Martin Khor, 4 de abril
de 2014 - No. 157 - Año 2014
Barack Obama viajará
en breve a los países asiáticos. El Acuerdo de Asociación
Transpacífico (TPP) estará en su orden del día, al igual que la
semana pasada en su viaje a Europa, el comercio y la inversión
fueron una prioridad en el marco de la Asociación Transatlántica de
Comercio e Inversión (TTIP).
La TTIP, que Estados
Unidos está negociando con la Unión Europea, es el equivalente al
TPP que negocia con once países de Asia y el Pacífico.
En una rueda de prensa
de televisión en Holanda, Obama debió responder a una fuerte
crítica pública contra la TTIP. Tras declarar que ha pasado su vida
“luchando por la política de protección del consumidor”, el
presidente estadounidense dijo que no hay por qué preocuparse por
las disposiciones sobre la protección del consumidor y el medio
ambiente hasta que se concrete el acuerdo y que, en realidad, la
protección en estas áreas se fortalecerá con la firma del mismo.
Se puede inferir que
los comentarios de Obama sobre la TTIP también se aplican al TPP.
Los dos acuerdos contienen disposiciones similares y las críticas
formuladas por parlamentarios de Estados Unidos y de otros países se
aplican a ambos.
Organizaciones de la
sociedad civil, en particular la estadounidense Public Citizen, que
defiende los intereses de los consumidores, y Médicos Sin Fronteras,
que obtuvo el Premio Nobel de la Paz, también han expresado sus
críticas a la TTIP y el TTP.
La respuesta de Obama
no disipa las críticas. Y su primer argumento, de que no hay motivo
de preocupación hasta que se concrete el acuerdo, pone el dedo en la
llaga.
El secreto de las
negociaciones de estos dos acuerdos, la imposibilidad de que la
opinión pública exprese su posición y la falta de legitimidad del
proceso son algunas de las principales críticas formuladas por los
parlamentarios y organizaciones no gubernamentales de los países
involucrados.
No obstante, hay
suficiente información de los capítulos filtrados y de
disposiciones de los tratados de libre comercio ya firmados por
Estados Unidos como para tener una idea clara de lo que implican los
acuerdos comerciales. La declaración de Obama de que no hay motivo
de preocupación hasta que se revelen los textos finales seguramente
será recibida con desconfianza y no como un argumento que ofrezca
garantías.
En segundo lugar, los
críticos tienen buenas razones para estar preocupados. Estos
acuerdos hacen que sea muy difícil –si no imposible- para los
pacientes y las autoridades sanitarias tener acceso a las versiones
genéricas mucho más baratas de los medicamentos, debido al régimen
de patentes más estricto que propone Estados Unidos en el TPP. Como
resultado, millones de pacientes podrían ser privados de
medicamentos fundamentales para salvar sus vidas por no poder comprar
los productos de marca.
La primera generación
de medicamentos contra el VIH-Sida bajó de precio en un noventa y
nueve por ciento durante la última década, pasando de 10,000
dólares anuales por persona en 2000 a aproximadamente sesenta
dólares en la actualidad, según Médicos Sin Fronteras. Esto se
debe a la fabricación de productos genéricos en India, Brasil y
Tailandia, donde estos medicamentos no fueron patentados. Esta caída
espectacular de los precios permitió acceder al tratamiento contra
el VIH-Sida a más de seis millones de personas en los países en
desarrollo.
Según Médicos Sin
Fronteras, las propuestas de Estados Unidos en el TPP podrían causar
numerosos problemas, entre ellos la ampliación del plazo de las
patentes más allá de los ya extensos veinte años, la “exclusividad
de datos”, que exigirá a las compañías fabricantes de genéricos
asumir sus propios ensayos clínicos que son muy costosos, y la
ampliación del alcance de los medicamentos que pueden ser
patentados.
En Malasia, grupos de
pacientes y médicos emitieron en 2012 una declaración conjunta en
la que piden que se rechacen las propuestas que implican reducir el
acceso a los medicamentos. “Nos oponemos categóricamente a las
demandas estadounidenses de patentes más largas y más estrictas en
medicamentos y tecnologías médicas que son fundamentales para
salvar vidas”, expresaron los líderes de seis grupos de defensa de
la salud, y reclamaron que haya medicamentos accesibles para el
tratamiento de quimioterapia del cáncer.
Se requieren
medicamentos de segunda línea contra el VIH, como el Kaletra, que a
menudo están fuera del alcance de las personas afectadas. Otras
enfermedades, como el cáncer, la tuberculosis, la malaria y la
diabetes, también dependen de los medicamentos genéricos.
Pero no se trata solo
de los medicamentos. La información, los medios de comunicación y
los libros también se verían afectados por leyes de derechos de
autor más estrictas que pueden encarecer el uso de materiales
informativos e Internet.
Grupos de salud señalan
que las medidas para controlar la venta de cigarrillos, entre ellas
exigir el empaquetado sin publicidad, se verían amenazadas en la
medida que las compañías tabacaleras pueden demandar a los
gobiernos por afectar sus ganancias.
En el TPP, bajo el
sistema de controversias entre inversionistas y Estado, los
inversores extranjeros pueden demandar a los gobiernos ante un
tribunal internacional con el argumento de que sus futuros ingresos
se verían afectados por las nuevas políticas.
En el marco de tratados
de libre comercio y acuerdos bilaterales de inversión que contienen
este mecanismo, ya hay varios casos presentados por empresas
transnacionales en contra de los gobiernos por sus políticas
sanitarias y ambientales. La tabacalera Philip Morris demandó a
Australia y a Uruguay por sus políticas de empaquetado sin
publicidad, y una empresa sueca reclamó 2,000 millones de dólares
contra el gobierno alemán por su política de eliminar la energía
nuclear tras el accidente de Fukushima.
Alemania reclamó a la
Comisión Europea que excluya el sistema de controversias entre
inversionistas y Estado de la TTIP, y el órgano ejecutivo de la
Unión Europea ha suspendido las negociaciones con Estados Unidos en
este punto. Sin embargo, este mecanismo que pende sobre las cabezas
de los gobiernos sigue siendo el eje central del TPP.
Por este motivo, suena
hueca la declaración de Obama de que no hay por qué preocuparse de
que las empresas puedan presentar demandas contra los gobiernos por
sus políticas ambientales y de protección del consumidor, en la
medida en que ya lo han hecho en virtud de los tratados de libre
comercio existentes.
Martin Khor, fundador
de TWN y director ejecutivo del Centro del Sur.
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