos Mundi, pacientes y otras organizaciones han emprendido una batalla para conseguir rebajar el coste del producto en el estado español, donde el gobierno sólo financia la compra del fármaco a los pacientes más graves, que son una pequeña parte de los 800 000 enfermos de hepatitis C. Así que diversas entidades sociales reclaman al gobierno que aplique la licencia obligatoria argumentando el interés público y encargar a una empresa del Estado que fabrique el medicamento a un coste muy inferior. De momento, el gobierno continúa cerrado en banda y no contempla esta posibilidad, mientras los afectados reclaman poder acceder a un medicamento que podría cambiarles la vida.
El poder de la población vs el poder de las multinacionales


Julio Maset, director científico de los laboratorios CINFA, en el documental sobre la lucha en Colombia contra la multinacional Abbot, alerta de que “se ha puesto en manos privadas, y lógicamente con ánimo de lucro, la solución a los problemas de salud de la población mundial”. En esto coincide con el economista Germán Velasquez, que ha trabajado 20 años en la OMS: “La industria farmacéutica, como está constituida actualmente, es enemiga de la salud pública” /8.

Las multinacionales tienen un gran poder, ciertamente. Farmacéuticos Mundi, agrupaciones de pacientes y otras organizaciones llevan años reclamando a los estados que implementen medidas que primen el acceso a los medicamentos esenciales por encima de los criterios de la OMC/9. Y en Colombia y en la India se ha demostrado que las legislaciones estatales de precios y de patentes pueden ser herramientas para defender los derechos de los pacientes en el acceso regular, suficiente y a un precio asequible a medicamentos que pueden salvar la vida. Especialmente si los afectados y la sociedad se organizan para reclamarlos y presionar a sus respectivos gobiernos.
28/7/2016
Laia Altarriba, con el asesoramiento de Farmacèutics Mundi

nota original http://vientosur.info/spip.php?article11562

Notas:
1/. http://accesstomedicines.org/the-cost-of-developing-new-drugs
2/. http://www.isglobal.org/-/-la-industria-farmaceutica-es-a-la-vez-creadora-y-victima-de-los-problemas-del-actual-sistema-de-innovacion-
3/. http://web.ifarma.org/
4/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
5/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
6/. http://www.20minutos.es/noticia/2350472/0/hepatitis-c/financiacion/claves/
7/. http://farmacia-rsc.blogspot.com.es/2016/06/refugiados-el-ejemplo-de-raymond.html
8/. http://www.publico.es/sociedad/german-velasquez-80-medicamentos-tratan.html
9/.http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/Acceso-medicamentos-medidas-necesarias_6_502959707.html
http://www.elcritic.cat/blogs/lapitjorepidemia/2016/07/28/baixar-el-preu-dels-medicaments-la-lluita-dels-pobles-contra-el-goliat-de-les-multinacionals/
Bajar el precio de los medicamentos
La lucha de los pueblos contra el goliat de las multinacionales
30/07/2016 | Laia Altarriba
Un tercio de la población mundial no tiene acceso regular a medicamentos esenciales ni a vacunas de calidad. El dato es de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Y algunas de las causas son ampliamente conocidas: la falta de innovación para una serie de enfermedades que afectan a una parte muy importante de la población mundial y el hecho de que existen medicamentos muy efectivos, pero a los que la mayoría de la población no puede acceder, por el precio tan elevado que tienen.
Y ¿qué es lo que provoca estos precios elevados de determinados medicamentos? Pues el sistema de patentes, que la OMC (Organización Mundial del Comercio) incluye en los tratados de obligatorio cumplimiento para los países adheridos a este organismo. Y lo hace a través del llamado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionado con el Comercio (ADPIC), que fuerza a reconocer las patentes de los productos químicos y farmacéuticos.
El sistema de patentes se justifica como instrumento jurídico que sirve de estímulo económico para la innovación, aunque hay una gran opacidad sobre los costes reales de la producción de nuevos medicamentos. Pero más allá del debate /1 sobre lo que vale realmente hacer una medicina y si efectivamente es un acicate para la búsqueda (por saber más, lea esta entrevista a Xavier Seuba /2, experto en propiedad intelectual), lo que generan las patentes sobre productos farmacéuticos es el monopolio sobre un medicamento por parte de una multinacional y el consecuente encarecimiento del precio ante la inexistencia de competencia y de la imposibilidad de producir genéricos, excepto por motivos de emergencia que son necesario justificar.
De los elevados precios no quedan exentos ni siquiera los medicamentos esenciales (aquellos seleccionados para satisfacer las necesidades prioritarias de salud de la población), que la OMS establece que deben estar "disponibles en todo momento, en cantidades suficientes, en las formas farmacéuticas apropiadas, con una calidad garantizada y a un precio asequible para las personas y para la comunidad". Y esto no sólo afecta a los países empobrecidos, sino que también repercute negativamente sobre los presupuestos de los países del Norte (a menudo el elevado precio se sufraga con las arcas públicas) y a veces llega hasta el bolsillo de los pacientes, como ha sucedido en el estado español con el Sovaldi®, un fármaco para tratar la hepatitis C.
Las patentes para los productos farmacéuticos son habitualmente por veinte años. Y esto significa que durante este periodo ningún otro laboratorio puede producir un medicamento con la misma composición. Por si veinte años fuera poco, las grandes empresas han ideado un sistema complejo de superposición de patentes muy similares que consiguen alargar aún más la duración de la patente. Básicamente se trata de cambios en el producto que generan una nueva patente, pero que muchos expertos cuestionan que sea realmente relevantes.
Pero ante este privilegio que la OMC garantiza a los laboratorios farmacéuticos para negociar precios, dominar el mercado de los medicamentos y engrosar la cuenta de ganancias, tanto pacientes como sociedad civil, e incluso gobiernos, se han organizado para romper los monopolios y conseguir unos precios asequibles para poder salvar vidas y garantizar el derecho a la protección de la salud de los pacientes.
La movilización popular en Colombia reduce el precio del Kaletra®
Actualmente 36,7 millones de personas viven con el VIH en todo el mundo. Este virus causa el Sida, una enfermedad que se calcula que ha provocado la muerte de unos 35 millones de personas a nivel mundial desde que estalló como epidemia. Pero hoy en día tener el Sida no es una fatalidad sino que hay medicinas (los llamados antirretrovirales) que permiten disfrutar de una vida plena. Eso sí, es necesario que los afectados puedan acceder a estos medicamentos con garantías. Y esto no sucedía en Colombia.
