Veronika J. Wirtz,
Blog Gente Saludable, 20 agosto 2014
Imagina visitar a un
médico cuya clínica se encuentra dentro de una farmacia o al lado
de una farmacia. Imagina también que ese médico te dice que el
dueño de la farmacia es su patrón. También te informa que su
salario consiste en una comisión por cada paciente que atiende y, en
ciertos casos, también recibe como complemento un porcentaje de las
ganancias por la venta de productos específicos.
¿Te preocuparía
que el médico estuviera interesado en acortar la consulta para
atender a tantos pacientes como sea posible?
¿Te preguntarías si
los medicamentos que receta dicho médico benefician más a la
farmacia que a tu salud como paciente?
En México, dichas clínicas
en establecimientos comerciales dentro de las
farmacias o junto a ellas se multiplicaron en todo el país durante
los últimos cuatro años. En el año 2010 se prohibió la venta
de antibióticos sin receta o como medicamento de venta libre. Desde
entonces, las farmacias ampliaron los servicios que prestan a sus
clientes al establecer un consultorio
médico dentro de sus instalaciones o
inmediatamente al lado de su edificio. De manera similar a las
pequeñas clínicas independientes que atienden sin cita previa en
centros comerciales de los Estados Unidos, comúnmente conocidas como
“doctores en una casilla” (docs-in-a-box), estos “doctores
en la farmacia” atienden al público en el mismo horario que su
farmacia. Los pacientes pueden consultar a un médico por menos de 4
dólares, cantidad que equivale a aproximadamente la décima parte de
lo que habitualmente pagarían al buscar atención de un médico que
cobra por los servicios prestados. La consulta les proporcionaría la
receta que necesitan para comprar los medicamentos en la farmacia.
Estos “doctores
en la farmacia” han ganado mucha popularidad,
particularmente con la clase media de las zonas urbanas. A diferencia
de ello, la población de ingresos más bajos obtiene atención
mayormente en dependencias de la Secretaría de Salud, mientras que
la población de ingresos más altos recurre al sector privado. Los
resultados del “Estudio Nacional de Grupos Familiares 2012”
también revelan que los padres de menores, y adultos jóvenes en
particular optan por recurrir a los “doctores en la farmacia”:
más
del 51% de los pacientes tienen entre 0 y 19 años de edad, y la
mayoría de esos jóvenes pacientes padecen de infecciones
respiratorias agudas.
Resulta menos sorprendente el hecho de que a las
dos terceras partes de tales pacientes se les administran tres o más
medicamentos. Eso es preocupante porque muchas infecciones
respiratorias causadas por un virus no requieren medicamentos. Si se
sospechara de una infección bacterial, se recetaría un antibiótico,
quizás en conjunto con un antifebril. Como
promedio, se prevería que el médico recete uno o dos medicamentos,
y no más que eso.
¿Por qué son tan populares esos consultorios a
pesar de que generan mayores gastos de bolsillo a las familias?
A
diferencia de lo que algunos considerarían un indicio de falta de
cobertura de seguro y una necesidad de clínicas que cobran por los
servicios prestados, en efecto, los dos tercios de los citados
usuarios tienen seguro médico. Tal parece que esos “doctores en la
farmacia” cubren una importante brecha en el lado de la oferta del
servicio de salud en México. Los
clientes mencionan las siguientes razones para acudir allí:
- Ubicación conveniente
- Breve tiempo de espera
- Costo económico de la consulta
- Horario prolongado de servicio
En los Estados Unidos y otros países son comunes
las clínicas en establecimientos comerciales; sin embargo, lo que
parece contrastar es el modelo de empleo y servicio de tales
clínicas. En los Estados Unidos dichas clínicas por lo general
ofrecen un conjunto definido de prácticas para tratar condiciones
menores (ej., rinitis alérgica o gastritis) o de prevención
(ej., vacuna antigripal); no obstante, en el modelo de los
“doctores en la farmacia” de México, los servicios parecen tener
menos restricciones e incluyen todas las prácticas de atención
primaria que puedan prestarse dentro del espacio y la tecnología
disponible en el local.
Para el ámbito de los Estados Unidos, la
Asociación Médica Estadounidense ha publicado una serie
de recomendaciones, y una de ellas consiste en
recurrir al médico familiar para la continuidad de la atención
primaria. Otras dos características
distintivas del modelo estadounidense son:
- La mayoría de esas clínicas son atendidas por enfermeros especialistas o asistentes médicos
- Los pacientes pueden obtener un reembolso del costo de su visita a clínicas en establecimientos comerciales, lo cual implica, por un lado, la supervisión de la atención recibida y la aprobación de la compañía de seguros y, por otro lado, la protección de los pacientes contra altos gastos de bolsillo.
Escasean los datos sobre la calidad de la atención
de los “doctores en la farmacia” en México. Al respecto, hay
varias preguntas que merecen considerarse: ¿La atención prestada
por los “doctores en la farmacia” es comparable a la de otras
instituciones, incluyendo una continuidad garantizada de la atención?
¿De qué manera las organizaciones profesionales, los
establecimientos comerciales, tales como las cadenas de farmacias, y
los gobiernos garantizan la calidad de una atención que sea
costeable, accesible y aceptable para los pacientes? Con el paso del
tiempo, ¿cuáles son las experiencias de los pacientes al recurrir a
una clínica en un establecimiento comercial o a los “doctores en
la farmacia”?
Dinos lo que piensas sobre este modelo de clínicas
en México. ¿Existen en tu país? ¿Cuál ha sido tu experiencia?
Veronika
J. Wirtz es profesora adjunta en el
Departamento de Salud Mundial de la Facultad de Salud Pública en la
Universidad de Boston.
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