Roberto López Linares
Globalización con equidad, La Primera, 8 de Julio 2013
Está ampliamente comprobado que los medicamentos genéricos son una alternativa apropiada frente a los altos precios de los productos de marca y, entre ellos, los conocidos como productos “originales” que generalmente corresponden a las grandes compañías farmacéuticas. Mucho han hecho estas compañías -y no pocas veces faltando a la ética y regulaciones establecidas– para desprestigiar a los medicamentos genéricos como de mala calidad, que la práctica clínica se ha encargado de desmentir.
Algunas grandes compañías también han tenido y tienen, en diferentes modalidades de producción, sus líneas de genéricos con el objetivo de mantener una importante cuota del mercado. Pero la política general de la gran industria farmacéutica ha optado por buscar mecanismos más efectivos y de más larga duración para evitar la competencia de los genéricos como las patentes y otras medidas que están incluidas en tratados comerciales.
Pero lo que ha sucedido en la Unión Europea con la compañía danesa Lundbeck ha sobrepasado los límites legales. Esta compañía, cuando venció la patente de su antidepresivo citalopram, hizo arreglos con productores de genéricos para que retrasen el ingreso de las versiones genéricas y continuar imponiendo precios altos con las consecuentes utilidades. Y los productores de genéricos, dice la denuncia del caso, han recibido “decenas de millones” de euros por este retraso. Acuerdos de mercaderes que afectan seriamente el acceso a medicamentos que la población requiere.
La Comisión Europea ha impuesto una multa de 146 millones de euros, de los cuales la compañía Lundbeck tiene que pagar 93.8 millones y los fabricantes de genéricos 52.2 millones. Las compañías que hicieron el acuerdo con Lundbeck para retrasar el ingreso de la versión genérica del citalopram son: Alpharma, Merck KgaA/Generics UK, Arrow y Ranbaxy. Como suele suceder, luego que el acuerdo fue descubierto y desmontado, el precio del medicamento genérico en el Reino Unido cayó alrededor de 90%.
Pero lo que ha sucedido en la Unión Europea con la compañía danesa Lundbeck ha sobrepasado los límites legales. Esta compañía, cuando venció la patente de su antidepresivo citalopram, hizo arreglos con productores de genéricos para que retrasen el ingreso de las versiones genéricas y continuar imponiendo precios altos con las consecuentes utilidades. Y los productores de genéricos, dice la denuncia del caso, han recibido “decenas de millones” de euros por este retraso. Acuerdos de mercaderes que afectan seriamente el acceso a medicamentos que la población requiere.
La Comisión Europea ha impuesto una multa de 146 millones de euros, de los cuales la compañía Lundbeck tiene que pagar 93.8 millones y los fabricantes de genéricos 52.2 millones. Las compañías que hicieron el acuerdo con Lundbeck para retrasar el ingreso de la versión genérica del citalopram son: Alpharma, Merck KgaA/Generics UK, Arrow y Ranbaxy. Como suele suceder, luego que el acuerdo fue descubierto y desmontado, el precio del medicamento genérico en el Reino Unido cayó alrededor de 90%.
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