Este país de América del Sur tenía en 2008 unas 23 000 personas infectadas que necesitaban antirretrovirales para poder vivir. El Estado asumía el coste del tratamiento y esto significaba que el Kaletra® (antirretroviral de la multinacional Abbott) estaba incluido dentro del paquete de medicamentos de la sanidad pública. Pero había dos problemas: las personas que no estaban incluidas dentro del sistema de salud y las que sí podían disfrutar del medicamento, pero que tenían muchos problemas para conseguirlo. Y ¿qué problemas tenían? Retrasos a la hora de entregarlo, difícil que llegara a zonas alejadas de los núcleos urbanos o desabastecimiento en muchas farmacias. Además, organizaciones sociales denunciaban malas prácticas por parte de algunos médicos del sistema público.
La Fundación Ifarma /3 hizo un estudio en 2006 sobre el precio del Kaletra® en el área andina, y se dio cuenta de la enorme desigualdad de precios entre países, básicamente, entre Colombia y el resto: mientras que en Colombia este antirretroviral tenía un precio anual de 3.630 euros, en Brasil y en Ecuador sólo costaba 1 270 y en Perú bajaba hasta 1 089. Además, en algunos de estos estados se vendían otros medicamentos con la misma composición, mismos efectos terapéuticos y mismos estándares de calidad que costaban unos 800 euros, o 270 en Perú. La razón de las diferencias de precios: en Colombia la patente la tenía sólo un único laboratorio.
Ante el precio tan elevado por una medicina esencial y las dificultades para acceder a él, organizaciones sociales colombianas solicitaron en 2009 lo que se conoce como licencia obligatoria, que significa que, por motivos de interés público, el gobierno puede otorgar a otras empresas la explotación de la misma patente sin el consentimiento del titular. Pero el gobierno nacional colombiano tenía una política de beneficiar la presencia de empresas extranjeras en el país y se negó a molestar a Abbott con una licencia obligatoria. De todos modos, lo que sí hizo fue utilizar la legislación sobre precios y obligó a rebajar el precio del Kaletra® hasta los 907 euros por persona y año. Esto significó un ahorro por el gobierno de 10 millones de euros anuales. El documental "El medicamento, un derecho secuestrado" /4, recoge esta lucha.
Las organizaciones populares y los pacientes celebraron la reducción, pero seguían insistiendo en la licencia obligatoria, porque consideraban que sería la manera de acabar con el monopolio de Abbott y podrían entrar genéricos, y de esta manera superar las dificultades que seguían teniendo de acceso regular al medicamento. Así que recurrieron a los juzgados. En 2012 un tribunal les volvió a denegar lo que pedían, pero sí reconoció el abuso de la farmacéutica en el precio y obligó al gobierno a reducir aún más el precio. Desde entonces, se vende a 593 euros anuales y Abbott ha tenido que pagar una multa de 2 795 millones de euros.
El gobierno y la sociedad civil de la India tumban el gigante Novartis
La India ha sido uno de los principales focos mundiales de la lucha de los pacientes contra las patentes farmacéuticas. En este caso, además, con el apoyo del gobierno en defensa de la soberanía nacional. Dicen que la India es la farmacia del mundo. Y es que este estado produce la mayor parte de medicinas que se consumen en los países en vías de desarrollo y se ha convertido en el líder mundial de los genéricos. En cuanto a los antirretrovirales, por ejemplo, el 80% de los que se toman en los países empobrecidos están fabricados en la India.
Hay que remontarse a la independencia de la India (1947) para entender cómo ha llegado a ser una potencia farmacéutica. Cuando el país ganó la soberanía, resulta que no tenía soberanía farmacéutica, sino que este sector estaba bajo el control de las multinacionales y, en consecuencia, los medicamentos eran muy caros. Pero en 1970 aprobaron una ley que eliminó el régimen de patentes para los productos farmacéuticos y fitosanitarios. Esto permitió que la industria de los genéricos floreciera, y se convirtió en una de las principales industrias del país. Los precios se redujeron drásticamente, y actualmente siguen siendo muy bajos, así que el impacto sobre la salud de las personas ha sido muy positivo.
Pero el camino para mantener los precios bajos no ha sido sencillo. En 2005, y ante las presiones de la OMC (organización de la que la India forma parte), se aprobó una nueva Ley de Patentes que se ajustaba más a los requisitos de las multinacionales, pero que incluía la cláusula 3D, que establece que las nuevas formas de sustancias conocidas no se pueden patentar a no ser que sean significament más eficaces. Y con esta cláusula topó la farmacéutica Novartis, en lo que se conoce como Caso Novartis y que explica el documental "India, la farmacia del mundo"/5. Esta multinacional con sede en Suiza quería patentar en la India una forma cristalizada de una sustancia ya conocida (el mesilato de imatinib), que ya había patentado anteriormente. Pero el regulador se lo denegó en 2006, remitiéndose a la cláusula 3D.
Con esta sustancia Novartis fabrica el Glivec®, un medicamento que sirve para tratar la leucemia mieloide crónica. Se trata de un producto que se receta a los pacientes para toda la vida. En el momento en que comenzó la pugna, el genérico en India costaba 90 euros anuales, mientras que el Glivec® costaba 3 630.
Entonces, Novartis emprendió una lucha legal en contra de la normativa india con el objetivo no sólo de conseguir patentar el Glivec®, sino, sobre todo, de tumbar el obstáculo de la cláusula 3D y garantizar unos requisitos mucho más flexibles para registrar patentes. Los diversos estamentos judiciales a quien Novartis ha recurrido le han denegado una y otra vez su petición de patentar el producto, argumentando que no era una innovación significativa. La sentencia definitiva llegó el 1 de abril de 2013, cuando la Corte Suprema de la India dictaminó en contra de Novartis.
Las organizaciones de pacientes de la India celebran la derrota de la multinacional, especialmente porque alertan que si Novartis hubiera ganado se habrían recortado los criterios para conceder patentes, y esto hubiera significado el fin de algunos genéricos y el encarecimiento de muchos medicamentos. Y animan a otros países en vías de desarrollo a aplicar legislaciones similares.
Sovaldi®, o como el gobierno español da la espalda a los afectados
"¿Es lo mismo patentar un fármaco que evita el cáncer de hígado que patentar un bolígrafo que se convierte en paraguas? Y, más aún, es lo mismo patentar un medicamento que salva vidas que otro para la disfunción eréctil? Creemos que no. Es por eso que los legisladores deben hacer un enfoque social en realción con esta ley que permita un tratamiento diferenciado a productos, como los medicamentos, que pueden salvar vidas". Esta es la reflexión que Farmacéuticos Mundi dirigió a los partidos políticos durante el proceso de tramitación de la Ley de Patentes en la primavera de 2015. Y lo hizo en el contexto de discusión sobre el elevado coste del Sovaldi® para los pacientes /6, el medicamento de la empresa Gilead para tratar a los enfermos de hepatitis C y que tiene una tasa de curación de alrededor del 90%, y prácticamente ningún efecto secundario.
