Autor: Héctor Barnés, El Confidencial, España, 24 de mayo de 2006
Durante décadas, estábamos seguros de que la clave del adelgazamiento consiste, básicamente, en quemar más calorías de las que consumimos. Una simple operación de suma y resta que se conoce como la hipótesis del equilibrio energético y según la cual, todo sería tan sencillo como reducir el consumo de grasas y hacer ejercicio. Sin embargo, cada vez más voces se alzan contra esta tesis.
La última de ellas, un informe publicado de manera conjunta por el National Obesity Forum (NOF) inglés y la Public Health Collaboration, que ha provocado un tsunami de respuestas entre las agencias de salud y los medios de comunicación británicos.
El informe, llamado 'Eat Fat, Cut the Carbs and Avoid Snacking to Reverse Obesity and Type 2 Diabetes' fue publicado este pasado domingo y ha removido unas cuantas conciencias: no solo asegura que las guías actuales para prevenir la obesidad que se basan en las dietas bajas en grasas y colesterol pueden tener “desastrosas consecuencias para la salud”, sino que también advierte que las instituciones de salud pública están determinadas por los intereses de la industria alimentaria, cuya influencia representa “una significativa amenaza para la salud pública”.
La promoción de la comida baja en grasas es el mayor error en la historia médica moderna, y ha tenido consecuencias devastadoras
Si polémicos han resultado sus ataques a las instituciones públicas,
aún más lo han sido sus recomendaciones, muy en la línea de lo que han
reivindicado durante los últimos años científicos y divulgadores como
Walter Willett del Departamento de Nutrición de la Escuela de Harvard de
Salud Pública o Gary Taubes: básicamente, que “comer grasa no te pone
gordo”, ya que una dieta alta en grasas saludables y, sobre todo, baja
en carbohidratos (como los de la pasta o el arroz) es preferible a otra
baja en grasas para perder peso y mantener una mejor salud
cardiovascular.
¿Lo estás haciendo mal?
“Como clínico que ha tratado con pacientes todos los días, me di
cuenta rápidamente de que las guías producidas desde arriba que sugieren
que las dietas altas en carbohidratos y bajas en grasa eran la panacea
están tremendamente equivocadas”, ha señalado el presidente de NOF, el
profesor David Haslam, a los medios británicos. “El esfuerzo actual ha
fracasado, la prueba es que los niveles de obesidad son más altos que
nunca, y no hay ninguna muestra de que se vayan a reducir a pesar de los
esfuerzos de los gobiernos y los científicos”.
Aún hay más: el informe asegura que si padecemos enfermedades como
diabetes de tipo 2 debemos eliminar cuanto antes de nuestra dieta todas
las comidas etiquetadas como “bajas en grasas”, “light” o “bajas en
colesterol”, porque muy probablemente contendrán grandes cantidades de
carbohidratos. Por su parte, el cardiólogo de la Public Health
Associaction Aseem Malhotra ha asegurado que la promoción de estas
comidas es “quizá el mayor error en la historia médica moderna, lo que
ha provocado consecuencias devastadoras para la salud pública”. El
médico califica de “bomba de relojería metabólica” a las recomendaciones
de la guía Eatwell, utilizada en Reino Unido y muy similar a la del
resto de países occidentales.
“No puedes quemar una mala dieta”, asegura la investigación, en
referencia a la vieja creencia de que podemos cualquier cosa siempre y
cuando hagamos el suficiente ejercicio físico: “La obesidad es un
desorden hormonal que conduce a una división energética anormal que no
puede ser arreglada únicamente incrementando el ejercicio”. En la misma
línea se encuentra la recomendación de los autores de dejar de contar
calorías, puesto que no son todas iguales y causan diferentes efectos en
nuestro organismo. Por supuesto, nada de picotear entre horas: la
frecuencia con la que consumimos alimentos tiene un papel crítico en la
obesidad.
Nuestra población ha estado sometida durante 40 años a un experimento global incontrolado que ha salido drásticamente fatal
¿Qué debemos hacer, por lo tanto?
Según el informe, retornar a las “comidas naturales” (“whole food”),
es decir, la carne, el pescado, los lácteos o incluso comidas altas en
grasas como el aguacate que permite combatir el colesterol gracias a su
alto contenido en ácido oleico, el tipo de grasa más saludable. Nada de
azúcares añadidos: el polémico informe recomienda reducir nuestro
consumo de dicho componente a cero, ya que “no tiene ningún valor
nutricional”, en palabras de los autores.
Un terremoto en la industria
Apenas han pasado unas horas desde la publicación del artículo y las
respuestas se acumulan a decenas, especialmente en lo que concierne al
consumo de grasas (“toma grasas para adelgazar” y “no tengas miedo a la
grasa, es tu amiga” son dos frases que pueden leerse en el artículo).
Por ejemplo, la doctora Alison Tedstone, nutricionista jefe del servicio
de Salud Pública inglés, ha señalado que “pedir a la gente que coma más
grasas, consuma menos carbohidratos e ignore las calorías es
irresponsable” y recuerda que el informe tan solo se ha basado en 43
investigaciones, seleccionadas porque apoyaban su tesis.
No es tan fácil como quemar todo lo que se come, señala el informe. (Annie Griffiths Belt/Corbis)
La nutricionista recordaba los más que demostrados peligros de las
grasas saturadas, que “incrementan el riesgo de una subida en el
colesterol y un rápido camino a las enfermedades cardíacas o una posible
muerte”. En una línea semejante se encuentra el Centre for Evidence
Based Medicine, que un comunicado discutía punto por punto algunas de
las aseveraciones del documento, señalando que “un informe de esta
naturaleza, publicado por grupos de profesionales, tiene una
responsabilidad particular a la hora de adoptar un acercamiento
sistemático, riguroso y transparente si lo que pretende es ayudar y no
entorpecer las mejoras en la dieta y reducir las enfermedades
prevenibles”.
Otros expertos, no obstante, se han mostrado favorables al informe, o
al menos, a parte de él. Por ejemplo, Iain Broom, de la Universidad
Robert Gordon en Abedeen, que ha dicho a 'The Guardian' que “continuar
con la política alimentaria de recomendar un consumo alto en
carbohidratos, bajo en grasas y en calorías como 'dieta saludable' está
fatalmente equivocado”, al mismo tiempo que añadía que “nuestra
población ha estado sometida durante 40 años a un experimento global
incontrolado que ha salido drásticamente fatal”.
Pedir a la gente que coma más grasas, consuma menos carbohidratos e ignore las calorías es irresponsable
La mayor parte de críticas coinciden en recordar que recomendar las
“grasas”, en general, puede llevar a la confusión entre la población.
Pero lo que también queda claro es que es un capítulo más en la
inacabable guerra entre los partidarios de los carbohidratos y los de
las grasas –por así decirlo–: una guerra que los últimos han ganado
desde 1980, pero que pronto pueden perder. O, al menos, llegar a una
tregua en la que el beneficiado sea el consumidor, ese que cada día
sufre más problemas de salud (como diabetes o enfermedades cardíacas) y
padece una obesidad para la que no parece haber solución.
informe original en http://bit.ly/1X0NoHZ
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