Alejandro Gaviria contra el tiburón farmacéutico suizo
El
Ministro de Salud está cerca de adoptar una decisión histórica que
pondría a fin a la oprobiosa condición de Colombia víctima pasiva de los
laboratorios farmacéuticos.
Tras enfrentar una
agresiva combinación de todas las formas de lucha por parte del gobierno
de Suiza y de importantes empresas de ese país, Colombia está al borde
de adoptar una decisión histórica que pondría a fin a su oprobiosa
condición de víctima pasiva de los laboratorios farmacéuticos, que nos
cuesta miles de vidas y billones de pesos en recursos, todos los años:
declarar de interés público Glivec (Imatinib) del laboratorio Novartis,
un medicamento clave para enfermos de leucemia mieloide crónica.
Novartis
ha desarrollado una intensa batalla jurídica desde el año 2003 para que
esto no suceda. Es muy comprensible porque en Colombia, -el paraíso
terrenal para los abusos de los laboratorios en el precio de los
medicamentos-, Glivec es una mina de oro. El tratamiento anual por
paciente vale alrededor de 60 millones de pesos y nuestro país generó a
Norvartis ingresos por $400 mil millones entre 2008 y 2014, solo por
este remedio. Declararlo de interés público representaría un ahorro
instantáneo de 70% para el gobierno y para los consumidores porque
reabriría a otros laboratorios la posibilidad de fabricarlo y venderlo
como genérico.
Un comité técnico
designado el Ministerio de Salud estudió el caso durante el último año y
ya emitió su decisión favorable. Será el Ministro Alejandro Gaviria
quien tome la decisión final. Ha tenido en su despacho la presión
permanente del gobierno de Suiza -Livia Leu, secretaria de Estado para
Asuntos Económicos de la Confederación Suiza, René La Barré, presidente
de la Cámara de Comercio Colombo-Suiza-, entre otros, que defienden los
intereses del laboratorio. Y como contraparte la Conferencia Episcopal
Colombiana, Ifarma, Cimun, la Federación Médica Colombiana y otras 18
organizaciones internacionales que consideran que está primero la vida
que los negocios y condenan la actitud del gobierno suizo de apoyar a
Novartis
En 2003 la Superintendencia de
Industria y Comercio negó a Novartis la patente de Glivec pero el
laboratorio apeló ante el Consejo de Estado que en el año 2012 falló en
su favor. De inmediato Novartis demandó, uno por uno, a todos los
laboratorios que estaban ofreciendo el fármaco en versión genérica. Hay
que señalar que Glivec es el medicamento más rentable que tiene
Novartis
Desde que en el año 2006,
cuando el gobierno tomó la insólita medida de liberar los precios de los
medicamentos, la situación del país en la materia se volvió dramática.
Libres de control y de referencias, los laboratorios hicieron su agosto y
desde entonces los precios de los medicamentos en Colombia llegaron a
ser los más altos de Latinoamérica y en algunos productos para la
diabetes, artritis o tensión arterial, entre otros, pagamos los mayores
precios del planeta.
Novartis, el segundo
laboratorio más grande del mundo, tiene ventas anuales por 50.000
millones de dólares y utilidades del orden de 10.000 millones de
dólares. Como otros laboratorios alega que las grandes empresas
farmacéuticas invierten sumas importantes para desarrollar sus productos
y deben recuperar y rentabilizar esas inversiones, un argumento claro
en la economía pero aterrador e indefensable ante los millones de
personas enfermas que mueren por carecer de los recursos necesarios para
adquirir las medicinas.
Cualquier
colombiano que llegue con una receta a una farmacia sabe que tiene la
opción del remedio original o la del genérico cuyo costo puede ser 10 o
más veces inferior.
El patent cliff o
vencimiento de patentes (tras 20 años de explotación), que abre paso a
la fabricación de genéricos le costó a los laboratorios entre 2012 y
2015, 150.000 millones de dólares. Una de sus estrategias para evitar
esas pérdidas –muy cuestionada en varios países del mundo- es el
“evergreening” (modificar ligeramente la fórmula para obtener una nueva
patente). La otra es llevar a los tribunales a sus competidores
genéricos. Es lo que pretende Novartis con la patente de Glivec en
Colombia, una ofensiva que ya dio y perdió en la India en cuatro
instancias judiciales, para defender su cuota en el mercado de Imatinib
sobre desarrollos técnicos triviales. (En el 2015 la Superintendencia de
Industria y Comercio impuso en Colombia a Novartis una multa de 3.500
millones de pesos por vender uno de sus medicamentos a precios por
encima de los permitidos).
A partir de
enero de 2015 el Ministerio de Salud inició un control de precios que
incluye a la fecha 863 medicamentos con precios regulados. La decisión
que adopte el ministro de salud Alejandro Gaviria respecto de Glivec es
trascendental para poner más control a los abusos y sobrecostos que
afectan gravemente al sector salud y a los consumidores con los
productos de Novartis y de otros laboratorios como Abbott, Pfizer,
Merck, Sanofi Aventis, Lilly, Astrazeneca y GSK, entre otros. Sería el
primer caso en el mundo en el que se recomienda la declaración de
interés público por solicitud de la sociedad civil y la primera en que
el país impediría que un tiburón de la industria farmacéutica siga
teniendo los derechos exclusivos de propiedad de un producto de altísima
rentabilidad. Pero sobre todo clarificará si en el país está primero la
salud de los colombianos o los intereses económicos de los laboratorios
que se oponen irracionalmente a la tendencia global que favorece la
existencia de licencias obligatorias y que a la hora de pelear por su
bolsillo son indiferentes a la suerte de las personas enfermas y de sus
familias.
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