hemos discutido este controvertido tema en otros post publicados previamente
la versión de los costos de DiMasi, que es la que presenta la nota de El País, ha sido disutida ampliamente por otros sectores e investigadores de la talla de Donald Ligth y Peter Gøtzsche
Gøtzsche PC El desarrollo de un nuevo medicamento cuesta menos de $ 100, no $ 900 millonesla versión de los costos de DiMasi, que es la que presenta la nota de El País, ha sido disutida ampliamente por otros sectores e investigadores de la talla de Donald Ligth y Peter Gøtzsche
Donald Ligth. Investigación ydesarrollo de medicamentos: ¿qué obtenemos a cambio de todo ese dinero?
Cuánto cuesta realmente desarrollar un fármaco?
Fármacos a precio de oro, solo si funcionan. El dilema ético sobre qué fármacos está justificado costear
y los recientes
El precio de la salud ¿Por qué los medicamentos son tan caros?
ahora si
¿Cuánto cuesta fabricar un medicamento?
Se necesitan entre 10 y 15 años y 1.000 millones de euros para crear un nuevo fármaco
Elena G. Sevillano, El País, 23 de marzo de 2015
Elena G. Sevillano, El País, 23 de marzo de 2015
Pocos
especialistas pueden presumir de algo semejante: asistir durante su
carrera profesional al hallazgo de una enfermedad y al inicio de su
erradicación. Los médicos que tratan la hepatitis C, descubierta en
1989, aseguran que los antivirales
de última generación que están llegando al mercado acabarán con el
virus en un par de décadas. Un hito. Pero el precio (en Europa el
tratamiento ronda los 50.000 euros de media) de estos fármacos milagro
ha puesto en jaque la sostenibilidad de los sistemas sanitarios y ha
atemperado la satisfacción inicial. Los laboratorios alegan que fabricar
nuevos medicamentos exige inversiones millonarias. Pero ¿cómo se
desarrollan y cuánto cuesta realmente ese proceso?
Desde que una compañía empieza a
investigar una molécula hasta que la comercializa transcurren de media
entre 10 y 15 años. De hecho, llegar a la fase de los ensayos clínicos,
la más conocida para el ciudadano, supone unos cuatro años en los que
hay que identificar un compuesto prometedor y hacerle las primeras
pruebas, básicamente para comprobar su seguridad. Es la investigación
básica o preclínica. Solo una de cada 10.000 moléculas estudiadas llega a
convertirse en fármaco.
Con la autorización de las agencias reguladoras –FDA en Estados Unidos, EMA en Europa, AEMPS
en España– es cuando empiezan los ensayos clínicos. Otros seis o siete
años. Hay un mantra que se repite en la industria: sacar adelante un
medicamento cuesta 1.000 millones de dólares. Los datos más actualizados
hablan de una inversión total de 1.172 millones de euros.
Suben los fracasos
Las cifras, sin embargo,
varían enormemente según las fuentes que se consulten. La anterior la
proporciona la patronal del sector en España, Farmaindustria, basándose en informes de las dos grandes asociaciones, la europea EFPIA y la internacional IFPMA.
La otra fuente canónica son los estudios periódicos del investigador
Joseph A. DiMasi en la Universidad de Tufts (EE UU). El último, de
noviembre pasado, indica que el desarrollo de cada compuesto que llega a
las farmacias supone, de media, 2.558 millones de dólares (2.427
millones de euros). DiMasi explica a EL PAÍS que en una década –su
anterior estudio es de 2003– el coste se ha incrementado un 145%. La
investigación es más cara y “los riesgos son mayores, porque ha subido
el porcentaje de fracasos”, apunta como principales causas del aumento.
DiMasi obtiene los
datos de las propias compañías farmacéuticas (estudió 100 compuestos de
10 empresas ensayados en humanos entre 1995 y 2007), lo que para los
críticos con la forma de calcular los costes de la innovación demuestra
lo difícil que es conocer realmente cuánto invierten. “Lo cierto es que
no lo sabemos. ¿Qué industria farmacéutica ha revelado la factura de
su coste de desarrollo? Ninguna”, asegura Rafael Vilasanjuán, portavoz del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), organización que promueve la equidad en la salud.
