Cómo se prueban los tratamientos: Una mejor investigación para una mejor atención de salud Imogen Evans, Hazel Thornton, Iain Chalmers
11
noviembre 2011
La
nueva edición en inglés Testing Treatments, que
luego del éxito de la primera edición publicada hace 5 años, incorpora
un amplia revisión y actualización.
Los
nuevos capítulos se han añadido para mostrar cómo la detección de la enfermedad
a veces puede hacer más daño que bien, y cómo el exceso de regulación de la
investigación puede trabajar en contra de los intereses de los pacientes.
Un
nuevo capítulo hacia el final del libro ilustra cómo la evidencia robusta de la
investigación pueden ser reunidos para dar forma a la práctica de la salud en
formas que permiten tomar decisiones de tratamiento para alcanzar conjuntamente
por pacientes y médicos.
Al
igual que con la primera edición, sin embargo, la nueva edición insta a todos a
participar en la mejora de las investigaciones actuales y futuras de
tratamiento, y esboza los pasos prácticos que los pacientes y los médicos
pueden tomar juntos para hacer esto.
El texto completo de la nueva edición está
disponible para su descarga gratuita en
“…….Modern medicine has been hugely successful. It is
hard to imagine what life must have been like without antibiotics. The
development of other effective drugs has revolutionized the treatment of heart
attacks and high blood pressure and has transformed the lives of many people
with schizophrenia. Childhood immunization has made polio and diphtheria
distant memories in most countries, and artificial joints have helped countless
people to be less troubled by pain and disability.
Modern imaging techniques such as ultrasound, computed tomography (CT), and magnetic resonance imaging (MRI) have helped to ensure that patients are accurately diagnosed and receive the right treatment. The diagnosis of many types of cancer used to spell a death sentence, whereas today patients regularly live with their cancers instead of dying from them. And HIV/AIDS has largely changed from a swift killer into a chronic (long-lasting) disease.
Modern imaging techniques such as ultrasound, computed tomography (CT), and magnetic resonance imaging (MRI) have helped to ensure that patients are accurately diagnosed and receive the right treatment. The diagnosis of many types of cancer used to spell a death sentence, whereas today patients regularly live with their cancers instead of dying from them. And HIV/AIDS has largely changed from a swift killer into a chronic (long-lasting) disease.
Of course many improvements in health have come about
because of social and public health advances, such as piped clean water,
sanitation, and better housing. But even sceptics would have difficulty
dismissing the impressive impact of modern medical care. Over the past half
century or so, better healthcare has made a major contribution to increased
lifespan, and has improved the quality of life, especially for those with
chronic conditions.1, 2 But the triumphs of modern medicine can easily lead us
to overlook many of its ongoing problems. Even today, too much medical
decision-making is based on poor evidence….”
[ Introduction
1 Nolte E, McKee CM. Does health care save lives? Avoidable mortality
revisited. London :
Nuffield Trust, 2004.
2 Nolte E, McKee CM. Measuring the health of nations: updating an
earlier analysis. Health Affairs 2008;27(1): 58-77.]
Content:
Foreword to the first edition by Nick Ross
Foreword to the first edition by Nick Ross
Foreword © 2011 Ben Goldacre
Preface
Introduction
1 New – but is it better?
2 Hoped-for effects that don’t materialize
3 More is not necessarily better
4 Earlier is not necessarily better
5 Dealing with uncertainty about the
effects of treatments
6 Fair tests of treatments
7 Taking account of the play of chance
8 Assessing all the relevant, reliable
evidence
9 Regulating tests of treatments: help or
hindrance?
10 Research – good, bad, and unnecessary
11 Getting the right research done is
everybody’s business
12 So what makes for better healthcare?
13 Research for the right reasons:
blueprint for a better future
References
Additional resources
reproducimos
aquí la introducción a la 1ra edición en
castellano
disponible en
Cómo se prueban los tratamientos: Una mejor investigación para una mejor
atención de salud
Imogen
Evans, Hazel Thornton e Iain Chalmers
INTRODUCCIÓN
No hay manera de saber cuándo están
completas nuestras observaciones
acerca de los sucesos complejo s de
la naturaleza. Como bien lo señaló Karl Popper, nuestro conocimiento es finito,
pero nuestra ignorancia es infinita. En la medicina, nunca podemos estar
seguros de las consecuencias de nuestras intervenciones; tan solo podemos
reducir el margen de incertidumbre. Esta confesión no es tan pesimista como
suena: las afirmaciones que resisten un escrutinio intenso y repetido a menudo
resultan muy fiables. Tales “ verdades funcionales” son los elementos con los
que se construyen las estructuras razonablemente sólidas en las que se apoyan
nuestras acciones diarias a l a cabecera del paciente.
William
A. Silverman. Where’s the evidence? 19981
Los
autores hemos sido colegas durante muchos años, y compartimos no solo la
camaradería profesional, sino también una convicción pro fundamente arraigada
de que los tratamientos médicos, sean nuevos o viejos, deben basarse en datos
probatorios sólidos. Nuestra experiencia conjunta en los terrenos de la
atención de salud y la investigación en esta materia indica que a menudo no es
así. Y eso es lo que nos motivó a escribir es te libro.
