polémica que ya se anunciaba en enero
en Lobby farmacológico, DSM V, medicalización y psicoanálisis
La nueva 'biblia de la Psiquiatría' nace con polémica
- Críticas de los investigadores al rigor de la quinta edición del DSM
- Tras dos décadas sin tocar, el nuevo DSM se presenta el 18 de mayo
- A dos semanas, los Institutos de Salud de EE UU se han desvinculado
- Uno de los objetivos frustrados del manual era hallar biomarcadores
El próximo 18 de mayo a las siete de la mañana, hora de la
costa este de los EEUU, se descubrirán los detalles de la última y quinta
edición del gran 'best-seller' de la Psiquiatría, el manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés). El DSM, que
llevaba casi dos decenios sin renovarse, es el libro en el que los
psiquiatras encuentran las claves para diagnosticar trastornos y tratar a
sus pacientes.
Ese día, en San Francisco, el cabeza de cartel del encuentro anual de la
Asociación Americana de Psiquiatría (APA) será la presentación de la
polémica nueva versión del DSM. Más de 400 especialistas en 13 grupos de
trabajo han colaborado en el documento durante un proceso oficial de seis años
que ha costado 25 millones de dólares.
El precio de cada ejemplar se ha fijado en 199 dólares y
el retorno de la inversión está asegurado. Psiquiatras, médicos de cabecera,
trabajadores sociales, jueces y periodistas necesitarán la nueva versión para
decodificar las enfermedades mentales en el contexto académico, clínico y
social. Pero en el reino de la salud mental, no siempre se trabaja a gusto de todos.
A menos de un mes de su presentación, el 29 de abril el
Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de EEUU anunció que se desvincula de
los criterios del nuevo DSM. "Los pacientes con enfermedades mentales se
merecen algo mejor", escribía Thomas Insel, director del NIMH, en su blog.
A partir de ahora, el centro estadounidense se regirá por
sus propios estándares para clasificar las psicopatologías. A través del
proyecto Research Domain Criteria, el NIMH está creando otro sistema, que
basarán, según ellos, en observaciones y medidas neurobiológicas. "La
decisión es sorprendente y marca una separación clara entre la esfera
clínica y la investigación de los trastornos mentales -comenta a la
agencia SINC Miquel Bernardo, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría
Biológica-. La crítica estaba implícita en el lanzamiento del DSM-5, pero no de
una forma tan radical".
Sin declaraciones
La actitud del NIMH ha desconcertado a la comunidad
científica y nadie entiende el porqué del 'divorcio'. El 3 de mayo, la APA
difundió su reacción oficial, en la que David J. Kupfer, responsable de la
nueva edición, valoró el esfuerzo del NIMH en la contribución del avance del
conocimiento científico, pero dejó claro que su clasificación "no puede
suplantar al DSM-5, sólo es complementaria".
Aunque la Asociación Americana de Psiquiatría no responda a
las peticiones de los periodistas hasta el 18 de mayo, SINC ha hablado en
exclusiva con Francisco Xavier Castellanos, uno de los dos únicos
científicos españoles que ha formado parte de la redacción de la nueva
edición, y vicepresidente del grupo de trabajo sobre trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH) y trastornos de comportamiento.
"No puedo hablar de todo el documento porque no lo he
leído entero, ni puedo comentar los detalles hasta que no se publique el
manual, pero creo que una vez los científicos y los clínicos se acostumbren a
los cambios verán que muchos significan mejoras, como el diagnóstico del
autismo", responde desde la Universidad de Nueva York.
Bernardo asegura que "el progreso del DSM-5 respecto al
anterior es incuestionable", mientras que Miquel Roca, miembro de la junta
de la World Psychiatric Association, opina que "la nueva guía tendría que
ser más rupturista de lo que realmente es".
'Donde caben dos, caben tres'
Dice un chiste de médicos que 'donde hay dos psiquiatras,
hay tres opiniones'. Bernardo lo justifica: "La variabilidad de la
práctica psiquiátrica es muy alta porque la actividad psíquica del cerebro es
muy compleja". Uno de los objetivos frustrados del nuevo manual era hallar
biomarcadores para el diagnóstico de trastornos mentales. "Hemos estado
diciendo a los pacientes durante varias décadas que estamos a la espera de
biomarcadores. Todavía estamos esperando", reconoce Kupfer. De momento, el
médico seguirá reconociendo la enfermedad sólo por sus síntomas.
Pero la reedición del DSM trae novedades como la inclusión
de la edad, el género y la cultura en el diagnóstico y la presentación de los
trastornos mentales. Además, el manual pretende acercarse a la clasificación
internacional de enfermedades (CIE-10) publicada por la Organización Mundial de
la Salud (OMS).
Los síndromes dejarán de clasificarse por categorías
que hasta ahora respondían a preguntas cerradas para diferenciar la
ausencia y la presencia de una enfermedad. Los facultativos se encontraban con
que un individuo con esquizofrenia, por ejemplo, presentaba otros síntomas como
insomnio o depresión que no se ajustaban a su diagnóstico.
El nuevo DSM propone abordar los trastornos con evaluaciones
dimensionales para calcular la severidad de la patología. Entre otros, el
autismo y el síndrome de Asperger -junto con dos trastornos más- pasarán a
englobarse dentro del mismo espectro del trastorno autista. La introducción de
un continuo entre la normalidad y la disfunción ofrece matices para el
seguimiento de los pacientes.
No hay adicción ni al sexo ni a internet
A pesar del revuelo mediático, los expertos de la APA
consideran que la adicción a internet no es un trastorno mental. Esta
condición aparece en el 'purgatorio' del manual. La sección III acoge aquellos
trastornos que requieren más investigación antes de ser considerados una
enfermedad mental.
"Se trata de un trastorno de conducta, no hace
falta medicalizar los problemas de la vida cotidiana y caer en la
sobrediagnosis", explica Bernardo a SINC en su consulta del Hospital
Clínic de Barcelona. Lo mismo le pasa a la adicción al sexo (hipersexualidad),
que también ha sido relegada como trastorno.
En cambio, hay otros que entran por la puerta grande, como
el trastorno por atracón de comida. La psiquiatría infantil presenta otra de
las novedades más importantes. A partir de mayo, los niños con un mínimo de
'tres episodios semanales de irritabilidad, arrebatos y berrinches durante más
de un año' serán diagnosticados con el trastorno de desregulación disruptiva
del estado de ánimo.
"El motivo principal ha sido introducir un diagnóstico
más apropiado para captar niños con comportamientos fuertes y disruptivos que
ahora son diagnosticados de trastorno bipolar
original disponible en http://mun.do/15zPYLg
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