“Si hoy se investigara la aspirina, quizá no se
llegaría a aprobar por los problemas gástricos que provoca”, dicen desde
Farmaindustria
“Buena parte del coste corresponde al marketing,
al posicionamiento del producto en congresos, con los médicos y los
pacientes. Otra es para la financiación, la tasa de coste de capital. La
tercera sí es innovación y desarrollo, con los ensayos clínicos que, en
caso de medicamentos tecnológicamente muy avanzados, puede ser muy
costosa”, señala Vilasanjuán.
Enfermedades olvidadas
El portavoz de ISGlobal asegura que se puede desarrollar un fármaco por mucho menos dinero, y pone como ejemplo los de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas
(DNDi, en sus siglas en inglés). Los costes de desarrollo de una nueva
molécula (SCYX-7158) para tratar la enfermedad del sueño han sido de
38,3 millones de euros, estima DNDi en su último informe anual. Rafael
Vilasanjuán también lamenta que las farmacéuticas “compran mucha
investigación desarrollada por universidades con fondos públicos”.
DiMasi cree que no se pueden hacer este tipo de comparaciones, y menos
centrándose en un único producto.
Farmaindustria asegura que los costes de I+D
de un nuevo medicamento en 2012 (1.172 millones de euros) son seis
veces superiores a los de 1979. Javier Urzay, subdirector general,
explica que el incremento se debe a que “los requisitos se han
endurecido mucho”. “Las autoridades son mucho más exigentes y requieren
que los laboratorios demuestren que el producto es bueno con más
pruebas, un mayor número de pacientes y estudiando todas las
interacciones. Si ahora se estuviera investigando la aspirina quizá no
se llegaría a aprobar por los problemas gástricos y de úlceras que
provoca. Y lo mismo ocurre con el paracetamol, que puede ser tóxico para
el hígado. Muchos de los grandes productos con problemas no serían
aprobados tan fácilmente como en su momento”, señala.
Urzay reconoce que
en el coste de desarrollo de un fármaco se computa también la
investigación de las moléculas que han fracasado. “El grado de
probabilidad de que una molécula salga adelante va aumentando durante el
proceso pero, al mismo tiempo, el riesgo aumenta porque has invertido
mucho dinero”, señala. Las compañías deciden si la probabilidad de éxito
compensa la inversión. Y cada vez están más preocupadas por los costes
que suponen los fracasos. “Se está trabajando mucho para intentar que el
abandono de una investigación se produzca lo antes posible. Hay
investigaciones en áreas preclínicas para predecir, tanto con animales
como con modelos en ordenador, si un medicamento es seguro y eficaz”,
apunta.
Pocas moléculas
llegan a la fase de los ensayos clínicos. Menos aún acaban en la
farmacia. En 2011, según datos de Farmaindustria, de más de 3.200
moléculas en desarrollo, solo se autorizaron 35 nuevas medicinas. La
tasa de éxito de los procesos de I+D de la industria es del 1,1%. Y solo
tres de cada diez fármacos comercializados generan ingresos que superan
los costes medios de I+D, añade la patronal.
Javier Urzay, de Farmaindustria, asegura
que esos costes no se trasladan directamente al precio de venta. “Es una
decisión empresarial bastante compleja, que baraja distintos factores,
desde lo que los clientes estén dispuestos a pagar hasta la situación
del mercado y la competencia, pasando por los costes de desarrollo”,
resume.
De la molécula a la caja
De cada 70
moléculas que empiezan la fase clínica, solo una llega al mercado. Y hay
empresas que pasan muchos años sin lanzar un nuevo producto al mercado.
Lo saben bien en Almirall, la compañía farmacéutica líder en inversión en I+D en España. Este laboratorio llevó a las farmacias en 2012 Eklira, un fármaco para la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Su anterior lanzamiento, Almogran, para las migrañas, es del año 2000.
Los costes de los ensayos clínicos son muy variables, aseguran fuentes
de la empresa, y dependen en gran medida del número de pacientes.
Los ensayos
constan de cuatro etapas. En la primera se comprueba la seguridad del
compuesto en un número reducido de voluntarios sanos. Entre 100 y 300
personas participan en los ensayos de fase II, que dan información
preliminar sobre la eficacia y la dosis. Para la fase III, que dura de
tres a seis años, se necesitan un mínimo de 1.000 pacientes, que pueden
llegar a ser varios miles y en distintos países, lo que aumenta el
coste. Tras la aprobación del fármaco, también se hacen ensayos, bien
para investigar otras indicaciones, bien para medir su efectividad y
seguridad en el uso clínico diario, que se conoce como
farmacovigilancia.
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