martes, 29 de marzo de 2016

Colombia: Ministro de Salud, imatinib de interés público y arremetida de Novartis

Alejandro Gaviria contra el tiburón farmacéutico suizo

El Ministro de Salud está cerca de adoptar una decisión histórica que pondría a fin a la oprobiosa condición de Colombia víctima pasiva de los laboratorios farmacéuticos.
Tras enfrentar una agresiva combinación de todas las formas de lucha por parte del gobierno de Suiza y de importantes empresas de ese país, Colombia está al borde de adoptar una decisión histórica que pondría a fin a su oprobiosa condición de víctima pasiva de los laboratorios farmacéuticos, que nos cuesta miles de vidas y billones de pesos en recursos, todos los años: declarar de interés público Glivec (Imatinib) del laboratorio Novartis, un medicamento clave para enfermos de leucemia mieloide crónica.

Novartis ha desarrollado una intensa batalla jurídica desde el año 2003 para que esto no suceda. Es muy comprensible porque  en Colombia, -el paraíso terrenal para los abusos de los laboratorios en el precio de los medicamentos-, Glivec es una mina de oro. El tratamiento anual por paciente vale alrededor de 60 millones de pesos y nuestro país generó a Norvartis ingresos por $400 mil millones entre 2008 y 2014, solo por este remedio. Declararlo de interés público representaría un ahorro instantáneo de 70% para el gobierno y para los consumidores porque reabriría a otros laboratorios la posibilidad de fabricarlo y venderlo como genérico. 

Un comité técnico designado el Ministerio de Salud estudió el caso durante el último año y ya emitió su decisión favorable. Será el Ministro Alejandro Gaviria quien tome la decisión final. Ha tenido en su despacho la presión permanente del gobierno de Suiza -Livia Leu, secretaria de Estado para Asuntos Económicos de la Confederación Suiza, René La Barré, presidente de la Cámara de Comercio Colombo-Suiza-, entre otros, que defienden los intereses del laboratorio.  Y como contraparte la Conferencia Episcopal Colombiana, Ifarma, Cimun, la Federación Médica Colombiana y otras 18 organizaciones internacionales que consideran que está primero la vida que los negocios y condenan la actitud del gobierno suizo de apoyar a Novartis

En 2003 la Superintendencia de Industria y Comercio negó a Novartis la patente de Glivec pero el laboratorio apeló ante el Consejo de Estado que en el año 2012 falló en su favor. De inmediato Novartis demandó, uno por uno, a todos los laboratorios que estaban ofreciendo el fármaco en versión genérica. Hay que señalar que Glivec es el medicamento más rentable que tiene Novartis   

Desde que en el año 2006, cuando el gobierno tomó la insólita medida de liberar los precios de los medicamentos, la situación del país en la materia se volvió dramática. Libres de control y de referencias, los laboratorios hicieron su agosto y desde entonces los precios de los medicamentos en Colombia llegaron a ser los más altos de Latinoamérica y en algunos productos para la diabetes, artritis o tensión arterial, entre otros, pagamos los mayores precios del planeta.

Novartis, el segundo laboratorio más grande del mundo, tiene ventas anuales por 50.000 millones de dólares y utilidades del orden de 10.000 millones de dólares. Como otros laboratorios alega que las  grandes empresas farmacéuticas invierten sumas importantes para desarrollar sus productos y deben recuperar y rentabilizar esas inversiones, un argumento claro en la economía pero aterrador e indefensable ante los millones de personas enfermas que mueren por carecer de los recursos necesarios para adquirir las medicinas.

Cualquier colombiano que llegue con una receta a una farmacia sabe que tiene la opción del remedio original o la del genérico cuyo costo puede ser 10 o más veces inferior.

El patent cliff o vencimiento de patentes (tras 20 años de explotación), que abre paso a la fabricación de genéricos le costó a los laboratorios entre 2012 y 2015, 150.000 millones de dólares. Una de sus estrategias para evitar esas pérdidas –muy cuestionada en varios países del mundo- es el  “evergreening” (modificar ligeramente la fórmula para obtener una nueva patente). La otra es llevar a los tribunales a sus competidores genéricos. Es lo que pretende Novartis con la patente de Glivec en Colombia, una ofensiva que ya dio y perdió en la India en cuatro instancias judiciales, para defender su cuota en el mercado de Imatinib sobre desarrollos técnicos triviales. (En el 2015 la Superintendencia de Industria y Comercio impuso en Colombia a Novartis una multa de 3.500 millones de pesos por vender uno de sus medicamentos a precios por encima de los permitidos).

A partir de enero de 2015 el Ministerio de Salud inició un control de precios que incluye a la fecha 863 medicamentos con precios regulados. La decisión que adopte el ministro de salud Alejandro Gaviria respecto de Glivec es trascendental para poner más control a los abusos y sobrecostos que afectan gravemente al sector salud y a los consumidores con los productos de Novartis y de otros laboratorios como Abbott, Pfizer, Merck, Sanofi Aventis, Lilly, Astrazeneca y GSK, entre otros. Sería el primer caso en el mundo  en el que se recomienda la declaración de interés público por solicitud de la sociedad civil y la primera en que el país impediría que un tiburón de la industria farmacéutica siga teniendo los derechos exclusivos de propiedad de un producto de altísima rentabilidad. Pero sobre todo clarificará si en el país está primero la salud de los colombianos o los intereses económicos de los laboratorios que se oponen irracionalmente  a la tendencia global que favorece la existencia de licencias obligatorias y que a la hora de pelear por su bolsillo son indiferentes a la suerte de las personas enfermas y de sus familias.


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