5
de septiembre de 2014
Respetado
Señor Presidente:
Hemos
tenido acceso a la carta abierta que le ha dirigido AFIDRO,
organización que representa los intereses de empresas farmacéuticas
multinacionales, pagando su publicación en varios periódicos de
amplia circulación, señal inequívoca de que no han logrado
hablarle a usted y al gobierno colombiano al oído, como normalmente
lo han hecho en Colombia y en el mundo. Esto nos da la oportunidad
para agradecer la firmeza de su gobierno y aclarar que estamos de
acuerdo en el propósito de contar con medicamentos de calidad que
contribuyan a satisfacer el derecho fundamental a la salud de las
personas.
Es
de censurar que AFIDRO se atribuya la representación de los
pacientes, la comunidad científica y médica, la academia y la
comunidad internacional, olvidando que tal gremio sólo representa
unos pocos grupos dentro de estos universos. Por ejemplo, las
organizaciones que integramos el Comité para la Veeduría Ciudadana
en Salud (Conferencia Episcopal de Colombia, Misión Salud, Ifarma,
Federación Médica Colombiana, Centro de Información de
Medicamentos de la Universidad Nacional y Observatorio del
Medicamento de la Federación Médica Colombiana), quienes hemos
seguido muy de cerca durante los últimos 5 años los debates
públicos alrededor de la regulación de los medicamentos
biotecnológicos, tenemos posiciones totalmente opuestas a las que
sostiene AFIDRO en su comunicación.
La
propuesta de AFIDRO es la receta para mantener artificialmente
elevados los precios de los medicamentos biotecnológicos, afectando
así el acceso de millones de compatriotas no sólo a éstos, sino
también a otros servicios de salud igualmente prioritarios, en
contravía de las intervenciones que juiciosamente el gobierno viene
desarrollando para mejorar el funcionamiento del sistema. De ser
aceptada, el monopolio del que gozan sus representados, mediante
privilegios de propiedad intelectual, en ocasiones francamente
excesivos y perjudiciales para la salud pública, se extendería en
el tiempo a través de barreras técnicas a la entrada de
competidores.
La
salud es un derecho fundamental de todos y cada uno de los
colombianos, independientemente de la enfermedad que padezcan, y el
acceso a medicamentos de calidad, que estén disponibles y sean
aceptables para la sociedad, es parte integral de este derecho, cuya
defensa no debe ser usada como disfraz altruista para lograr
objetivos comerciales, pecuniarios y financieros. Si los laboratorios
afiliados a AFIDRO tienen una preocupación real por la salud de los
colombianos, en lugar de gastar millones en mensajes al señor
Presidente a través de los medios, deberían ofrecer sus productos a
precios asequibles o liberar la información propia de su desarrollo
para favorecer la disponibilidad de medicamentos que salvan vidas. En
palabras del autor de Indignaos, "Debemos resistirnos a que la
carrera por el dinero domine nuestras vidas".
En
buena hora el gobierno colombiano por fin ha asumido su papel en el
debate internacional sobre estos asuntos al interior de la Asamblea
Mundial de la Salud, máxima instancia de la Organización Mundial de
la Salud (OMS), que ha dado un mandato para que, por un lado, se
respete la soberanía de los países para establecer la regulación
de medicamentos biotecnológicos de acuerdo con las condiciones
propias de cada uno y por el otro, teniendo en cuenta que existe la
percepción de que los lineamientos fijados por la OMS para esta
materia son prácticamente dictados por la industria farmacéutica
multinacional, se revisen tales lineamientos con el fin de
incorporarles los avances científicos y técnicos.. Como Veeduría
hemos insistido en la necesidad de que este proceso de revisión se
adelante de manera transparente, evitando el conflicto de intereses e
incluyendo gobiernos representativos...
Por
supuesto, el Gobierno colombiano tiene la responsabilidad de no ceder
a las presiones de la industria y de seguir participando en la
recuperación de la OMS como espacio de los países, en el que los
organismos científicos y técnicos estén conformados por personas
idóneas, y sobre todo, independientes de los intereses de la
industria farmacéutica.
La
exigencia de ensayos clínicos propios para el ingreso de
medicamentos al mercado es imperativa para el medicamento pionero,
pero resulta totalmente cuestionable desde el punto de vista ético y
económico cuando existen los medios científicos y técnicos para
definir unas especificaciones de calidad adecuadas que garanticen la
seguridad y la eficacia de medicamentos con una amplia trayectoria en
el mercado. Esto es posible para un grupo cada vez mayor de
medicamentos biotecnológicos, lo cual fundamenta la reglamentación
definida por el Gobierno colombiano. Vale insistir en que con esta el
país no está sacrificando el bienestar de la población ni abriendo
la puerta a una tercera categoría de medicamentos, sino que por el
contrario está omitiendo el establecimiento de barreras innecesarias
al acceso a estos bienes esenciales.
Sin
embargo, el compromiso del gobierno y de todos los estamentos de la
sociedad no se limita a la expedición del decreto, sino al abordaje
de todas las preocupaciones que se han expresado en este debate, y a
la búsqueda de que este sea transparente. La industria tiene mucho
que aportar, pero no puede ser ella quien establezca las reglas del
mismo y defina sus resultados. Por ejemplo, será necesario encontrar
los mecanismos que eviten que las industrias que representa AFIDRO
impidan el acceso a estándares de referencia y a información clave
para garantizar la salud del pueblo colombiano. Con este asunto de
los biotecnológicos seguramente enfrentará Colombia una situación
igual a la que ha sufrido durante casi medio siglo con los
medicamentos de síntesis química, en la que se le ha acusado de no
tener verdaderos genéricos, sino copias, desconociendo de un lado
los resultados en salud, y de otro, y que son la legislación de EE
UU y la Europea las que cada vez se parecen más a la colombiana en
lo relativo al ingreso de competidores y no al contrario.
Si
Colombia quiere realmente pertenecer al "club de buenas
prácticas" debe hacerlo con la frente en alto, respetando,
protegiendo y haciendo cumplir el derecho fundamental a la salud, y
cooperando con los demás países para superar la crisis del sistema
de salud que ya es mundial y que se relaciona íntimamente con el
despilfarro de recursos generado por los medicamentos. El ingreso a
este grupo de países no puede ser a condición de asumir
irreflexivamente los condicionamientos de un sector industrial que no
logra cumplir a cabalidad con su función social y pregona que su
negocio no es salvar vidas sino hacer dinero.
Ratificamos
nuestro irrestricto apoyo al decreto regulatorio de medicamentos y
reconocemos, como ya lo reconoce la comunidad internacional, la
solvencia técnica, la independencia y la capacidad con la que tanto
el Ministerio de Salud como el equipo de gobierno en su conjunto han
conducido estos debates en los espacios internacionales. Confiamos en
que se mantendrá la decisión de expedir y reglamentar el decreto
para bien de la salud del pueblo colombiano.
Misión
Salud Veeduría Ciudadana.
Conferencia
Episcopal
Fundación
Ifarma
Observamed
Federación
Médica Colombiana
Cimun
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