Sovaldi® es el nombre comercial del sofosbuvir, un producto que la multinacional Gilead puso a la venta en 2013 de manera muy exitosa: sólo el primer semestre de 2014 la compañía facturó 5 263 millones de euros con este medicamento /7. Pero su corta y meteórica historia está también asociada con el escándalo que ha generado su precio de venta, que asciende a 74 405 euros en EEUU para un tratamiento de tres meses, en el estado español cuesta 13 000, pero en cambio en Egipto baja hasta 797 euros.
Aunque hay mucha opacidad sobre el coste de producción, como habitualmente sucede con los fármacos, un estudio de la Universidad de Liverpool ha demostrado que los gastos de fabricación del sofosbuvir para un tratamiento de tres meses podría ser de 91 euros. Las oscilaciones tan grandes de precios responden al monopolio que Gilead ha conseguido con la patente y en las negociaciones que la compañía hace con cada gobierno.
Farmacéuticos Mundi, pacientes y otras organizaciones han emprendido una batalla para conseguir rebajar el coste del producto en el estado español, donde el gobierno sólo financia la compra del fármaco a los pacientes más graves, que son una pequeña parte de los 800 000 enfermos de hepatitis C. Así que diversas entidades sociales reclaman al gobierno que aplique la licencia obligatoria argumentando el interés público y encargar a una empresa del Estado que fabrique el medicamento a un coste muy inferior. De momento, el gobierno continúa cerrado en banda y no contempla esta posibilidad, mientras los afectados reclaman poder acceder a un medicamento que podría cambiarles la vida.
El poder de la población vs el poder de las multinacionales
Julio Maset, director científico de los laboratorios CINFA, en el documental sobre la lucha en Colombia contra la multinacional Abbot, alerta de que "se ha puesto en manos privadas, y lógicamente con ánimo de lucro, la solución a los problemas de salud de la población mundial". En esto coincide con el economista Germán Velasquez, que ha trabajado 20 años en la OMS: "La industria farmacéutica, como está constituida actualmente, es enemiga de la salud pública" /8.
Las multinacionales tienen un gran poder, ciertamente. Farmacéuticos Mundi, agrupaciones de pacientes y otras organizaciones llevan años reclamando a los estados que implementen medidas que primen el acceso a los medicamentos esenciales por encima de los criterios de la OMC/9. Y en Colombia y en la India se ha demostrado que las legislaciones estatales de precios y de patentes pueden ser herramientas para defender los derechos de los pacientes en el acceso regular, suficiente y a un precio asequible a medicamentos que pueden salvar la vida. Especialmente si los afectados y la sociedad se organizan para reclamarlos y presionar a sus respectivos gobiernos.
28/7/2016
Laia Altarriba, con el asesoramiento de Farmacèutics Mundi
Notas:
1/. http://accesstomedicines.org/the-cost-of-developing-new-drugs
2/. http://www.isglobal.org/-/-la-industria-farmaceutica-es-a-la-vez-creadora-y-victima-de-los-problemas-del-actual-sistema-de-innovacion-
3/. http://web.ifarma.org/
4/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
5/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
6/. http://www.20minutos.es/noticia/2350472/0/hepatitis-c/financiacion/claves/
7/. http://farmacia-rsc.blogspot.com.es/2016/06/refugiados-el-ejemplo-de-raymond.html
8/. http://www.publico.es/sociedad/german-velasquez-80-medicamentos-tratan.html
9/.http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/Acceso-medicamentos-medidas-necesarias_6_502959707.html
http://www.elcritic.cat/blogs/lapitjorepidemia/2016/07/28/baixar-el-preu-dels-medicaments-la-lluita-dels-pobles-contra-el-goliat-de-les-multinacionals/
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Bajar el precio de los medicamentos
La lucha de los pueblos contra el goliat de las multinacionales
30/07/2016 | Laia Altarriba
Un tercio de la población mundial no tiene acceso regular a medicamentos esenciales ni a vacunas de calidad. El dato es de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Y algunas de las causas son ampliamente conocidas: la falta de innovación para una serie de enfermedades que afectan a una parte muy importante de la población mundial y el hecho de que existen medicamentos muy efectivos, pero a los que la mayoría de la población no puede acceder, por el precio tan elevado que tienen.
Y ¿qué es lo que provoca estos precios elevados de determinados medicamentos? Pues el sistema de patentes, que la OMC (Organización Mundial del Comercio) incluye en los tratados de obligatorio cumplimiento para los países adheridos a este organismo. Y lo hace a través del llamado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionado con el Comercio (ADPIC), que fuerza a reconocer las patentes de los productos químicos y farmacéuticos.
El sistema de patentes se justifica como instrumento jurídico que sirve de estímulo económico para la innovación, aunque hay una gran opacidad sobre los costes reales de la producción de nuevos medicamentos. Pero más allá del debate /1 sobre lo que vale realmente hacer una medicina y si efectivamente es un acicate para la búsqueda (por saber más, lea esta entrevista a Xavier Seuba /2, experto en propiedad intelectual), lo que generan las patentes sobre productos farmacéuticos es el monopolio sobre un medicamento por parte de una multinacional y el consecuente encarecimiento del precio ante la inexistencia de competencia y de la imposibilidad de producir genéricos, excepto por motivos de emergencia que son necesario justificar.
De los elevados precios no quedan exentos ni siquiera los medicamentos esenciales (aquellos seleccionados para satisfacer las necesidades prioritarias de salud de la población), que la OMS establece que deben estar "disponibles en todo momento, en cantidades suficientes, en las formas farmacéuticas apropiadas, con una calidad garantizada y a un precio asequible para las personas y para la comunidad". Y esto no sólo afecta a los países empobrecidos, sino que también repercute negativamente sobre los presupuestos de los países del Norte (a menudo el elevado precio se sufraga con las arcas públicas) y a veces llega hasta el bolsillo de los pacientes, como ha sucedido en el estado español con el Sovaldi®, un fármaco para tratar la hepatitis C.
Las patentes para los productos farmacéuticos son habitualmente por veinte años. Y esto significa que durante este periodo ningún otro laboratorio puede producir un medicamento con la misma composición. Por si veinte años fuera poco, las grandes empresas han ideado un sistema complejo de superposición de patentes muy similares que consiguen alargar aún más la duración de la patente. Básicamente se trata de cambios en el producto que generan una nueva patente, pero que muchos expertos cuestionan que sea realmente relevantes.
