martes, 24 de mayo de 2011

producción pública en Argentina

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Productos de la necesidad


Pedro Lipcovich
Página/12 (Argentina) 24-05-11
“En 2002, en plena crisis, un grupo de pacientes hemofílicos golpeó las puertas de las universidades –recordó Claudio Capuano, de la Red Nacional de Laboratorios Públicos—: estaban desesperados porque se había cortado la importación y en la Argentina no se producía el Factor 8, imprescindible para ellos; uno de los pacientes llegó a encadenarse al Ministerio de Salud, eso generó toda una movilización y el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad de Córdoba empezó a elaborar ese producto: hoy, no sólo la Argentina se autoabastece de Factor 8, a precios mucho más bajos que los del producto importado, sino que el Laboratorio de Hemoderivados lo exporta al Mercosur.”

“Una multinacional farmacéutica, productora de una droga contra la hidatidosis, había presentado un presupuesto de 2.200.000 pesos por cien mil comprimidos –recordó Martín Isturiz, del Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Tecnología—. El presupuesto fue finalmente rechazado y hoy la droga es producida por el Prosome, laboratorio público de Río Negro que, por la misma cantidad de comprimidos, cobra cien mil pesos: 44 veces menos que el laboratorio privado. Ese precio le resulta rentable, y utiliza parte de la ganancia para invertir en nuevas instalaciones.”
“Para los laboratorios públicos suele ser difícil o imposible conseguir créditos oficiales; es más fácil que el Estado los otorgue a empresas privadas –comentó Isturiz—. El Instituto Biológico de La Plata es un laboratorio público que había sido prácticamente devastado: a mediados del año pasado, la presidenta de la Nación dispuso un crédito de 3.200.000 pesos, que en este campo no es mucho dinero, pero fue suficiente para ponerlo en condiciones operativas.”


Laboratorios publicos a favor de proyecto
Pedro Lipcovich Página/12 (Argentina) 24-05-11

“Somos una de las pocas plantas que, en América latina, produce los estratégicos medicamentos derivados de la sangre humana; la totalidad de las ganancias se reinvierte”, relata a Página/12 un representante del Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad de Córdoba. “Nuestros productos les ahorran a los rionegrinos 13 millones de pesos anuales en salud y estamos encarando la producción de antibióticos para la Patagonia”, cuenta el director del laboratorio público de la provincia de Río Negro. “Formamos profesionales de primer nivel, que la industria privada se apresura a contratar”, agrega la titular de la Unidad Productora de Medicamentos de la Universidad de La Plata. “Cubrimos gratuitamente todas las necesidades santafesinas en atención primaria, y nuestros acuerdos de especialización con el laboratorio público rosarino se sostienen, más allá de los distintos gobiernos, como política de Estado”, describe el titular del Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) de la provincia de Santa Fe. Así, representantes de varios de los principales laboratorios públicos actualizaron su experiencia, en diálogo con este diario.
Pascual Fidelio –director de comercialización del Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad de Córdoba– subrayó que “la nuestra es la única planta en la Argentina que produce Factor 8 para hemofílicos. Además somos el único productor en América latina de antitrombina 3, que se utiliza en grandes cirugías y trasplantes para evitar que se formen trombos, coágulos. Fabricamos la gammaglobulina inyectable para fortalecer el sistema inmunitario, la antitetánica y antiRh, que se usa en los nacimientos con incompatibilidad de grupo sanguíneo entre madre e hijo”.
Fidelio subrayó que “los derivados de la sangre son considerados medicamentos estratégicos; en oportunidad de la primera guerra del Golfo, Estados Unidos decidió restringir la venta de plasma al extranjero. En América latina sólo hay tres plantas estatales como la nuestra; las otras están en Cuba y Venezuela. Nos autogestionamos: nuestros productos tienen un pequeño margen que se reinvierte totalmente en el laboratorio, que es sin fines de lucro”.
Ricardo Saad es director del Prozome, laboratorio público provincial de Río Negro, creado en 1993 por disposición unánime de la Legislatura local. “Nuestros fármacos cubren entre el 85 y el 90 por ciento de las patologías básicas del primer nivel de la atención en salud, lo cual ahorra a los rionegrinos entre 11 y 13 millones de pesos anuales. Elaboramos de 13 a 15 millones de unidades al año, pero tenemos capacidad para llegar a los 25 millones. Estamos encarando la producción de antibióticos, con la idea de cubrir también las necesidades de las vecinas provincias patagónicas”.
Cecilia Milazzo es directora técnica de la Unidad Productora de Medicamentos de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata: “Nuestro laboratorio apunta a la investigación y la formación de profesionales”. En cuanto a la salida laboral de los graduados, los laboratorios privados “me los sacan de las manos”. En investigación, entre otros proyectos, “trabajamos en la búsqueda de formas pediátricas para productos que, en sus presentaciones comerciales, no las tienen”.
Guillermo Cleti integra el directorio del Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) de la provincia de Santa Fe. “Cubrimos gratuitamente las necesidades de la provincia en medicamentos para atención primaria. Nuestra producción se dirige a usuarios que no van a pagar por nuestros productos, los que se atienden en hospitales provinciales o municipales. Para ello recibimos un presupuesto del gobierno provincial, votado anualmente por el Congreso santafesino. En caso de ventas a otras provincias o a la Nación, los ingresos quedan en el laboratorio y se destinan a inversión. Tenemos acuerdos de intercambio con el LEM (Laboratorio de Especialidades Medicinales, de Rosario) que se sostienen como política de Estado a través de distintas administraciones: así, en la provincia, avanzamos en la regionalización que se procura implementar a nivel nacional, ya que cada laboratorio va especializándose en determinados fármacos

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