La
curiosidad de Imoge Evans (IE) acerca de los datos probatorios que sustentaban
los tratamientos que les prescribía a sus pacientes se avivó durante su trabajo
como investigadora médica. Cuando se convirtió en periodista médica en The
Lancet, fue testigo de los intentos descarados de algunas empresas
farmacéuticas e investigadores de ocultar la verdad, distorsionando o adornando
los resultados de sus investigaciones. En cuanto a Hazel Thornton (HT), una
invitación inesperada para participar en un ensayo clínico de dudosa calidad le
hizo darse cuenta de que debía participar activamente en la búsqueda de avances
en el tratamiento que recibía, y no ser tan solo una receptora más o menos
pasiva de la atención médica. A partir de entonces, impulsa vigorosamente la
colaboración entre los profesionales de la salud y los pacientes, con el objeto
de lograr que haya investigaciones útiles y que estos últimos reciban
información de buena calidad. La obsesión de Iain Chalmers (IC) porque se
valoren en forma rigurosa los efectos de lo que hacen los médicos a sus
pacientes empezó cuando trabajaba en un campamento para refugia dos palestinos:
algunos de sus pacientes parecían morir porque él los atendía como le habían
enseñado en la escuela de medicina. Desde entonces, ha promovido con gran
empeño la postura de que las decisiones en materia sanitaria deben sustentarse
en datos probatorios imparciales derivados de investigaciones pertinentes, y en
particular en los resultados de las revisiones sistemáticas de ensayos clínicos
comparativos.
Cada año,
los estudios sobre los efectos de los tratamientos generan un alud de
resultados. Lamentablemente, gran parte de esta investigación no aborda las necesidades
de lo s pacientes, y aun cuando lo hace, las pruebas científicas que aporta a
menudo son poco fiables.
Esperamos
que nuestro libro contribuya a una mejor comprensión de cómo los tratamientos
pueden y deben probarse de manera imparcial.
Esta no es
una guía sobre los mejores tratamientos en forma individual. Más bien, hace
hincapié en temas que son fundamentales para lograr que la investigación tenga
bases sólidas y se diseñe con el objetivo de responder las preguntas que les
importan a los pacientes y a los profesionales de la salud a quienes recurren
en busca de ayuda.
En el
capítulo 1, se describe cómo algunos tratamientos nuevos han tenido efectos
perjudiciales inesperados, cómo los efectos anhelados de otros no llegaron a
materializarse y cómo se refutaron las predicciones de que ciertos tratamientos
no funcionarían. Además, algunos resultados útiles de la investigación no se
han aplicado en la práctica.
En el
capítulo 2, destacamos el hecho de que muchos tratamientos y pruebas de
detección que se usan con frecuencia no se han evaluado adecuadamente.
El
capítulo 3 ofrece algunos “detalles técnicos”. En él se describen las bases de
cómo hacer pruebas imparciales de los tratamientos, con particular hincapié en
la importancia de reducir los posibles sesgos y tener en cuenta la intervención
de la casualidad o el azar.
Este
capítulo también introduce conceptos tales como ensayos clínicos aleatorizados
y placebos.
En el
capítulo 4 se mencionan algunas de las muchas incertidumbres que prevalecen en casi
todos los aspectos de la atención de salud y cómo enfrentarlas.
El
capítulo 5 contrasta las diferencias fundamentales entre la investigación
buena, la mala y la innecesaria con relación a los efectos de los tratamientos.
En el
capítulo 6 se comenta hasta qué punto la investigación que se hace está
distorsionada por las prioridades académicas y comerciales, y no aborda
cuestiones que podrían tener una verdadera repercusión en el bienestar de los
pacientes.
El
capítulo 7 detalla lo que podrían hacer los pacientes para que los tratamientos
se sometan a mejores pruebas.
Y en el
capítulo 8 se presenta un “proyecto para una revolución” en la manera de probar
los tratamientos: una serie medidas prácticas que podrían adoptarse hoy mismo
para que esto sea realidad.
Cada
capítulo contiene referencias a una selección de materiales de consulta. Para
quienes deseen explorar los temas con mayor profundidad, un buen punto de
partida es la James Lind
Library (Biblioteca James Lind), que puede consultarse en: www.jameslindlibrary.org; la sección de Recursos
adicionales al final del libro ofrece
más fuentes de información.
Si bien el
libro describe el daño que han causado algunos tratamientos estudiados
inadecuadamente, nuestra intención no es minar la confianza de los pacientes en
los
profesionales
de la salud que los atienden. Nuestro objetivo es mejorar la comunicación y
fomentar la confianza. Pero esto solo sucederá cuando los pacientes puedan
ayudar a sus médicos a valorar con actitud crítica las opciones de tratamiento.
Esperamos
que al terminar el libro usted, lector, compartirá en cierta medida nuestro
profundo interés por el tema y, en consecuencia, hará preguntas incómodas
acerca de los tratamientos, reconocerá las áreas donde faltan conocimientos
médicos y participará en las investigaciones a fin de obtener respuestas que
nos beneficien a todos.
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