Pero ante este privilegio que la OMC garantiza a los laboratorios farmacéuticos para negociar precios, dominar el mercado de los medicamentos y engrosar la cuenta de ganancias, tanto pacientes como sociedad civil, e incluso gobiernos, se han organizado para romper los monopolios y conseguir unos precios asequibles para poder salvar vidas y garantizar el derecho a la protección de la salud de los pacientes.
La movilización popular en Colombia reduce el precio del Kaletra®
Actualmente 36,7 millones de personas viven con el VIH en todo el mundo. Este virus causa el Sida, una enfermedad que se calcula que ha provocado la muerte de unos 35 millones de personas a nivel mundial desde que estalló como epidemia. Pero hoy en día tener el Sida no es una fatalidad sino que hay medicinas (los llamados antirretrovirales) que permiten disfrutar de una vida plena. Eso sí, es necesario que los afectados puedan acceder a estos medicamentos con garantías. Y esto no sucedía en Colombia.
Este país de América del Sur tenía en 2008 unas 23 000 personas infectadas que necesitaban antirretrovirales para poder vivir. El Estado asumía el coste del tratamiento y esto significaba que el Kaletra® (antirretroviral de la multinacional Abbott) estaba incluido dentro del paquete de medicamentos de la sanidad pública. Pero había dos problemas: las personas que no estaban incluidas dentro del sistema de salud y las que sí podían disfrutar del medicamento, pero que tenían muchos problemas para conseguirlo. Y ¿qué problemas tenían? Retrasos a la hora de entregarlo, difícil que llegara a zonas alejadas de los núcleos urbanos o desabastecimiento en muchas farmacias. Además, organizaciones sociales denunciaban malas prácticas por parte de algunos médicos del sistema público.
La Fundación Ifarma /3 hizo un estudio en 2006 sobre el precio del Kaletra® en el área andina, y se dio cuenta de la enorme desigualdad de precios entre países, básicamente, entre Colombia y el resto: mientras que en Colombia este antirretroviral tenía un precio anual de 3.630 euros, en Brasil y en Ecuador sólo costaba 1 270 y en Perú bajaba hasta 1 089. Además, en algunos de estos estados se vendían otros medicamentos con la misma composición, mismos efectos terapéuticos y mismos estándares de calidad que costaban unos 800 euros, o 270 en Perú. La razón de las diferencias de precios: en Colombia la patente la tenía sólo un único laboratorio.
Ante el precio tan elevado por una medicina esencial y las dificultades para acceder a él, organizaciones sociales colombianas solicitaron en 2009 lo que se conoce como licencia obligatoria, que significa que, por motivos de interés público, el gobierno puede otorgar a otras empresas la explotación de la misma patente sin el consentimiento del titular. Pero el gobierno nacional colombiano tenía una política de beneficiar la presencia de empresas extranjeras en el país y se negó a molestar a Abbott con una licencia obligatoria. De todos modos, lo que sí hizo fue utilizar la legislación sobre precios y obligó a rebajar el precio del Kaletra® hasta los 907 euros por persona y año. Esto significó un ahorro por el gobierno de 10 millones de euros anuales. El documental "El medicamento, un derecho secuestrado" /4, recoge esta lucha.
Las organizaciones populares y los pacientes celebraron la reducción, pero seguían insistiendo en la licencia obligatoria, porque consideraban que sería la manera de acabar con el monopolio de Abbott y podrían entrar genéricos, y de esta manera superar las dificultades que seguían teniendo de acceso regular al medicamento. Así que recurrieron a los juzgados. En 2012 un tribunal les volvió a denegar lo que pedían, pero sí reconoció el abuso de la farmacéutica en el precio y obligó al gobierno a reducir aún más el precio. Desde entonces, se vende a 593 euros anuales y Abbott ha tenido que pagar una multa de 2 795 millones de euros.
El gobierno y la sociedad civil de la India tumban el gigante Novartis
La India ha sido uno de los principales focos mundiales de la lucha de los pacientes contra las patentes farmacéuticas. En este caso, además, con el apoyo del gobierno en defensa de la soberanía nacional. Dicen que la India es la farmacia del mundo. Y es que este estado produce la mayor parte de medicinas que se consumen en los países en vías de desarrollo y se ha convertido en el líder mundial de los genéricos. En cuanto a los antirretrovirales, por ejemplo, el 80% de los que se toman en los países empobrecidos están fabricados en la India.
Hay que remontarse a la independencia de la India (1947) para entender cómo ha llegado a ser una potencia farmacéutica. Cuando el país ganó la soberanía, resulta que no tenía soberanía farmacéutica, sino que este sector estaba bajo el control de las multinacionales y, en consecuencia, los medicamentos eran muy caros. Pero en 1970 aprobaron una ley que eliminó el régimen de patentes para los productos farmacéuticos y fitosanitarios. Esto permitió que la industria de los genéricos floreciera, y se convirtió en una de las principales industrias del país. Los precios se redujeron drásticamente, y actualmente siguen siendo muy bajos, así que el impacto sobre la salud de las personas ha sido muy positivo.
Pero el camino para mantener los precios bajos no ha sido sencillo. En 2005, y ante las presiones de la OMC (organización de la que la India forma parte), se aprobó una nueva Ley de Patentes que se ajustaba más a los requisitos de las multinacionales, pero que incluía la cláusula 3D, que establece que las nuevas formas de sustancias conocidas no se pueden patentar a no ser que sean significament más eficaces. Y con esta cláusula topó la farmacéutica Novartis, en lo que se conoce como Caso Novartis y que explica el documental "India, la farmacia del mundo"/5. Esta multinacional con sede en Suiza quería patentar en la India una forma cristalizada de una sustancia ya conocida (el mesilato de imatinib), que ya había patentado anteriormente. Pero el regulador se lo denegó en 2006, remitiéndose a la cláusula 3D.
Con esta sustancia Novartis fabrica el Glivec®, un medicamento que sirve para tratar la leucemia mieloide crónica. Se trata de un producto que se receta a los pacientes para toda la vida. En el momento en que comenzó la pugna, el genérico en India costaba 90 euros anuales, mientras que el Glivec® costaba 3 630.
Entonces, Novartis emprendió una lucha legal en contra de la normativa india con el objetivo no sólo de conseguir patentar el Glivec®, sino, sobre todo, de tumbar el obstáculo de la cláusula 3D y garantizar unos requisitos mucho más flexibles para registrar patentes. Los diversos estamentos judiciales a quien Novartis ha recurrido le han denegado una y otra vez su petición de patentar el producto, argumentando que no era una innovación significativa. La sentencia definitiva llegó el 1 de abril de 2013, cuando la Corte Suprema de la India dictaminó en contra de Novartis.
