Martin Khor*
25 de abril de 2014 - No. 160 - Año
2014
*fundador de TWN y director
ejecutivo del Centro del Sur.
El Acuerdo Estratégico Transpacífico
de Asociación Económica (TPP) es un tema central de la agenda del
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su visita de esta
semana a cuatro países asiáticos: Japón, Corea del Sur, Malasia y
Filipinas. Es una oportunidad para aclarar las dudas de si el TPP
será aprobado por el Congreso, una vez que se alcance un acuerdo.
Una preocupación radica en que el
Congreso solo aprobará el TPP si contiene una cláusula que
discipline a los países que hacen “manipulación de moneda”. El
tema preocupa en Malasia, donde Obama llegará este sábado 26 de
abril, uno de los dos países del TPP –junto con Singapur- a los
que Estados Unidos califica de “manipuladores de divisas”.
Las diferencias entre Estados Unidos y
Japón han bloqueado el avance del TPP. Tokio no quiere abrir del
todo cinco productos agrícolas “sagrados”: arroz, trigo, azúcar,
carne de cerdo y productos lácteos. Que se llegue a un acuerdo
bilateral para que un cierto volumen de productos estadounidenses
ingrese con arancel cero o aranceles más bajos a expensas de los
demás miembros del TPP, según se informó la semana pasada en un
periódico japonés, es motivo de preocupación.
Si Estados Unidos y Japón llegan a un
acuerdo, las negociaciones del TPP podrían “desbloquearse”. Y
Obama podría entonces empujar a Malasia a avanzar en el TPP, lo cual
despierta dudas e inquietudes en el país asiático.
La semana pasada, el gobierno malasio
informó a organizaciones de la sociedad civil que se mantiene firme
en su posición sobre el control del tabaco, la propiedad intelectual
y los medicamentos, las disciplinas relativas a las empresas
estatales y la contratación pública, el sistema de solución de
controversias inversionistas-Estado y los derechos Bumiputra (grupos
étnicos considerados como los pueblos indígenas).
Hay otra cuestión importante. Si
Estados Unidos se compromete a un acuerdo final en las negociaciones
del TPP, ¿podrá mantenerlo, teniendo en cuenta que es el Congreso
el que tiene jurisdicción sobre la política comercial?
Obama está tratando de conseguir la
autoridad de vía rápida (fast track) del Congreso, pero enfrenta la
oposición de muchos senadores y representantes. Si finalmente no la
obtiene, esto significa que el Congreso podría modificar partes del
TPP, desarmando lo acordado tras años de dificultosas negociación.
¿Por qué entonces los demás países
deberían presentar sus posiciones finales en el TPP cuando lo
acordado puede ser estudiado nuevamente por el Congreso de Estados
Unidos? Altos funcionarios de algunos países que negocian el TPP han
adelantado que están dispuestos a firmarlo solo si el presidente
estadounidense obtiene la autoridad de vía rápida.
Poderosos miembros del Congreso también
propusieron que, como parte del TPP, Estados Unidos pueda castigar a
los países que manipulan sus monedas para obtener una ventaja
comercial. Pretendiendo tener el respaldado de una clara mayoría,
insisten en que el acuerdo contenga acciones disciplinarias contra
los “manipuladores de moneda” e incluso que se puedan aplicar
aranceles a los productos de los países infractores.
El senador republicano Lindsey Graham y
el representante demócrata Sander Levin advirtieron que votarían en
contra del TPP a menos que contenga disposiciones coactivas para
combatir la “manipulación de moneda” por parte de gobiernos
extranjeros.
Un problema importante en esta
propuesta consiste en cómo se define a los “manipuladores de
moneda”.
Varios países en desarrollo consideran
que Estados Unidos es un manipulador porque los billones de dólares
que ha colocado en el sistema bancario a través de su política de
dinero fácil han depreciado el valor del dólar para mantenerlo en
niveles bajos y aumentar de esta manera la competitividad de sus
exportaciones. Pero no es así como los estadounidenses definen la
manipulación.
Fred Bergsten, director emérito del
Instituto Peterson para la Economía Internacional de Washington, una
importante fuerza intelectual detrás de la iniciativa en el
Congreso, propone tres pruebas para determinar que un país es
“manipulador de moneda”: posee excesivos activos oficiales en
moneda extranjera (más de seis meses de valor de las importaciones
); ha adquirido importantes cantidades adicionales de activos
oficiales de divisas, lo que implica una intervención considerable,
durante un reciente período de seis meses; y tiene un importante
superávit en cuenta corriente.
Sobre la base de estos criterios,
Bergsten concluye, en un artículo publicado en el Financial Times,
que “solo dos países que participan ahora en las negociaciones del
pacto comercial, Malasia y Singapur, han sido manipuladores
recientes”. Y propone que los países manipuladores enfrenten
sanciones severas, como perder el acceso más amplio a los mercados
obtenido a través del TPP y permitir derechos compensatorios en
contra de las exportaciones subvencionadas por una infravaloración
deliberada. También podrían autorizarse “extensos recargos sobre
las importaciones” de estos países.
Además, sostiene que el TPP también
debería autorizar “una intervención monetaria compensatoria”, a
través de la cual Estados Unidos pueda compensar el impacto de las
compras de moneda de los países manipuladores comprando las mismas
cantidades de divisas.
Las ideas de Bergsten son extremas,
pero fueron citadas por Levin cuando hizo su propuesta en el
Congreso.
¿Pueden los países del TPP acordar un
capítulo sobre “manipulación de moneda”? Si es así, el TPP
contendría un elemento muy peligroso y también establecería un
peligroso precedente para otros futuros acuerdos.
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