Esta semana, un comité
de expertos recomendó a la Administración de Alimentos y Medicamentos
(FDA, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, aprobar la
comercialización de la flibanserina, que mediáticamente se conoce como
el ‘viagra femenino’ o ‘píldora rosada’, un fármaco que incrementa el
deseo sexual de las mujeres.
La recomendación consiguió 18 votos a favor y seis en contra, en el tercer intento por lograr un visto bueno para la pastilla.
En teoría, este medicamento estaría indicado para tratar la falta de
deseo sexual o desorden de hipoactividad del deseo sexual femenino que,
según algunas estadísticas, padece entre el 7 y el 10 por ciento de las
mujeres en la premenopausia.
Pero este resultado es apenas uno más dentro
del largo proceso que ha tenido la flibanserina en el intento por
convertirse en el primer fármaco para estimular las respuestas sexuales
en las mujeres.
Este camino comenzó en el 2009, cuando
investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina
del Norte, en Estados Unidos, y la de Ottawa, en Canadá, anunciaron que
este medicamento, creado como antidepresivo, podría ser eficaz para
tratar a mujeres con la libido baja.
En su momento, John Thorp, uno de los investigadores, dijo que “se observa que esta molécula aumenta el deseo en modelos animales de laboratorio y en humanos de manera satisfactoria.
Al punto que concluyeron que 100 miligramos de esta sustancia
diariamente se asociaba con mejoras frente al placebo en encuentros
sexuales controlados”, aseguró.
Desde entonces, los investigadores propusieron
la que empezó a llamarse ‘píldora rosada’ como una nueva estrategia
farmacológica y el único tratamiento potencial contra la apatía sexual.
Con esa intención fue presentado el fármaco
entre el 2010 y el 2013 a la FDA, con rechazos, por considerar que su
efectividad era muy reducida y menor a los efectos secundarios. Es decir, somnolencia, mareos y náuseas, por lo que en ambas oportunidades solicitaron estudios más profundos.
Pero si bien estos rechazos fueron
interpretados por los expertos de la FDA como resultado de los procesos
de evaluación determinados solo por criterios científicos, grupos a
favor del fármaco, algunos de ellos con tintes feministas, como Women
Deserve, señalaron que la agencia le había puesto a la ‘píldora rosada’
unos requisitos más exigentes y difíciles de cumplir, por tratarse de
una droga para mujer, comparándola con los procesos que en su momento
enfrentó el sildenafil, molécula del viagra masculino.
Este tinte feminista, según Leonore Tiefer,
psicóloga de la Universidad de Nueva York y fundadora de New View
Campaign, ha sido aprovechado por Sprout Pharmaceuticals, dueño de la
molécula, para presionar por encima de sus verdaderos efectos la
aprobación.
“Como sexóloga y defensora de los
derechos sexuales de las mujeres vemos con horror el uso y abuso del
lenguaje de igualdad como una forma de presionar a la FDA”, dice Tiefer.
De acuerdo con la experta, y en eso coincide
con la sexóloga Ellen Laan, profesora de la Universidad de Ámsterdam, su
aprobación nada tiene que ver con sexismo, sino que se trata de una
justa regulación.
Otra cosa opina Women Deserve, cuando asegura
que una de cada 10 mujeres siente una ausencia biológica de deseo
fundada en causas cerebrales, hormonales o genitales, que podrían ser
manejadas con un medicamento como este.
El sociólogo norteamericano Richard Sennett considera que la discusión se vuelve mediática porque el mundo de hoy trata de cambiar los mensajes perpetuamente negativos, en este caso contra la mujer, incluso dando peleas a expectativas poco realistas.
La industria farmacéutica aprovecha que el
tema está en la mesa y promueve un nuevo pensamiento que convierte los
problemas sexuales en asuntos médicos simples para ofrecer los
medicamentos como una solución mágica.
En este sentido, Tiefer va más allá e incluso
cuestiona la idea misma de que la disfunción sexual femenina exista por
sí misma y considera que es una creación con fines no clínicos sino
comerciales.
Susan Wood, inclinada por las causas
feministas y que renunció en su momento a la FDA porque el ente se
negaba a aprobar la píldora del día después, hoy cree que sí se ha hecho
lo correcto respecto a la flibanserina.
Suzanne Gilberg-Lenz, obstetra y ginecóloga que ha estado pendiente del progreso de la flibanserina por varios años, dice que “las mujeres son sexuales. Tienen todo el derecho a ser seres sexuales y no solo objetos sexuales”.
¿Qué contiene?
Para empezar, la médica sexóloga y ginecóloga
Beatriz Literat, de Halitus Instituto Médico, asegura que la ‘píldora
rosada’ no debería llamarse ‘viagra femenino’, porque el masculino
(sildenafil) opera directamente sobre el pene para lograr una erección y
no sobre el deseo.
En otras palabras, tiene mecanismos diferentes a la famosa ‘pastilla azul’. Al actuar sobre el deseo, en teoría estaría actuando sobre el cerebro de la mujer;
para ser exactos, la flibanserina es un medicamento que empezó a
investigar Boehringer Ingelheim, quien trabajó en él hasta el 2010,
cuando la FDA lo rechazó por primera vez.
Después, el laboratorio Sprout Pharmaceuticals
siguió con las investigaciones. Se trata de un estimulador (que actúa
de manera similar) de los receptores 5-HT1A y antagonista (que bloquea)
del 5-HT2A.
Esto le permite en teoría modular el
equilibrio entre sustancias como la serotonina, que inhibe el deseo
sexual, y la dopamina y la norepinefrina, que lo estimulan.
En otras palabras, reorienta la acción
de la serotonina y promueve la de las otras dos, dando como resultado
un estímulo al deseo por vía bioquímica.
También se ha señalado que el producto tendría
varias interacciones con otros fármacos, como antibióticos y
antidepresivos y sus condiciones de uso estarían definidas para mayores
de 18 años, con pareja estable y mujeres premenopáusicas.
Se supone que tendría efectos negativos, como
por ejemplo dolor de cabeza, somnolencia, disminución de la tensión
arterial e incluso pérdida de conocimiento.
Se espera que el mal llamado ‘viagra femenino’ esté disponible en las farmacias en el 2016.
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