Las organizaciones de pacientes de la India celebran la derrota de la multinacional, especialmente porque alertan que si Novartis hubiera ganado se habrían recortado los criterios para conceder patentes, y esto hubiera significado el fin de algunos genéricos y el encarecimiento de muchos medicamentos. Y animan a otros países en vías de desarrollo a aplicar legislaciones similares.
Sovaldi®, o como el gobierno español da la espalda a los afectados
"¿Es lo mismo patentar un fármaco que evita el cáncer de hígado que patentar un bolígrafo que se convierte en paraguas? Y, más aún, es lo mismo patentar un medicamento que salva vidas que otro para la disfunción eréctil? Creemos que no. Es por eso que los legisladores deben hacer un enfoque social en realción con esta ley que permita un tratamiento diferenciado a productos, como los medicamentos, que pueden salvar vidas". Esta es la reflexión que Farmacéuticos Mundi dirigió a los partidos políticos durante el proceso de tramitación de la Ley de Patentes en la primavera de 2015. Y lo hizo en el contexto de discusión sobre el elevado coste del Sovaldi® para los pacientes /6, el medicamento de la empresa Gilead para tratar a los enfermos de hepatitis C y que tiene una tasa de curación de alrededor del 90%, y prácticamente ningún efecto secundario.
Sovaldi® es el nombre comercial del sofosbuvir, un producto que la multinacional Gilead puso a la venta en 2013 de manera muy exitosa: sólo el primer semestre de 2014 la compañía facturó 5 263 millones de euros con este medicamento /7. Pero su corta y meteórica historia está también asociada con el escándalo que ha generado su precio de venta, que asciende a 74 405 euros en EEUU para un tratamiento de tres meses, en el estado español cuesta 13 000, pero en cambio en Egipto baja hasta 797 euros.
Aunque hay mucha opacidad sobre el coste de producción, como habitualmente sucede con los fármacos, un estudio de la Universidad de Liverpool ha demostrado que los gastos de fabricación del sofosbuvir para un tratamiento de tres meses podría ser de 91 euros. Las oscilaciones tan grandes de precios responden al monopolio que Gilead ha conseguido con la patente y en las negociaciones que la compañía hace con cada gobierno.
Farmacéuticos Mundi, pacientes y otras organizaciones han emprendido una batalla para conseguir rebajar el coste del producto en el estado español, donde el gobierno sólo financia la compra del fármaco a los pacientes más graves, que son una pequeña parte de los 800 000 enfermos de hepatitis C. Así que diversas entidades sociales reclaman al gobierno que aplique la licencia obligatoria argumentando el interés público y encargar a una empresa del Estado que fabrique el medicamento a un coste muy inferior. De momento, el gobierno continúa cerrado en banda y no contempla esta posibilidad, mientras los afectados reclaman poder acceder a un medicamento que podría cambiarles la vida.
El poder de la población vs el poder de las multinacionales
Julio Maset, director científico de los laboratorios CINFA, en el documental sobre la lucha en Colombia contra la multinacional Abbot, alerta de que "se ha puesto en manos privadas, y lógicamente con ánimo de lucro, la solución a los problemas de salud de la población mundial". En esto coincide con el economista Germán Velasquez, que ha trabajado 20 años en la OMS: "La industria farmacéutica, como está constituida actualmente, es enemiga de la salud pública" /8.
Las multinacionales tienen un gran poder, ciertamente. Farmacéuticos Mundi, agrupaciones de pacientes y otras organizaciones llevan años reclamando a los estados que implementen medidas que primen el acceso a los medicamentos esenciales por encima de los criterios de la OMC/9. Y en Colombia y en la India se ha demostrado que las legislaciones estatales de precios y de patentes pueden ser herramientas para defender los derechos de los pacientes en el acceso regular, suficiente y a un precio asequible a medicamentos que pueden salvar la vida. Especialmente si los afectados y la sociedad se organizan para reclamarlos y presionar a sus respectivos gobiernos.
28/7/2016
Laia Altarriba, con el asesoramiento de Farmacèutics Mundi
Notas:
1/. http://accesstomedicines.org/the-cost-of-developing-new-drugs
2/. http://www.isglobal.org/-/-la-industria-farmaceutica-es-a-la-vez-creadora-y-victima-de-los-problemas-del-actual-sistema-de-innovacion-
3/. http://web.ifarma.org/
4/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
5/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
6/. http://www.20minutos.es/noticia/2350472/0/hepatitis-c/financiacion/claves/
7/. http://farmacia-rsc.blogspot.com.es/2016/06/refugiados-el-ejemplo-de-raymond.html
8/. http://www.publico.es/sociedad/german-velasquez-80-medicamentos-tratan.html
9/.http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/Acceso-medicamentos-medidas-necesarias_6_502959707.html
http://www.elcritic.cat/blogs/lapitjorepidemia/2016/07/28/baixar-el-preu-dels-medicaments-la-lluita-dels-pobles-contra-el-goliat-de-les-multinacionals/
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Bajar el precio de los medicamentos
La lucha de los pueblos contra el goliat de las multinacionales
30/07/2016 | Laia Altarriba
Un tercio de la población mundial no tiene acceso regular a medicamentos esenciales ni a vacunas de calidad. El dato es de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Y algunas de las causas son ampliamente conocidas: la falta de innovación para una serie de enfermedades que afectan a una parte muy importante de la población mundial y el hecho de que existen medicamentos muy efectivos, pero a los que la mayoría de la población no puede acceder, por el precio tan elevado que tienen.
Y ¿qué es lo que provoca estos precios elevados de determinados medicamentos? Pues el sistema de patentes, que la OMC (Organización Mundial del Comercio) incluye en los tratados de obligatorio cumplimiento para los países adheridos a este organismo. Y lo hace a través del llamado Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionado con el Comercio (ADPIC), que fuerza a reconocer las patentes de los productos químicos y farmacéuticos.
El sistema de patentes se justifica como instrumento jurídico que sirve de estímulo económico para la innovación, aunque hay una gran opacidad sobre los costes reales de la producción de nuevos medicamentos. Pero más allá del debate /1 sobre lo que vale realmente hacer una medicina y si efectivamente es un acicate para la búsqueda (por saber más, lea esta entrevista a Xavier Seuba /2, experto en propiedad intelectual), lo que generan las patentes sobre productos farmacéuticos es el monopolio sobre un medicamento por parte de una multinacional y el consecuente encarecimiento del precio ante la inexistencia de competencia y de la imposibilidad de producir genéricos, excepto por motivos de emergencia que son necesario justificar.
