lunes, 8 de diciembre de 2014

CLAUDIA VACA: Profesora versus farmacéuticas




Una maestra de la Universidad Nacional y ahora funcionaria del Ministerio de Salud, Claudia Vaca, se convirtió en el símbolo de la cruzada para que los precios de los medicamentos sean justos y no impuestos por la dictadura de los laboratorios.

Por: Pablo Correa , El Espectador, 6 de diciembre 2014


Foto/ Cristian Garavito


Colombia le ganó este año un pulso político y económico a uno de los gremios más poderosos del mundo: las multinacionales farmacéuticas. Por mucho tiempo, un buen número de estas compañías aprovecharon la falta de regulación estatal para inflar los precios hasta casi quebrar el sistema de salud colombiano. Y lo hicieron eficientemente hasta que se les atravesó en el camino una profesora de la Universidad Nacional y ahora funcionaria del Ministerio de Salud, Claudia Vaca.
“Soy hija de un hogar matriarcal, de una enfermera luchadorsísima, muy dura, que sacó adelante a toda la familia”.

Claudia cuenta que su mamá trabajaba todas las noches en el Hospital San Ignacio de Bogotá pero el dinero no era suficiente para mantener a tres hijos, así que también hacía turnos en la Clínica San Pedro Claver. Dos o tres días a la semana cumplía jornadas de 24 horas. Y así, cansada y agotada, siempre encontraba unos minutos para ayudar con las tareas a los hijos.

De los turnos en los hospitales regresaba con frascos de medicamentos vacíos y tapas de suero que le regalaba a Claudia para que jugara y armara su propio botiquín. También llevaba la publicidad de medicamentos que repartían los laboratorios. Claudia recuerda que leía con fascinación esos nombres extraños de enfermedades y sustancias químicas.

Cuando llegó la hora de elegir carrera, decidió junto a su mamá que no era buena idea seguir enfermería o medicina. Siendo estudiante de bachillerato habían hospedado a un amigo enfermo de cáncer y ella se involucró tanto en los cuidados que comenzó a afectarse emocionalmente. Fue cuando su madre le dijo que nunca se podía perder la sensibilidad por el dolor ajeno pero tampoco se podía hundir en el dolor del otro.

Decidió estudiar farmacia en la Universidad Nacional y siendo estudiante se atravesó en su vida Antanas Mockus. Como vicerrector, Antanas animó a estudiantes como ella a conformar grupos de análisis y estudio de la reforma universitaria. Se encarretó tanto con la política interna, que terminó enfrentada a los grupos radicales que no querían elecciones estudiantiles.

A la par con su interés por la política comenzó a trabajar en la tesis de grado. Eligió un tema polémico: las patentes de los medicamentos. El videojuego con las tapas y los frascos de medicamentos se había transformado y adquiría una dimensión académica nacional y global.

La tesis recibió los mejores elogios de los profesores. Y mientras la entregaba a sus tutores, por la misma época Antanas Mockus llegaba a la Alcaldía de Bogotá. Fernando Chaparro, vicerrector de Mockus y experto en propiedad intelectual, la recomendó para que trabajara en la Secretaría de Salud, donde terminó diseñando un modelo de compra de medicamentos a mejores precios. Luego de esto trabajó en el Ministerio de Salud, hizo un doctorado en España, vivió en Washington y trabajó con la Organización Panamericana de la Salud.

Así fue como la niña que jugaba con frascos vacíos de fármacos y tapas de suero terminó diseñando la arquitectura de la política de control de precios de medicamentos que evitó, al menos por ahora, que las casas farmacéuticas siguieran abusando de los enfermos en Colombia.

Pablo Correa es Editor de la sección Vivir de El Espectador

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