De los elevados precios no quedan exentos ni siquiera los medicamentos esenciales (aquellos seleccionados para satisfacer las necesidades prioritarias de salud de la población), que la OMS establece que deben estar "disponibles en todo momento, en cantidades suficientes, en las formas farmacéuticas apropiadas, con una calidad garantizada y a un precio asequible para las personas y para la comunidad". Y esto no sólo afecta a los países empobrecidos, sino que también repercute negativamente sobre los presupuestos de los países del Norte (a menudo el elevado precio se sufraga con las arcas públicas) y a veces llega hasta el bolsillo de los pacientes, como ha sucedido en el estado español con el Sovaldi®, un fármaco para tratar la hepatitis C.
Las patentes para los productos farmacéuticos son habitualmente por veinte años. Y esto significa que durante este periodo ningún otro laboratorio puede producir un medicamento con la misma composición. Por si veinte años fuera poco, las grandes empresas han ideado un sistema complejo de superposición de patentes muy similares que consiguen alargar aún más la duración de la patente. Básicamente se trata de cambios en el producto que generan una nueva patente, pero que muchos expertos cuestionan que sea realmente relevantes.
Pero ante este privilegio que la OMC garantiza a los laboratorios farmacéuticos para negociar precios, dominar el mercado de los medicamentos y engrosar la cuenta de ganancias, tanto pacientes como sociedad civil, e incluso gobiernos, se han organizado para romper los monopolios y conseguir unos precios asequibles para poder salvar vidas y garantizar el derecho a la protección de la salud de los pacientes.
La movilización popular en Colombia reduce el precio del Kaletra®
Actualmente 36,7 millones de personas viven con el VIH en todo el mundo. Este virus causa el Sida, una enfermedad que se calcula que ha provocado la muerte de unos 35 millones de personas a nivel mundial desde que estalló como epidemia. Pero hoy en día tener el Sida no es una fatalidad sino que hay medicinas (los llamados antirretrovirales) que permiten disfrutar de una vida plena. Eso sí, es necesario que los afectados puedan acceder a estos medicamentos con garantías. Y esto no sucedía en Colombia.
Este país de América del Sur tenía en 2008 unas 23 000 personas infectadas que necesitaban antirretrovirales para poder vivir. El Estado asumía el coste del tratamiento y esto significaba que el Kaletra® (antirretroviral de la multinacional Abbott) estaba incluido dentro del paquete de medicamentos de la sanidad pública. Pero había dos problemas: las personas que no estaban incluidas dentro del sistema de salud y las que sí podían disfrutar del medicamento, pero que tenían muchos problemas para conseguirlo. Y ¿qué problemas tenían? Retrasos a la hora de entregarlo, difícil que llegara a zonas alejadas de los núcleos urbanos o desabastecimiento en muchas farmacias. Además, organizaciones sociales denunciaban malas prácticas por parte de algunos médicos del sistema público.
La Fundación Ifarma /3 hizo un estudio en 2006 sobre el precio del Kaletra® en el área andina, y se dio cuenta de la enorme desigualdad de precios entre países, básicamente, entre Colombia y el resto: mientras que en Colombia este antirretroviral tenía un precio anual de 3.630 euros, en Brasil y en Ecuador sólo costaba 1 270 y en Perú bajaba hasta 1 089. Además, en algunos de estos estados se vendían otros medicamentos con la misma composición, mismos efectos terapéuticos y mismos estándares de calidad que costaban unos 800 euros, o 270 en Perú. La razón de las diferencias de precios: en Colombia la patente la tenía sólo un único laboratorio.
Ante el precio tan elevado por una medicina esencial y las dificultades para acceder a él, organizaciones sociales colombianas solicitaron en 2009 lo que se conoce como licencia obligatoria, que significa que, por motivos de interés público, el gobierno puede otorgar a otras empresas la explotación de la misma patente sin el consentimiento del titular. Pero el gobierno nacional colombiano tenía una política de beneficiar la presencia de empresas extranjeras en el país y se negó a molestar a Abbott con una licencia obligatoria. De todos modos, lo que sí hizo fue utilizar la legislación sobre precios y obligó a rebajar el precio del Kaletra® hasta los 907 euros por persona y año. Esto significó un ahorro por el gobierno de 10 millones de euros anuales. El documental "El medicamento, un derecho secuestrado" /4, recoge esta lucha.
Las organizaciones populares y los pacientes celebraron la reducción, pero seguían insistiendo en la licencia obligatoria, porque consideraban que sería la manera de acabar con el monopolio de Abbott y podrían entrar genéricos, y de esta manera superar las dificultades que seguían teniendo de acceso regular al medicamento. Así que recurrieron a los juzgados. En 2012 un tribunal les volvió a denegar lo que pedían, pero sí reconoció el abuso de la farmacéutica en el precio y obligó al gobierno a reducir aún más el precio. Desde entonces, se vende a 593 euros anuales y Abbott ha tenido que pagar una multa de 2 795 millones de euros.
El gobierno y la sociedad civil de la India tumban el gigante Novartis
La India ha sido uno de los principales focos mundiales de la lucha de los pacientes contra las patentes farmacéuticas. En este caso, además, con el apoyo del gobierno en defensa de la soberanía nacional. Dicen que la India es la farmacia del mundo. Y es que este estado produce la mayor parte de medicinas que se consumen en los países en vías de desarrollo y se ha convertido en el líder mundial de los genéricos. En cuanto a los antirretrovirales, por ejemplo, el 80% de los que se toman en los países empobrecidos están fabricados en la India.
Hay que remontarse a la independencia de la India (1947) para entender cómo ha llegado a ser una potencia farmacéutica. Cuando el país ganó la soberanía, resulta que no tenía soberanía farmacéutica, sino que este sector estaba bajo el control de las multinacionales y, en consecuencia, los medicamentos eran muy caros. Pero en 1970 aprobaron una ley que eliminó el régimen de patentes para los productos farmacéuticos y fitosanitarios. Esto permitió que la industria de los genéricos floreciera, y se convirtió en una de las principales industrias del país. Los precios se redujeron drásticamente, y actualmente siguen siendo muy bajos, así que el impacto sobre la salud de las personas ha sido muy positivo.
Pero el camino para mantener los precios bajos no ha sido sencillo. En 2005, y ante las presiones de la OMC (organización de la que la India forma parte), se aprobó una nueva Ley de Patentes que se ajustaba más a los requisitos de las multinacionales, pero que incluía la cláusula 3D, que establece que las nuevas formas de sustancias conocidas no se pueden patentar a no ser que sean significament más eficaces. Y con esta cláusula topó la farmacéutica Novartis, en lo que se conoce como Caso Novartis y que explica el documental "India, la farmacia del mundo"/5. Esta multinacional con sede en Suiza quería patentar en la India una forma cristalizada de una sustancia ya conocida (el mesilato de imatinib), que ya había patentado anteriormente. Pero el regulador se lo denegó en 2006, remitiéndose a la cláusula 3D.
Con esta sustancia Novartis fabrica el Glivec®, un medicamento que sirve para tratar la leucemia mieloide crónica. Se trata de un producto que se receta a los pacientes para toda la vida. En el momento en que comenzó la pugna, el genérico en India costaba 90 euros anuales, mientras que el Glivec® costaba 3 630.
Entonces, Novartis emprendió una lucha legal en contra de la normativa india con el objetivo no sólo de conseguir patentar el Glivec®, sino, sobre todo, de tumbar el obstáculo de la cláusula 3D y garantizar unos requisitos mucho más flexibles para registrar patentes. Los diversos estamentos judiciales a quien Novartis ha recurrido le han denegado una y otra vez su petición de patentar el producto, argumentando que no era una innovación significativa. La sentencia definitiva llegó el 1 de abril de 2013, cuando la Corte Suprema de la India dictaminó en contra de Novartis.
Las organizaciones de pacientes de la India celebran la derrota de la multinacional, especialmente porque alertan que si Novartis hubiera ganado se habrían recortado los criterios para conceder patentes, y esto hubiera significado el fin de algunos genéricos y el encarecimiento de muchos medicamentos. Y animan a otros países en vías de desarrollo a aplicar legislaciones similares.
Sovaldi®, o como el gobierno español da la espalda a los afectados
"¿Es lo mismo patentar un fármaco que evita el cáncer de hígado que patentar un bolígrafo que se convierte en paraguas? Y, más aún, es lo mismo patentar un medicamento que salva vidas que otro para la disfunción eréctil? Creemos que no. Es por eso que los legisladores deben hacer un enfoque social en realción con esta ley que permita un tratamiento diferenciado a productos, como los medicamentos, que pueden salvar vidas". Esta es la reflexión que Farmacéuticos Mundi dirigió a los partidos políticos durante el proceso de tramitación de la Ley de Patentes en la primavera de 2015. Y lo hizo en el contexto de discusión sobre el elevado coste del Sovaldi® para los pacientes /6, el medicamento de la empresa Gilead para tratar a los enfermos de hepatitis C y que tiene una tasa de curación de alrededor del 90%, y prácticamente ningún efecto secundario.
Sovaldi® es el nombre comercial del sofosbuvir, un producto que la multinacional Gilead puso a la venta en 2013 de manera muy exitosa: sólo el primer semestre de 2014 la compañía facturó 5 263 millones de euros con este medicamento /7. Pero su corta y meteórica historia está también asociada con el escándalo que ha generado su precio de venta, que asciende a 74 405 euros en EEUU para un tratamiento de tres meses, en el estado español cuesta 13 000, pero en cambio en Egipto baja hasta 797 euros.
Aunque hay mucha opacidad sobre el coste de producción, como habitualmente sucede con los fármacos, un estudio de la Universidad de Liverpool ha demostrado que los gastos de fabricación del sofosbuvir para un tratamiento de tres meses podría ser de 91 euros. Las oscilaciones tan grandes de precios responden al monopolio que Gilead ha conseguido con la patente y en las negociaciones que la compañía hace con cada gobierno.
Farmacéuticos Mundi, pacientes y otras organizaciones han emprendido una batalla para conseguir rebajar el coste del producto en el estado español, donde el gobierno sólo financia la compra del fármaco a los pacientes más graves, que son una pequeña parte de los 800 000 enfermos de hepatitis C. Así que diversas entidades sociales reclaman al gobierno que aplique la licencia obligatoria argumentando el interés público y encargar a una empresa del Estado que fabrique el medicamento a un coste muy inferior. De momento, el gobierno continúa cerrado en banda y no contempla esta posibilidad, mientras los afectados reclaman poder acceder a un medicamento que podría cambiarles la vida.
El poder de la población vs el poder de las multinacionales
Julio Maset, director científico de los laboratorios CINFA, en el documental sobre la lucha en Colombia contra la multinacional Abbot, alerta de que "se ha puesto en manos privadas, y lógicamente con ánimo de lucro, la solución a los problemas de salud de la población mundial". En esto coincide con el economista Germán Velasquez, que ha trabajado 20 años en la OMS: "La industria farmacéutica, como está constituida actualmente, es enemiga de la salud pública" /8.
Las multinacionales tienen un gran poder, ciertamente. Farmacéuticos Mundi, agrupaciones de pacientes y otras organizaciones llevan años reclamando a los estados que implementen medidas que primen el acceso a los medicamentos esenciales por encima de los criterios de la OMC/9. Y en Colombia y en la India se ha demostrado que las legislaciones estatales de precios y de patentes pueden ser herramientas para defender los derechos de los pacientes en el acceso regular, suficiente y a un precio asequible a medicamentos que pueden salvar la vida. Especialmente si los afectados y la sociedad se organizan para reclamarlos y presionar a sus respectivos gobiernos.
28/7/2016
Laia Altarriba, con el asesoramiento de Farmacèutics Mundi
Notas:
1/. http://accesstomedicines.org/the-cost-of-developing-new-drugs
2/. http://www.isglobal.org/-/-la-industria-farmaceutica-es-a-la-vez-creadora-y-victima-de-los-problemas-del-actual-sistema-de-innovacion-
3/. http://web.ifarma.org/
4/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
5/. http://accesamedicaments.org/videoteca-ame/
6/. http://www.20minutos.es/noticia/2350472/0/hepatitis-c/financiacion/claves/
7/. http://farmacia-rsc.blogspot.com.es/2016/06/refugiados-el-ejemplo-de-raymond.html
8/. http://www.publico.es/sociedad/german-velasquez-80-medicamentos-tratan.html
9/.http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/Acceso-medicamentos-medidas-necesarias_6_502959707.html
http://www.elcritic.cat/blogs/lapitjorepidemia/2016/07/28/baixar-el-preu-dels-medicaments-la-lluita-dels-pobles-contra-el-goliat-de-les-multinacionals/
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Argentina: Los laboratorios piden flexibilizar el control en la distribución de los medicamentos


 Por Fernando Krakowiak, Página 12, 30 de julio de 2016
 

Buscan avanzar con una desregulación riesgosa

En 2011 se comenzó a implementar gradualmente un sistema de trazabilidad para monitorear la venta de remedios. Para reducir costos, los laboratorios piden reducir el número de productos a los que se les hace ese seguimiento. A cambio firmarían un acuerdo de precios.


 
El acuerdo en el precio de los medicamentos que está negociando el gobierno con los laboratorios podría incluir una concesión polémica para abaratar los costos empresarios. Luego de haber subido fuerte el valor de la mayoría de sus productos, las principales firmas del sector ofrecen congelar precios hasta fin de año a cambio de una flexibilización del Sistema Nacional de Trazabilidad implementado en abril de 2011 para monitorear la distribución de remedios y evitar ventas en negro, adulteración de productos y fraude al Estado con la presentación de troqueles falsos destinados a cobrar subsidios.
El sistema de trazabilidad permite conocer el origen, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de toda la cadena de distribución, incluyendo laboratorios, distribuidoras, operadores logísticos, droguerías, farmacias y establecimiento asistenciales. 
El seguimiento se realiza a partir de la colocación de un código único por producto que es auditado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat). El envase puede tener un dispositivo electrónico, un código de barras o un código datamatrix, pues cualquiera de ellos cumple con la condición de que no pueden ser quitados sin dejar una marca evidente.
Este sistema de control tiene como objetivo principal garantizar la seguridad de los pacientes al evitar la comercialización de remedios adulterados o falsificados, pero además sirve para evitar ventas en negro y la estafa al Estado con la presentación de troqueles truchos, la porción del envase del remedio que se recorta para luego ingresar al mecanismo de reintegro de las obras sociales. El troquel es fácilmente falsificable porque, si bien funciona como un cheque al portador, no incluye ninguna medida de seguridad.
La causa conocida como “la mafia de los medicamentos” es uno de los antecedentes más resonantes que llevó a implementar el sistema de trazabilidad para reemplazar los troqueles. En 2010 la Justicia comprobó el fraude al Estado a través del cobro de subsidios de la Administración de Programas Especiales (APE), con la presentación de troqueles falsos por tratamientos complejos que nunca se realizaron y medicación que nunca se suministró a los pacientes. Por esta causa fueron procesados y presos como integrantes de una asociación ilícita el secretario general del gremio bancario, Juan José Zanola, y el titular de la droguería San Javier, Néstor Lorenzo. Además, en febrero de 2011, el entonces juez federal Norberto Oyarbide procesó a Juan Rinaldi, ex titular de la Superintendencia de Seguridad de la Salud y del APE, responsable de los reintegros a las obras sociales.
La primera etapa en la implementación del sistema de trazabilidad comenzó en mayo de 2011 e incluyó una serie de productos de alto costo, como oncológicos, HIV y hemoderivados. La implementación de esa disposición se completó en su totalidad.
En marzo del año siguiente, Anmat amplió la lista incorporando principios activos de remedios que podían ir de 200 a 100.000 pesos.
 “De los 350 productos farmacéuticos que se expenden bajo receta incluidos en la primera etapa del Sistema de Trazabilidad, que comenzó a implementarse el año pasado, ahora pasarán a controlarse unos 2.300 medicamentos. Esto abarcará psicofármacos, antibióticos, antidepresivos, antiepilépticos y antiparkinsonianos, entre otros productos”, aseguró entonces el interventor de la ANMAT, Carlos Chiale. Fuentes del sector consultadas por Página/12 estimaron que la trazabilidad se aplicó a cerca del 75 por ciento de los productos de ese segundo listado.

En enero de 2013 hubo una nueva ampliación que sumó una serie de psicotrópicos aunque su cumplimiento hasta el momento ha sido relativamente bajo, en torno al 15 por ciento del listado. A su vez, en enero de 2015 Anmat concretó una última ampliación del listado al sumar principios activos de alto costo, con un cumplimiento hasta ahora cercano al 85 por ciento.

El objetivo final era reemplazar por completo el sistema de troqueles durante este año, pero los laboratorios han venido demorando su cumplimiento y presionan para flexibilizar el sistema circunscribiéndolo sólo a los medicamentos más costosos, como era al inicio. 

Así se lo manifestaron representantes de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa) al ministro de Salud, Jorge Lemus, y a Carlos Chiale. A raíz del intenso lobby empresario, en mayo la senadora del Frente para la Victoria, Nancy González, presentó con otros colegas de su bloque un proyecto de comunicación en el Congreso solicitando informes al Ejecutivo sobre el estado de situación del sistema de trazabilidad de los medicamentos, pero todavía no fue tratado.

El argumento de los principales laboratorios, que también controlan distribuidoras y droguerías, es que la trazabilidad encarece sus costos por la logística que conlleva. Desde el gobierno, les hicieron saber a los empresarios que es muy complicado políticamente dar marcha atrás con este sistema porque no habría manera de justificarlo ante la opinión pública. Por lo tanto, lo que les ofertaron inicialmente es flexibilizar los plazos de cumplimiento de las distintas disposiciones vigentes al menos hasta 2017. A los laboratorios, esa propuesta les parece insuficiente y quieren que Anmat publique una nueva disposición reduciendo la cantidad de principios activos que deben ser monitoreados a través del sistema de trazabilidad. 

A cambio no sólo ofrecen sumarse al acuerdo de precios sino incluso condonar parte de las deudas que el PAMI tiene con ellos. “Parece que finalmente se va a avanzar con esta última opción. Ahora hay cerca de 600 principios activos y quedarían 450, pero además entre los principios eliminados se encuentran varios que tienen un volumen de ventas importante. Por lo tanto, si en lugar de contabilizar los principios activos se toman en cuenta los productos la reducción sería mucho mayor”, señaló a Página/12 una fuente de la industria.

Dar marcha atrás con el sistema de trazabilidad, no sólo supone una reducción de costos para los laboratorios sino también la posibilidad de que continúen los fraudes contra el Estado que protagonizan las empresas del sector y las obras sociales. 
De hecho, la semana pasada se conoció que un grupo de farmacias de Santiago del Estero le facturaron al PAMI 154 millones de pesos por remedios para diabéticos entre julio de 2015 y febrero de este año, pese a que en esa provincia sólo hay unos 2000 insulinodependientes. El plan consistía en la falsificación de troqueles de diferentes marcas de insulina y de recetas a nombre de afiliados fallecidos o de otros que no padecen diabetes. Una de las farmacias de Santiago del Estero que participó de la estafa facturó sólo en un mes unos 500.000 pesos en insulinas y tiras reactivas para medir el nivel de glucosa. Fuentes de la investigación señalaron que en promedio la venta de los medicamentos para contrarrestar la diabetes suele ser el 1,5 por ciento de la facturación de las farmacias, pero en algunos de los comercios investigados era el 90 por ciento. “Estas redes de corrupción son las que están llevando al PAMI al colapso”, aseguró el titular del organismo, Carlos Regazzoni. Sin embargo, la decisión oficial de flexibilizar el sistema de trazabilidad podría terminar siendo funcional a este tipo de estafas.
 original en
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-305607-2016-07-30.html